Recluido ahora en el Hospital Santo Tomás, tras superar una delicada intervención quirúrgica para extraerle un tumor benigno del cerebro, a sus 83 años, Manuel Antonio Noriega poco se parece al personaje brutal que cambió el devenir de la historia panameña.
Reconocido por su papel protagónico en el retorno del general Torrijos desde México, el 16 de diciembre de 1969, en pos de recobrar el mando de la Guardia Nacional y el poder político en el país, nunca gozó del carisma del líder revolucionario, al que siempre apoyó desde la sombra, en su tarea de aglutinar a obreros, campesinos, intelectuales, empresarios y otros sectores de la sociedad panameñas, en la lucha nacionalista.
SU PERSONALIDAD ERA, POR EL CONTRARIO, UN TANTO SINIESTRA, POCO CORDIAL EN EL TRATO CON EL PÚBLICO; SU BAJA ESTATURA, SU ROSTRO DEFORMADO POR LA VIRUELA Y SU MIRADA PENETRANTE, NO LE REDITUABAN MUCHA SIMPATÍA.
Su personalidad era, por el contrario, un tanto siniestra, poco cordial en el trato con el público; su baja estatura, su rostro deformado por la viruela y su mirada penetrante, no le redituaban mucha simpatía.
Noriega había nacido en el corregimiento de Calidonia, un 11 de febrero de 1934, en el seno de una familia desintegrada por el abandono del padre, Ricaurte Noriega, de profesión contable, y su madre, María Moreno, cocinera y lavandera, oriunda del Darién. Luego, tras la prematura muerte de su madre, el joven se enfrenta a una orfandad que subsana con una autoestima exacerbada.
UNA INFANCIA DOLOROSA
Tras el deceso de su madre, cuando él tenía cuatro años, Tony, como le apodaron desde niño, es criado por una tía, ‘mamá Luisa', una maestra de grado residente en las inmediaciones del Terraplén, un relleno que bordea la bahía de Panamá y ahora es parte de la Cinta Costera 2 e incluye al Muelle Fiscal. Fue ella quien le inculcó el amor por la lectura.
Los abundantes artículos escritos sobre la vida del último dictador panameño coinciden en que su niñez y adolescencia estuvo marcada por el resentimiento, derivado de las carencias económicas y la falta del amor materno.
No obstante, en su interior bullía la aspiración de ser un panameño importante y reconocido por todos.
Tras concluir sus estudios primarios en la escuela ‘Manuel José Hurtado', de la calle 14 oeste, en Santa Ana, en 1946 ingresó al Instituto Nacional, conocido también como el Nido de Águilas, donde cursó el bachillerato en Ciencias. Siempre hablaba a sus compañeros de que algún día sería presidente de la República, pero antes su norte era convertirse en médico psiquiatra. En esos años juveniles, como muchos otros, había sido impactado por las promesas del ideario socialista, y con otros compañeros formó parte del grupo que seguía las lecciones de sociología del profesor Demetrio A. Porras, secretario general y fundador del Partido Socialista de Panamá. Corría el año de 1952, y aún se conserva un comunicado que firma la Juventud Socialista, en la cual militaba Tony, en que cuestionan la corrupción de los políticos y los abusos de la Policía Nacional,
DE MEDICINA A LA MILICIA
Sin embargo, para esa época la medicina era una carrera costosa, casi elitista, y lejos de sus posibilidades, Noriega logra emplearse como ayudante de laboratorista en el Hospital Santo Tomás, lo que no resuelve en gran medida sus necesidades.
La alternativa le llegó a través de una beca que gestionó su medio hermano Luis Carlos Noriega, entonces empleado en la embajada de Panamá en Perú, con la cual ingresaría en las filas de la Academia Militar de Chorrillos,en Lima, en 1958. Fue una sugerencia que le metió en la cabeza un excompañero institutor, a quien luego el destino pondría a la cabeza del primer golpe de Estado: Boris Martínez Salazar,
Retorna a Panamá en 1962 e ingresa a la Guardia Nacional. En su primera comisión se le asigna al Cuartel de la ciudad de Colón, donde coincide con el entonces mayor Omar Torrijos Herrera, su superior inmediato. El destino intervendría para juntar luego a estos dos hombres, cada uno con visiones distintas, pero cuyas ambiciones personales los haría complementarse.
