Corría el mes de enero de 1942. Hace un frío cortante de 30 grados bajo cero. Un grupo de soldados del ejército Alemán está atascado en la cuneta de la carretera de Obliansk. La presión de los rusos es cada vez mayor y después de seis horas, a veces caminando penosamente con nieve hasta la cintura, el sanitario del pelotón vió que el cansancio estaba ganando la partida, los soldados caían rendidos ante sus ojos.
Los jefes del grupo decidieron echar mano del último recurso: el Pervitin, la primera metilanfetamina alemana. Pervitin era el éxito del momento en Alemania, especialmente dentro del ejército. La droga eliminaba la necesidad de dormir, mantenía a los soldados alerta y creaba una sensación de euforia. También aumentaba la confianza y la voluntad de asumir mayores riesgos.
A la media hora, los soldados fugitivos comenzaron a resucitar.
Esta es la historia del Pervitin, la droga que dejo su marca en Alemania, en la guerra y en el mismo führer.
Cómo se volvió popular
Irónicamente, a los Nazis no les gustaban las drogas. El régimen las criminalizó, mandando a los adictos a campos de concentración o matándolos. Por otro lado, la imagen de Hitler era la de una persona superhumana que trabaja día y noche para el bienestar de Alemania y que no permite toxinas (tal como el café) en su cuerpo. En 1930, uno de los aliados del führer dijo lo siguiente:
“Es todo un genio en mente y cuerpo. ¡Mortifica ese cuerpo en una manera que impresionaría a la gente! No bebe alcohol, prácticamente solo come verduras, y no tiene trato con mujeres”.
A pesar de eso, a los Nazis les intrigaba la idea del Pervitin. Después de probar la droga en un grupo de estudiantes universitarios durante 1939, y comprobar que fueron capaces de ser increíblemente productivos bajo sus efectos, y en conductores militares durante la invasión de Polonia, el ejército aprobó el uso de la droga en sus tropas.
En solo cuatro meses, el ejército distribuyó 35 millones de pastillas de Pervitin e Isophan (una versión de la droga ligeramente diferente) entre los soldados, que empezaron a llamarlo “chocolate del tanque”. En 1940, los doctores recibieron la orden sobre los estimulantes, que daba instrucciones de proporcionarle a los soldados una tableta al día, dos por la noche y de nuevo una o dos cada tres horas si era necesario.
La adicción y los efectos
Sin embargo, aunque la droga tenía la capacidad de transformar a los soldados, sus efectos eran desastrosos a medio y largo plazo. Después de permanecer varios días despiertos y en permanente acción, a los soldados solo se les concedía un descanso muy breve. No era suficiente y como consecuencia, aumentó el consumo de Pervitin, convirtiéndolos en adictos.
La adicción trajo consigo efectos como sudoración, mareo, depresión y alucinaciones. A algunos soldados les falló el corazón. Otros experimentaron episodios psicóticos y se suicidaron.
Hitler también era adicto
Tal como sus soldados, Hitler también fue seducido por las drogas, aunque no por el Pervitin. El führer empezó a tomar drogas después de que la resistencia alemana intentara asesinarle en 1944 mediante la Operación Valkyrie, colocándole una bomba (escondida en un maletín) debajo el escritorio.
La experiencia cambió a Hitler. Se volvió paranoico y ansioso. Destrozó sus tímpanos y lo convirtió en una sombra de lo que fue.
Exigió a su doctor personal, el Dr. Theo Morell, que le devolviera a como era antes. El Dr. Morell, personaje de dudosa competencia, empezó a administrarle miles de inyecciones de droga. La más común era Eukodal, una droga similar a la heroína que producía un efecto eufórico en los pacientes. A veces Hitler recibía varias al día.
Sin embargo, también tuvieron sus consecuencias. El Dr. Morell comprobó que muchas veces no podía inyectar a su paciente porque sus venas se habían colapsado. A veces posponía las inyecciones para que las heridas de los pinchazos se curaran.
El impacto del Pervitin
Está claro que sin el uso del Pervitin, la historia de la Segunda Guerra Mundial pudo haber sido diferente. El escritor alemán Norman Ohler, que es una autoridad sobre el uso de drogas entre los Nazis, afirma que la invasión de Francia se logró mediante las drogas.
Ohler dice que a Hitler le encantó el plan de invadir Francia a través de la región de las Ardenas, lo que hoy día se conoce como la Batalla de las Ardenas. Sus generales le dijeron que no era posible ya que los soldados tenían que descansar. En ese momento se liberalizó el uso de los estimulantes.
Los soldados fueron capaces de quedarse despiertos tres días y tres noches, y entraron en la batalla.
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