Posiblemente muy a su pesar, cinco dictadores muertos han sido las estrellas de la Bienal de arte que se ha celebrado en Hong Kong. Digo muy a su pesar porque se trata nada menos que de Mao, Lenin, Kim Jong il, Ho Chi Minh y Fidel Castro, cinco jinetes del Apocalipsis comunista que en vida exigieron servidumbre absoluta. Ahora, ya cadáveres, son objeto de una instalación artística que atrae a los visitantes como quien se acerca a los elefantes del circo para tomarse un selfie.
El artista chino Shen Shaomin ha titulado su obra “Dictadores Muertos” y la exhibición consiste en la reproducción tamaño natural de los desaparecidos sátrapas tendidos en ataúdes de plexiglás, salvo Castro, que aparece postrado en una camilla de hospital. Shaomin ha dicho que en el caso del gobernante cubano, por ser su muerte aún reciente, todavía no le toca pasar a la caja de cristal, que recuerda a la imagen de la Bella Durmiente tendida y a la espera de que algún príncipe azul se acerque a besarla para deshacer el maleficio.
Por suerte nadie puede resucitar a estos cinco personajes que a sus espaldas cargan con miles de muertos, fusilados, presos y perseguidos. Ahora son meras reproducciones del mal que emanaban. Puro espectáculo de un happening conceptual. Naturalezas muertas que el público contempla como quien se asoma a un parque jurásico de tiranos extinguidos por el tiempo y el olvido.
La imagen que ha circulado es la de una joven pareja tomando una foto con su móvil de un Fidel Castro que parece haberse rendido finalmente al sueño eterno, aunque aún viste su uniforme de comandante. El artista lo ha imaginado poco después de su defunción sobre las sábanas del hospital. Antes de que lo cremaran y depositaran sus cenizas dentro de una gran piedra que además de ser hoy centro de peregrinación de turistas, es uno de los monumentos funerarios más feos que se recuerden.
En Cuba aparentemente los restos de Castro descansan en el interior de un pedrusco que parece sacado de un episodio de los dibujos animados de “Pedro Picapiedra”; o podría tratarse de un extraño cuerpo que cayó a la Tierra desde otra galaxia. Pero en Hong Kong otros peregrinos –los amantes del arte— lo pueden ver de cerca e incluso sentir el entumecimiento de su rigor mortis, como nunca pudieron hacerlo los cubanos, condenados a alimentar el mito del revolucionario que acabó en el interior de un extraño huevo de cartón piedra.
Castro, Lenin, Mao, Kim Jong il y Ho Chi Minh comparten estancia en una instalación que es una suerte de cámara del terror político. Cinco hombres sin piedad a la espera de que un príncipe azul de las tinieblas (es inevitable pensar en Putin), les devuelva la vida con un beso cruel en la frente para armar la rebelión de los dictadores durmientes. Estos cinco que nada tuvieron de magníficos nunca imaginaron que acabarían como atracción de barraca de feria. [©FIRMAS PRESS]
Twitter: @ginamontaner
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