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sábado, 4 de marzo de 2017

Ley de Partidos Políticos y reforma del sistema electoral

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Por Jose Antonio Martinez Rojas.
Desde hace más de quince años, el Congreso Nacional ha venido barajando el conocimiento de esta Ley, que regula la participación de los partidos políticos en los comicios al reformar el sistema electoral, lo cual significaría poner en orden el proceso electoral y de paso, poner coto al dispendio que supone, una larga contienda sin cortapisas ni regulaciones a los partidos políticos participantes.
Ya en una entrega anterior del día 3 de marzo de 2014, habíamos señalado la renuencia de la mayoría de los congresistas, a los cuales tildábamos de comediantes, ya que en público se declaraban a su favor, más en las sesiones mostraban un cinismo que la ciudadanía considera como una burla afrentosa.
La importancia de esta Ley es que regula las pre-campañas electorales, que es donde se gastan más recursos económicos; así como, acortar el tiempo en el cual deben iniciarse las labores proselitistas hasta las elecciones generales.
En el discurso de Rendición de Cuentas ante la Asamblea Nacional durante el año 2016, el presidente Danilo Medina olvidó referirse a este importante proyecto, al parecer porque el mismo no es del agrado de los dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que después de trece años consecutivos, se mantienen incólumes en el poder y todavía les quedan otros tres años para maniobrar antes de las próximas elecciones.
Debemos recordar, que el ex-presidente Leonel Fernández se mantuvo “inaugurando” obras, que a pesar de estar inconclusas, quería asociarlas a su gestión gubernamental. En la Ley de Partidos se contempla, que el presidente saliente, no puede inaugurar obras en un período de seis meses ante la salida del Palacio Nacional.
Los candidatos a los diferentes cargos electivos existentes, durante la duración de la campaña tendrán que mantener un respeto mutuo entre ellos y no como sucede en la actualidad, que se tiran las cajas y los cajones, lo cual ha desembocado en varias ocasiones, en reyertas que han traído desasosiego en las masas participantes y hasta luto cuando se desbordan las pasiones.
Creemos que esta Junta Central Electoral (JCE), presidida por un jurista de fuste, hijo de un pasado rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), es un ente más conciliador que el antiguo “omnipotente” propietario de esa Junta, que dilapidó enormes recursos económicos en un sistema de “scanner electrónicos” que al final de cuentas no fueron utilizados, sin reparar que los mismos al cabo de otros cuatro años, se convertirían en equipo obsoleto, obligando de nuevo a los delegados de las mesas, a volver al conteo manual de las urnas.
Últimamente se han escuchado promesas de legisladores para la introducción de nuevo en la próxima legislatura de esta necesaria Ley, que no obstante contar con el apoyo del Episcopado Dominicano y también de las Iglesias Evangélicas, los ciudadanos se mantienen suspicaces de estos “legisladores politicastros”, que no merecen ocupar las curules que detentan, cobrando lujosos sueldos, “cofrecitos”, “barrilitos”, “día de madres” y hasta en Semana Santa, de “habichuelas con dulce”. Con semejantes “leguleyos”, la suerte está “mal echada”. Pero tanto da el cántaro en la fuente, que la final se rompe.
La esperanza de todo el pueblo dominicano está cifrada en la aprobación de esta Ley de Partidos en la primera legislatura, de lo contrario, estos legisladores podrían recibir el rechazo de los que los que con sus votos los eligieron y guardar el rencor para los próximos comicios. Aunque como dijera un líder de ese Partido, “el mal comío no piensa”. Al parecer, ese enjundioso y despectivo “dicho” de continuar el limbo congresual, se pudiera considerar realmente verdadero. ¡Pobre de nosotros! ¿Cual será el mal que estamos pagando?

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