Frances Morris. En su reciente visita a Valencia, Frances Morris, directora de la Tate Modern de Londres (uno de los museos más influyentes y visitados del mundo), pronunció una conferencia en el IVAM en la que defendió «la visibilización de la mujer en el arte». Afirmó que ella habría alcanzado mucho antes su puesto actual «de no haber sido mujer». Morris se sintió, dijo, «discriminada durante años», pese a sus méritos y conocimientos.
Paradoja. Lo curioso es que Frances Morris dijo todo esto y recibió parabienes (gran paradoja) en una ciudad donde los principales centros expositivos públicos están dirigidos por hombres: IVAM, Príncipe Felipe, MuVIM, el Carmen, San Pío V, el González Martí y La Nau. Si se pasa de la gestión a la creatividad, la situación mejora, pero solo un poco. Nuestros museos no han sido ágiles ni entusiastas a la hora de divulgar la obra de las artistas valencianas que empezaron sus carreras en los 70-80-90 (Eva Mus, Carmen Calvo, Rosa Torres, Ángela García, Isabel Oliver, Amparo Tormo, Mavi Escamilla.). Tampoco las de pintoras y escultoras ya desaparecidas (Juana Francés, Jacinta Gil, Ana Peters, Ángeles Marco.).
Faltan ganas. De vez en cuando se tiene con las artistas valencianas algún detalle. Participar en colectivas, alguna individual en tono menor. Pero faltan ganas y eso se nota. Las salas privadas (Punto, Rosa Santos, Shiras, Benlliure, Palau, Alba Cabrera.) hacen en ese sentido más camino que los museos.
Apariencia y realidad. En estas cuestiones del 'discurso' interesa más la ideología aparencial que la realidad. Perorar es fácil. Actuar en consecuencia, más difícil. De ahì las incoherencias. En el mundo del arte sigue habiendo un soterrado y persistente machismo, pese a los beatíficos 'relatos de género'.
Premios Nobel. Nueva visita a la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión en Marqués del Turia. Regresé a casa satisfecho con la compra: obras escogidas de Agatha Christie (Aguilar, 1.498 páginas en perfecto estado, 15 euros) y un volumen de Plaza&Janés (no mal conservado, 1.994 páginas) con obras de premios Nobel (Winston Churchill, galardonado en 1953; Paul Heyse en 1910; Eugene O'Neill en 1936; Pär Lagerkvist en 1951; Sigfrid Undset en 1928, y Romain Rolland en 1915). No terminaré nunca de leer estos tres millares y medio de páginas. Pero tenerlas cerca me proporciona confianza. Me protegen.
Churchill. De Churchill -el premio Nobel más polémico de la historia- Plaza&Janés publica 'Grandes contemporáneos'. Son retratos literarios de escritores, políticos, militares, aristócratas y monarcas (Jorge V, Alfonso XIII). El estilo de Churchill es unas veces cortés, otras punzante. Las primeras palabras que le dedica al autor de 'Pygmalión' son una estupenda confesión: «Mr. Bernard Shaw fue una de mis más tempranas antipatías».
Estreno. Esa antipatía tuvo diversos capítulos. Cierta vez Bernard Shaw invitó a Churchill al estreno de una de sus obras. Adjuntó una nota: «Le mando dos entradas. Venga con un amigo (si es que tiene alguno)». Churchill contestó: «Imposible asistir a la primera función. Intentaré ir a la segunda (si es que tiene lugar)».
Hitler. Churchill se luce en el análisis de Hitler. Lo escribió en 1935, cuatro años antes de comenzar la II Guerra Mundial: «Ha iniciado el más gigantesco proceso de rearme que jamás se ha conocido. Hitler había proclamado reiteradamente que, si llegaba al poder, haría dos cosas que nadie más que él podría hacer en Alemania: restaurar Alemania a nivel de gran potencia en Europa y resolver el terrible problema del paro que afligía al país. Y así, desde 1933 en adelante todas las enegías aprovechables en Alemania fueron dirigidas, entre promesas de paz, a la preparación de la guerra».
Paralelismos. Las promesas de Hitler, renovadas y en otro contexto, creo haberlas escuchado o leído hace unas semanas. Me esfuerzo en recordar. Ah, sí, ahora caigo. Las encuentro en Internet: «Prometo rearmar Estados Unidos. Creo en la paz a través de la fuerza" (Trump, 24 de febrero de 2017). «Seré el mayor creador de empleos que Dios ha creado» (Trump, 11 de enero de 2017). Inquietantes paralelismos.
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