Guido Riggio
Una de las tesis que más se utiliza para mostrar aspectos positivos
de la dictadura de Trujillo es el difundido argumento económico que
afirma que ese régimen logró promover y desarrollar la Industria
Nacional.
Pero, como no es el lenguaje el que revela la verdad sino los hechos concretos, para poder sostener aquel juicio tendríamos que encontrar algún rastro de lo que a la sazón debió ser, oficial u oficiosamente, la "política de industrialización nacional de Trujillo". Veamos.
Empresas personales
Si bien es cierto que Trujillo fundó una serie de "industrias nacionales" hay que destacar que casi todas estas industrias fueron "industrias personales" (a veces aliado con socios extranjeros) y que por circunstancia repentina de su muerte no pudieron ser traspasadas (con algunas excepciones) a sus descendientes o testaferros.
De todas maneras, quedó muy claro que cuando las creó, no fue su intención pasar estas empresas, ni sus beneficios, al Estado Dominicano. Más por el contrario, las industrias de Trujillo, que surgieron en plena guerra mundial debido a la escasez de productos en los mercados internacionales, prosperaron amparadas en: 1) precios excesivos y 2) negocios monopólicos amañados que hacía con un Estado que lo financiaba y que además lo exoneraba de impuestos aduanales .
Lo que sí podríamos afirmar, para ser objetivos, es que Trujillo, sin proponérselo, al morir, devolvió lo robado al Estado Dominicano: un considerable número de empresas "personales" que luego fueron llamadas "estatales".
El atraso dominicano
Pero, para evaluar más objetivamente la cuestión, examinemos en perspectiva a la República Dominicana dentro del contexto internacional y preguntémonos:
¿Qué sucedía por aquel entonces en la economía, en la industria y el comercio de Cuba, de Argentina, de Chile, de Colombia, de Venezuela, de México y de otros países del mundo, durante aquellas "décadas tiránicas"- 1930 al 1960- en que aquí gobernaba Trujillo para él y su familia?
Pues sucedía lo que debía de suceder: sus clases empresariales y sus economías se expandían a mayor velocidad y a mayor escala que la nuestra, debido, lógicamente, a las mayores libertades y al grado de tolerancia mayor de sus regímenes políticos.
Mientras aquellos gobiernos promovían una política de "desarrollo empresarial e industrial", nuestro país se quedaba rezagado. Aquí el Estado sembraba una política para promover el "negocio industrial monopólico del Jefe".
Y no existe señal alguna razonable que nos impida inferir que el enorme crecimiento industrial que experimentaron aquellos países latinoamericanos, también hubiese acontecido aquí, si no hubiera existido un régimen tan egoísta como el de Trujillo.
Mientras que en 30 años Trujillo creó sólo unas 30 nuevas empresas importantes, en aquellos otros países- aun existiendo dictaduras en algunos de ellos - gozaban de ciertas libertades políticas y económicas, y en los mismos 30 años, este número de empresas fue superado cientos de veces.
No existía un plan de desarrollo industrial
De manera que jamás podemos afirmar razonablemente que Trujillo se dedicó a poner en marcha un plan efectivo, una "política para el desarrollo de la industria nacional", como se dice falsamente. Más bien él fue "sepulturero de la industria nacional", fue quien castró la iniciativa privada, para constituirse, prácticamente como en todo, en el único súper empresario criollo, superando a otros dictadores latinoamericanos.
Además, a nadie se le ocurriría decir que la mayoría de las empresas importantes surgidas durante La Era, fueron todas propiedades del tirano, a razón de que el resto de la oligarquía dominicana y los demás ciudadanos carecían de la inteligencia y de la capacidad para desarrollar una importante industria nacional.
Monopolio personal
Porque los inversionistas de otros países no tenían en contra, como los empresarios dominicanos, a un empresario mafioso, monopolista, criminal y asesino, con todo el poder militar en sus manos, que se había apoderado del gobierno en 1930 a base del terror, asesinando a sus opositores políticos a sangre fría.
En aquella Era bastaba tener una próspera finca, o un hermoso caballo, o un toro de raza, para provocar la envidia del sátrapa o la de sus ladrones hermanos, a quienes había que cederle o, con suerte, "venderle" la propiedad a precio vil. En esto superaba a otros dictadores.
Trujillo : ¿empresario o ladrón?
Porque Trujillo fue un temible "ladrón personal" y un "asesino vulgar", y no sólo un "asesino político" que mató por razón de Estado, como sus admiradores y devotos afirman falseando la historia.
Además, si damos un vistazo a nuestras tres décadas 'democráticas' comprendidas entre el año 1978 al 2008, veremos que en estos últimos 30 años, nuestro desarrollo industrial creció y sigue creciendo enormemente, porque tomó el camino de la normalidad, el camino de los otros países con políticas empresariales liberales.
Algo parecido pudimos observar en España después de la muerte de Franco. Con el fin de la dictadura, aquella nación gozó de una transformación económica extraordinaria y vertiginosa, pasando de una sociedad atrasada, a una de las más avanzadas de Europa y del mundo, esto, como muestra fehaciente del daño al desarrollo y a la empresa industrial que ejerce toda dictadura, aun aquellas dictaduras un poco moderadas, que no hacen de su país una finca a su servicio personal y familiar.
Si bien podemos contabilizar las 30 industrias propiedad del Jefe, jamás podremos contabilizar las decenas de industrias que hubiesen surgido si el país hubiese estado gobernado por un régimen liberal, orientado hacia la libre empresa. O quizás otro hubiese sido nuestro destino industrial, si hubiésemos tenido un dictador menos egoísta, un dictador que no se dedicara a perseguir a sus competidores, como lo hizo Trujillo.
Solo fue propaganda
En su reciente obra "La Otra Historia Dominicana", dice el historiador Frank Moya Pons: "Buscando en bibliotecas y archivos públicos y privados la existencia de publicaciones o escritos que contengan las ideas que pudieron haber inspirado el 'desarrollo industrial' durante la Era de Trujillo, sorprende la falta de una teoría explicita, o de una justificación del proceso dominicano, aparte de las acostumbradas alusiones al 'genio portentoso' de Trujillo".
Pero Moya Pons descarta la única evidencia histórica de lo que pudo ser un 'Plan de Industrialización' trujillista , y niega que la existencia del Índice ,elaborado por Manuel Resumil Aragunde, fuese un plan preexistente que esbozara el desarrollo industrial dominicano, a razón de haber sido escrito a posteriori , con la finalidad de justificar lo ya acontecido.
Por todo lo visto, podemos concluir razonablemente que el régimen de Trujillo (como toda dictadura) fue el sepulturero y el perseguidor de la clase industrial criolla y por ende, de la industrialización dominicana.
Hubiésemos podido hablar de la "Industrialización de Trujillo", si él hubiese implementado una política para el desarrollo industrial general y no personal, si hubiese estimulando a todos los sectores a invertir, sin la amenaza del despojo y la intimidación con que eliminó a su competencia, aplastó al empresariado e impidió el desarrollo de la Industria Nacional.
En este caso, el significado de las palabras propagadas en el sofisma que afirma que "Trujillo creó la Industria Nacional", debe tener su origen en el uso de un lenguaje con significado y juicio histórico desacertado , y por demás arbitrario; a decir de Platón : 'Algunos falsos juicios son producto del hábito irreflexivo de hablantes interesados'.
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