Fue así que Torrijos, de mayor edad y experiencia, se convierte en mentor y protector de Noriega, pues dada su capacidad en lo táctico, calculador y sin escrúpulos, era su mano derecha para trazar sus estrategias, metas y objetivos. Lo salva de problemas en los que se metía por sus repetidos excesos alcohólicos. Sin embargo, cuando a Torrijos lo destinan al destacamento de Chiriquí, se lleva a Noriega, quien asume el control del tránsito.
Tal vez nunca llegó a pensar que en su carrera acumularía tanto poder, al punto de convertirse en dictador del país, en el que su protector intentó echar a andar en 1968, un "proceso revolucionario", en pos de una justicia social y una lucha por la recuperación de la soberanía .
NORIEGA, PREDESTINADO
En diciembre de 1969, un año y meses después del golpe de Estado, Noriega estaba al mando de la importante plaza militar de Chiriquí.
Fue la mañana del 15 de diciembre de ese año, cuando Torrijos le llamó por teléfono desde la ciudad de México para informarle que los teniente coroneles Amado Sanjur y Ramiro Silvera se habían rebelado y se proclamaban comandantes de la Guardia Nacional, relevándole del mando, justificando su acción por las supuestas intenciones del general de implantar un gobierno comunista en el istmo, por su amistad con el líder cubano Fidel Castro.
Torrijos había permanecido dos días en tierras aztecas sin pensar que sería objeto de una traición. Había viajado con los coroneles Rubén Darío Paredes y Armando Contreras; con el arquitecto Demetrio Lakas y otros civiles para interesarse por el modelo de seguridad social mexicano, además de disfrutar del Clásico del Caribe.
Frente a esa emergencia, Noriega le reafirmó su lealtad, le pidió que llegara a David, desde donde le ayudaría a volver a Panamá.
¿TE SUMAS O TE RESTAS ?
Tras llegar en un aerotaxi pilotado por el mexicano Luis Antonio Posadas y el norteamericano Red Gray, al aeropuerto ‘Enrique Malek' de David, Torrijos se dirige a la jefatura de la Zona Policial de Chiriquí y comienza a llamar a sus subalternos en todas las instalaciones provinciales y de la capital.
En esos momentos acuña la conocida frase ‘te sumas o te restas', para preguntar a sus oficiales por su apoyo para recuperar el mando. Una vez amarrados todos los cabos, Torrijos retorna triunfal a la ciudad capital por vía terrestre, recibiendo el apoyo masivo de multitud de simpatizantes a lo largo de la vía Interamericana. Ese había sido el aporte fundamental y oportuno de Noriega a la consolidación del liderazgo de Torrijos, y a lo que se llamaría "proceso revolucionario" o "revolución octubrina", ya que con gran aplomo e inteligencia pudo mantener el control de la plaza fuerte de Chiriquí y dominar los flancos débiles que pudieran hacer peligrar la operación de retorno. En reconocimiento a la trascendencia del hecho, Torrijos designó el 16 de diciembre de cada año, el Día de la Lealtad.
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LA FAMILIA, CORRECTIVO QUE FRENA SU ÍMPETU
Un alto que le puso freno a la vida de excesos que llevaba, tanto en la bebida como en acciones de violencia, fue su encuentro con aquella maestra chiricana que luego sería su esposa, Felicidad Sieiro Murgas, mientras estaba asignado a la zona militar de Chiriquí.
Noriega se casó con Felicidad y tuvo la primera de sus tres hijas, en 1967. Fue entonces que comenzó a pensar con más seriedad y a trazarse metas profesionales, sobre todo al convertirse en un oficial de Inteligencia.
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ETAPAS DEL HOMBRE
La personalidad del futuro dictador era inescrutable. Unas veces era el compañero y amigo ideal; otras, perdía el sentido moral y el respeto humano, pero nunca dejó de ser pragmático.
IDEALISTA
En 1952, siendo aún institutor, soñaba con cambiar el desigual mundo en que vivía y se integró al ala juvenil del Partido Socialista que presidía el doctor Demetrio Porras, en la que criticaba el desgobierno de la época.
PRÁCTICO
Su pragmatismo amoral lo llevó incluso a alterar su partida de nacimiento para reducir su edad y no perder el cupo que le abriría las puertas de la Escuela Militar de Chorrillos, la única oportunidad que le brindaba la vida de pobreza que le afligía.
MONSTRUO
Alrededor de su identidad se tejieron las peores versiones. Se le atribuían violaciones, asesinatos, torturas, homosexualidad; se le tildó de ladrón, narcotraficante, borracho y practicante de artes demoníacas en pos del poder.
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