CLAUDIO NAZOA / @CLAUDIONAZOA
26 DE SEPTIEMBRE 2016 - 12:01 AM
Me encantan las casualidades. Muchos hechos importantes de la historia han comenzado y han terminado por casualidad.
Nuestra existencia es una increíble y enorme casualidad de millones de espermatozoides y de un óvulo solitario. Imagine que otro, y no el que lo formó a usted, hubiese sido el espermatozoide que llegó primero a fecundar al óvulo. Usted no estaría leyendo este artículo. Su pareja se habría casado con otro o con otra, y sus hijos no serían suyos.
Si vamos hacia atrás, a lo genérico y a lo grandote, nos daremos cuenta de que la existencia de nuestro planeta es una enorme e increíble casualidad. Cualquier error cósmico habría bastado para que la Tierra fuera un planeta tan pendejo como Marte o Plutón. Sin embargo, interviene otra vez la casualidad. La ubicación de la Tierra con respecto al Sol, la vital existencia de la Luna que estabiliza los movimientos de nuestro planeta, todo eso, hizo posible la vida.
Muchos pensamos que moriremos viejos. Eso puede no ser cierto, ya que, por un golpe de casualidad negativa, podríamos fallecer en este instante de múltiples formas no naturales, y esto, Dios me lo salve, lo incluye a usted, amigo lector. ¿Quién, el 11 de abril, en las Torres Gemelas, pensó que un avión lleno de pasajeros se estrellaría en su oficina? ¡Nadie!
Si no hubiese sido porque hace 65 millones de años, por casualidad, un asteroide se estrelló contra Chicxulub, en México, los inútiles dinosaurios continuarían caminado sobre la tierra, con su absurda vida y, nuevamente, no sería usted quien estaría leyendo.
En política también ha ocurrido que la casualidad y no la planificación, produce un cambio de rumbo.
Nicolae Ceausescu y su esposa Elena, dictadores rumanos, en el año de 1989 convocaron un multitudinario mitin en apoyo a su dictadura. Miles y miles de manifestantes, seguramente obligados, enarbolaron banderas rojas y gritaron consignas a favor de los Ceausescu. De pronto, algunos comenzaron a gritar en su contra. La protesta cambió inesperadamente. Nicolae, desconcertado, ordenó a los militares reprimir al pueblo. Ellos se negaron. El dictador decidió huir junto con su esposa. Ambos fueron capturados y fusilados casi de inmediato, el día 25 de diciembre de 1989. Este dictador y su esposa, pensaron que morirían de viejos en el poder. La casualidad, quiso otra cosa.
Y hablando de casualidades, en el poblado de Santa Rosa, en Margarita, ¿cuándo Maduro iba a imaginar que…? Ay, se me acabó la página.
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