Escrito por: SORANGE BATISTA
Ya a más de medio siglo del bestial asesinato de seis de los héroes del 30 de mayo en la Hacienda María, en Nigua, San Cristóbal, el histórico expediente reposa en manos del Ministerio Público sin que en sus desgastadas páginas aparezca registro alguno de que aunque sea uno de los encontrados culpables haya pagado por los hechos.
Siete personas, entre ellas dos militares, fueron procesados: cinco fueron condenados en contumacia y otros dos declinados a la justicia militar, donde fueron descargados de cualquier responsabilidad.
El informe del fiscal Fabio Rodríguez sobre la supuesta fuga de los presos, dio paso a que el procurador Porfirio Rodríguez Basora apoderara a la jurisdicción de Instrucción e iniciara el proceso por el que fueron judicializados Rafael Leónidas Trujillo Martínez (Ramfis), Luis José León Estévez, Américo Dante Minervino Matías, José Ángel Saviñón y Federico Cabral Noboa, así como los coroneles Marcos Antonio Jorge Moreno y Rubén Antonio Tapia Cessé.
En el oficio 3982, del 22 de noviembre de 1961, el fiscal señaló que le resultó extraño el hecho de que el vehículo en que eran conducidos a La Victoria los reclusos Modesto Díaz Quezada, Huáscar Tejeda Pimentel, Pedro Livio Cedeño, Roberto Pastoriza Neret, Luis Salvador Estrella Sadhalá y Luis Manuel Cáceres Michel fuera asaltado próximo a las 10:00 de la noche si habían salido antes de las 5:00 de la tarde del Palacio de Justicia “…es decir, después de 5 horas de su partida cuando este viaje se puede realizar en 30 minutos”.
Esta duda enlazada al secreto a voces en que se habían convertido los intentos de Ramfis por eliminar al grupo motivaron al procurador Porfirio Basora a apoderar al Juzgado de Instrucción el 2 de diciembre del citado año, quien para ese entonces aseguró que no escatimarían esfuerzos para extraditar personas por el caso.
Entre los elementos que señaló como válidos para el proceso estaba el clamor público y el hecho de que el traslado de los reclusos desde La Victoria hacia la Hacienda María no fuera recomendado por ninguna autoridad judicial, “hechos y circunstancias que permiten establecer seriamente que en la especie no se trata de un hecho como se ha querido pretender, sino de un asesinato del cual fueron víctimas, no solo los reclusos mencionados sino los que fungían como custodias...”.
Inicia proceso. De acuerdo con las exigencias del sistema de entonces se inició la recopilación de pruebas documentales y testimoniales que permitieron establecer que esos reclusos fueron asesinados como parte de una trama ideada por Ramfis Trujillo.
Entre esos testimonios fue debatido hasta fechas recientes el tomado al entonces comandante de la Penitenciaría Nacional de La Victoria, Américo Dante Minervino, quien produjo declaraciones en las que detalló su participación en los hechos y señaló a Jorge Moreno, los hermanos Luis José y José Alfonso León Estevez y al coronel Disla Abreu dentro de la trama.
Dante Minervino. En una serie de declaraciones, relató que recibió de Jorge Moreno la orden de trasladar los reclusos al Palacio de Justicia para un descenso.
Dijo que de esos hechos participó en el asesinato de los policías que fueron colocados como supuestos custodias que habrían asesinado los presos.
De acuerdo a declaraciones tomadas hace pocos años al secretario del tribunal de ese entonces, Ricardo Gaspar Tevenin, llamaba la atención la frialdad con que Minervino narraba esos hechos al punto que a veces dudaban de su testimonio.
“Yo iba manejando y él (Jorge Moreno) se sentó al lado mío, ya que detrás venían los cadáveres, durante todo el camino no hablamos y él no me dijo a lo que íbamos porque como usted sabe los militares hablan poco con sus subalternos... caminamos a una velocidad moderada bastante regular y llegamos a la Hacienda María; ya estaba oscuro porlo que tuvimos que encender las luces del carro...”
Según ese interrogatorio que reposa en el expediente, a su encuentro llegaron Ramfis, los hermanos Luis José y José Alfonso León Estévez y el coronel Juan Disla. Dijo que todos portaban ametralladoras aparte de sus armas de reglamento y que Jorge Moreno conversó con ellos mientras él se estacionaba.
