Editorial Diario Libre
Adriano Miguel Tejada
Aunque se sabe que la democracia es un proceso en constante construcción, muchos dominicanos se preguntan hoy si hemos llegado a un punto en que no bastarán los parches para remediar un cuerpo que ha sido invadido de tal manera por la enfermedad que parece insalvable.
La democracia representativa se basa en la separación de los poderes y en los “frenos y contrapesos”, por medio de los cuales cada poder sirve de contención a los demás, pero en la República Dominicana hemos llegado a un punto en que ni siquiera cuando la oposición controla uno de los poderes, funciona el sistema.
La democracia opera por medio de partidos políticos que articulan los intereses de la sociedad. En nuestro país, los partidos políticos no articulan nada, y sólo son fachadas para hacer negocios y obtener prebendas del Estado. Ahora mismo, miembros de los partidos políticos, por esa condición, son competidores de los empresarios legítimos, en una situación que hemos llamado la “corporación político-empresarial.
Dadas las características de la sociedad dominicana de hoy, el Gobierno ha sido capaz de penetrar todos los organismos sociales que podrían ofrecer algún grado de contrapeso cívico a la labor de las autoridades. Así, la compra de periodistas es rampante, las iglesias forman parte del entramado, y todo el que saca la cabeza en la sociedad civil consigue un “cargo público” que lo elimina como interlocutor válido.
En este país hay programas de radio y de televisión que cuestan más al Gobierno que el mantenimiento de un hospital.
Es evidente que se necesita un sacudón, pues no bastan los parches para sanar al enfermo.
atejada@diariolibre.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario