Por MIGUEL ESPAILLAT
Comprender los significados de patriotismo, patriota, nacionalista y nacionalismo y tener sentido común, es esencial para entender, de una vez y por todas, que los sentimientos de patriota y nacionalistas atribuidos a Trujillo por algunos dominicanos inconscientes y desinformados, son falsos y aberrantes en toda la extensión y significados de esas palabras. Veamos una definición de estos conceptos.
Nacionalismo: “apego a la propia nación y a cuanto le pertenece”. “Sentimiento de pertenencia a la nación propia, algo en principio identificable con el patriotismo, pero distinto si va más allá del mero sentimiento e incorpora contenido doctrinal o acción política en un sentido concreto”.
Pues bien…, por las definiciones anteriores, es lógico derivar, que el nacionalismo y el patriotismo sanos, van de la mano, que están entrelazados, que no existen el uno sin el otro, que ambos se complementan, que son alas de un mismo pájaro. Ahora bien, patriotismo sano, implica amar, en el sentido cierto y profundo de esta palabra. El amor, en la ecuación patriotismo-nacionalismo, viene siendo, el soplo que le da vida a estos dos condenados a vivir eternamente apachurrados. Hay que hacer hincapié en eso del amor, con su tolerancia y aceptación de la diversidad, porque está demostrado, con las experiencias genocidas de Hitler y de otros de similar naturaleza, que los nacionalismos, los patriotismos y las creencias religiosas fundamentalistas, por su ausencia de amor hacia sus congéneres, han devenido en ser nefastos para la humanidad. Millones de crímenes se han perpetrado por estas ideas, y lo peor, en nombre de Dios.
Ante estos planteamientos filosóficos, cabe preguntar: ¿amaba Trujillo a su pueblo, a los dominicanos, a su gente? Como por sus hechos lo conoceréis..., vamos a ellos, para que sean ellos mismos, los que nos digan, si todas la actividades económicas y políticas de esté sátrapa, estaban motivadas por un amor genuino a su patria.
Para esta demostración, voy a valerme de los datos históricos que aportó el forista que se hace llamar Carlos Carlos, marcados con el # 98306, en las opiniones correspondientes al artículo “El argumento del necio” publicado por este periódico (ALMOMENTO.NET) en fecha 05/09/2013. Estos datos detallan los importantes negocios de Trujillo y sus manejos, no santos. He aquí el listado de esas empresas y sus negocios:
Sal. En 1931 se adueñó de la producción y venta de sal al prohibir la explotación de salinas marítimas y obligar a la población a consumir la de las minas de Barahona controladas por él. Esto le reportaba unos 400,000 pesos netos anuales.
Carne. Se hizo cargo de las carnicerías de la ciudad de Santo Domingo (La Cami), las que le proporcionaban ingresos anuales de unos 500,000 pesos.
Arroz. Prohibió la importación de arroz y sólo permitió el consumo de este cereal criollo que distribuía una de sus tantas empresas personales.
Leche. Controló la venta y distribución de los productos lácteos a través de la Industrial Central Lechera.
Tabaco. Obligó a los dueños de la Compañía Anónima Tabacalera a venderle acciones y, posteriormente, a cederle la propiedad casi entera de esa empresa.
Calzados. Prohibió andar descalzos a los ciudadanos, debiendo éstos comprar sus zapatos a la Fábrica Dominicana de Calzados (Fadoc), que era de su propiedad.
Pintura. Dispuso la obligatoriedad de pintar las casas cada año, con lo que se aseguraba el buen rendimiento de su empresa Pinturas Dominicanas (Pidoca).
Azúcar. A partir de 1948 comenzó a invertir en el sector azucarero, para lo cual despojó a pequeños campesinos de sus tierras y compró los ingenios de capital estadounidense. En 1955 tenía los ingenios Porvenir, Ozama, Amistad, Monte Llano, Barahona, Consuelo, Quisqueya, Boca Chica, Las Pajas, Santa Fe, Catarey y Río Haina.
Actividades bancarias. Instaló un banco, manejado por su esposa, para el canje de los cheques del Gobierno; los empleados públicos podían cobrar sus sueldos por adelantado a cambio del pago de una comisión.
