Sí, es cierto, esto ya me suena: un dictador, un plan nacionalista en el que una raza o un grupo debería sobreponerse a otro por las armas o la medicina, regeneracionismo racial, contingentes armados, deportaciones, fusilamientos y al final, en un epílogo con letra pequeña, la escalofriante cantidad de 17.000 muertos en tan solo dos semanas.
Ya nos lo advertía Eric Hobsbawm en su imprescindible Historia del siglo XX: los años treinta fueron para olvidar, fueron los más oscuros de nuestra Historia reciente. Una ola de nacionalismo extremo recorrió el planeta desde China a Argentina, desde Alemania a Rusia o, incluso, España.
De todos es conocido que algunas nuevas repúblicas hispanoamericanas primero acudieron al “criollismo” como rasgo identitario de los “nuevos hijos de América” en su lucha por la independencia frente a España. Más tarde, se escudaron en su pasado mulato, mestizo, negro, africano o indígena para oponerse al dominio de EE.UU. como “nuevo hijo mayor de América”, por simplificar. Bien, pues esta idea fue evolucionando hasta lograr un equilibrio entre el odio al emigrante y el odio al negro o mestizo hasta, pasados los decenios, dar a luz a regímenes democráticos respetuosos con el amplio abanico sociológico de sus habitantes. En otros casos, dichos prejuicios fueron la base de acciones represivas y matanzas de gran calado.
Haití fue uno de esos casos en los que los propósitos ideológicos se materializaron en armas de doble filo. Desde siempre, más aún desde el siglo XVIII, Saint-Domingue ha destilado una imagen de atraso en todo el mundo caribeño, e incluso hacia su metrópolis en aquel momento: Francia. Haití era uno de los países donde el índice de negros superaba al de emigrantes europeos o incluso al de indios 300.000 esclavos frente a 12.000 personas libres, lo que facilitó el éxito de la única rebelión de esclavos en toda la historia de 1793.
Que los negros superasen en cantidad al resto de sectores sociales solo podemos compararlo, muy de lejos, con lo producido en Cuba a la altura de 1850, cuando el temor a una rebelión de esclavos como la de Haití en 1793 propició que se detuviera la entrada de esclavos negros y se propiciase la inmigración europea hacia la isla y la importación de trabajadores chinos e indonesios con bajos salarios ¿os suena de algo esto también?.
Por otro lado, esos fueron los años de la publicación de “La evolución de las especies” y “La evolución del hombre”. Desde entonces, el darwinismo social y la biopolítica se filtraron a las colonias, y esto se dejó notar en países como República Dominicana bajo la dictadura de los años treinta. Precisamente como se hiciera en Cuba el siglo anterior, pero con tintes más ideológicos y raciales que socipolíticos, Trujillo tenía planeada una política de “blanqueamiento” de la población puesto que los blancos eran superiores, acaso porque la figura del negro era un signo de atraso y empobrecimiento, acaso por quién sabe qué…
En este contexto se sitúa la historia que hoy queremos recordar. En fechas como estas, finales de septiembre, del año 1937 acontecieron los hechos que podréis leer a continuación y que hemos recogido tal como podéis encontrarlos en http://www.museodelaresistencia.org. y http://www.monografias.com
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