En otras declaraciones Minervino obvia detalles como el señalado anteriormente, en otras no menciona al jefe policial y años después del hecho asegura que fue presionado para inculpar a Jorge Moreno, quien falleció en 2005.
Jorge Moreno. Tras un conflicto de jurisdicción Jorge Moreno y Tapia Cessé fueron investigados por una junta militar integrada por los coroneles Neit Nivar Seijas, Carlos Vinicio Féliz y Rogelio Augusto Jiménez Herrera.
Sobre las declaraciones de Minervino y la participación de Jorge Moreno en los hechos de la Hacienda María en el libro titulado “Marcos A. Jorge Moreno, el último ayudante militar de Trujillo” los historiadores Juan Daniel Balcácer y José Chez Checo reproducen informaciones detalladas que liberan a Jorge Moreno de todo tipo de implicación en las muertes.
Sobre lo dicho por Minervino señala, con documentos de la época, que posteriormente éste admitió ante la Junta Militar que fue forzado a emitir esas declaraciones, que lo obligaron a firmar interrogatorios elaborados en base a torturas que luego fueron comprobadas por certificaciones médicas.
Allí figura un interrogatorio a Jorge Moreno en que dice que el día de los hechos solo estuvo en la entrada de la Hacienda María tras ser llamado por Rubirosa. Señala que éste le dijo que les darían unas instrucciones en el muelle de Haina, pero que allí solo le pidió que le reforzara la vigilancia.
No ha lugar y Contumacia. En la citada publicación figura que la Junta Militar determinó que no procedía el envío a la justicia de Jorge Moreno y Tapia Cessé, debido a que no existían elementos que los vincularan a los asesinatos. El 24 de abril de 1964 se emitió un Auto de No Ha Lugar a favor de Jorge Moreno y el 4 de febrero de 1965 la Primera Cámara Penal condenó en Contumacia, a Ramfis Trujillo, Luis José León Estévez y Gilberto Sánchez Rubirosa, considerados autores materiales de las muertes y los condenó a 30 años de trabajos públicos, y como cómplices fueron sentenciados José Alfonso León Estévez, Fernando Sánchez y Federico Cabral a 20 años.
El 23 de diciembre de 1986 se declaró la prescripción sobre Luis José León Estevez (Pechito).
Las claves
Declara prescripción
En 1986 la jueza interina Rosa Herminia Bautista declaró prescrita la acción contra Luis José León Estevez -Pechito- por haber transcurrido más de 10 años de la condena. Este decidió poner fin a su vida en mayo del 2010 cuando se suicidó de un disparo en la cabeza. Al momento de su muerte era diácono.
Balaguer se pronuncia
Al referirse a los hechos ocurridos en la Hacienda María en el diario La Prensa del 16 de abril de 1963, Joaquín Balaguer dijo que el día del traslado de los reos recibió la visita de uno de los vicecónsules de los Estados Unidos que le dijo que corría el rumor de que eliminarían a los presos.
PGR retomó expediente en el 2007
A raíz de una querella interpuesta en contra de los torturadores de la Era de Trujillo por familiares de víctimas, la Procuraduría General de la República retomó el expediente e inició una serie de interrogatorios tendentes a llevar el caso por ante tribunales internacionales. Esto bajo el principio de que los crímenes de lesa humanidad no prescriben y al tratarse de crímenes políticos forman parte de esa categoría.
Del proceso fue apoderado el procurador adjunto Bolívar Sánchez quien dijo a HOY que el proceso se ha visto truncado por falta de que alguien testificara que había sido torturado por uno de los señalados y la única persona que podía ofrecer ese testimonio para dar curso al proceso es la ingeniera Tomasina Altagracia Cabral Mejía que, afirma, nunca respondió al llamado de la Procuraduría.
Explicó que entrevistaron a Leandro Guzmán, Mayobanex Vargas, Ricardo Gaspar Tevenin, al que fuera cónsul en México Julio Estévez Cabrera e interrogaron a Pedro Vizcaíno y a Juan Disla Abreu quien fue edecán y jefe de la seguridad de Ramfis Trujillo.
De éste último, Sánchez dijo que acudió “con una amnesia selectiva” sobre los hechos de la Hacienda María.
Aunque la mayoría de las víctimas han muerto aún quedan con vida torturadores y víctimas de la sangrienta era.
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