Sector seguro. Monopolizó el negocio de los seguros, al comprar las acciones de una compañía de seguros que funcionaba en el país, a la que bautizó como San Rafael de Seguros.
Obras Públicas. Recibía jugosas comisiones por la concesión de los contratos para la construcción de obras.
También formaron parte de su patrimonio personal: Licorera La Altagracia, Sociedad Industrial Dominicana, Refinadora de Aceite de Algodón, Molinos Dominicanos, Fábrica Dominicana de Cemento, Fábrica de Sacos y Cordelería, Fábrica de Vidrio, Industria Nacional del Papel, Atlas Comercial Co., Caribbean Motors, Compañía Dominicana de Aviación, Ferretería Read, Periódico La Nación, Industria Caobera, Aserradero Santelises, Naviera Dominicana, e Industrias Niguas. También se adueñó, de la Armería de San Cristóbal, la Compañía Eléctrica, y Astilleros de Haina. Súmensele a todo esto que el 10% de los sueldos de los empleados públicos era entregado a su Partido Dominicano. (Fin de la cita).
Trujillo- afirma el escritor Aquiles Julián- fue un criminal y alumno de sicópatas de la categoría de los capitanes del US Marines Corp Charles Merkel y Charles R. Buckalew. Este “primer maestro de la nación”, padre y Benefactor de la patria y “Dios hecho hombre”, como miembro de la Guardia Nacional creada por los yanquis, hizo el papel de represor contra el alzamiento de los campesinos del Este, a quienes con desmanes los despojaron de sus tierras, para extender las plantaciones azucareras de los ingenios norteamericanos. En ese quehacer, Trujillo mató, torturó, violó mujeres, chantajeó, secuestró, atracó y despojó a su gusto a muchos propietarios de sus predios, para hacer fortuna y conseguir poder.
Posteriormente, Trujillo, ya siendo Presidente y generalísimo, se convirtió en un tirano cruel. El y su familia, por casi 31 años, hicieron de los 48 mil kilómetros cuadrados de esta media isla, su finca privada, donde a sangre y fuego fueron amos y señores, y dueños de haciendas y de vidas. Durante todo ese tiempo, martirizaron a esta tierra. Durante esa larga época, en todo tiempo, se mantuvo persiguiendo y matando a sus propios conciudadanos y despojándolo de sus propiedades, derechos y libertades. En esa época hubo abuso de poder, encarcelamientos, torturas, muertes por doquier, oscurantismo, despotismo, calieses y caliesaje, terror y opresión, crímenes horrendos, y muchas más perversidades.
Con estas informaciones, ya el lector puede irse dando cuenta, que clase de “nacionalismo y patriotismo” era el de Trujillo, y cuáles eran sus reales motivaciones, descubriendo por derivación, que sus sentimientos al respecto, estaban íntimamente ligados a un proyecto personal de enriquecimiento, que nada tiene que ver, con amor a la patria y nacionalismo, o con ideales duartianos.
En consecuencia, los que aclaman a Trujillo, los que les echan vivas, los que le añoran, están cometiendo una infamia. Llamar patriota y nacionalista a este monstruo, loarlo, aclamarlo y compararlo con Duarte, constituye un sacrilegio y una afrenta mayor a ese patricio y a todos los que fueron torturados y muertos enfrentando a esta perversidad hecha persona.
Patriotismo y nacionalismo, ya lo dijimos, están entrelazados por el amor en su más pura y excelsa expresión. Ese amor, no lo conoció Trujillo. El amor no es racista, no es sexista, no es discriminatorio, no es machista, no es xenófobo, no es homofóbico. El amor no es ladrón y saqueador. El amor no tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no goza de la injusticia, más se goza de la verdad.
El amor no es malvado, no es criminal. El amor no mata ni tortura a nadie, menos a los suyos, tal como hacia el desalmado de Trujillo. El amor, no es, ni puede ser trujillista, como tampoco pueden serlos, el nacionalismo y el patriotismo, en sus versiones deshumanizadas.
En fin, compréndase de por una vez y por todas, que el “patriotismo y nacionalismo” proclamado por los adulones de Trujillo, eran y son, falsos y perversos en su máxima expresión. La falta de amor en su ser, los mató.
No seamos las tinieblas y el demonio que él fue, sino, seres de amor y luz, tal como lo fue nuestro Juan Pablo Duarte.
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