Editorial periodico acento
Estados Unidos ejerce una gran influencia en los asuntos del hemisferio occidental, y en muchos otros lugares del mundo.
Por nuestras históricas relaciones con
Estados Unidos, que incluyen dos intervenciones militares de la gran
potencia en la República Dominicana, y un monitoreo permanente de parte
del despacho que atiende los asuntos dominicanos en el Departamento de
Estados, los asuntos norteamericanos importan a los ciudadanos y a los
políticos dominicanos.
El mismo hecho de tener una comunidad
dominicana que podría llegar al millón y medio de ciudadanos
dominicanos, o de origen dominicano, en territorio norteamericano, nos
obliga a poner atención a la política y a la economía de los Estados
Unidos.
La contienda electoral entre republicanos
y demócratas nos llama la atención por razones más que legítimas. Si
las decisiones que pudiera adoptar un presidente como Donald Trump nos
preocupan, porque nos afectarían de múltiples formas, es claro que
estaremos haciendo esfuerzos para que gane Hillary Clinton. Es lo que
ocurre con millones de dominicanos que tienen familiares en los Estados
Unidos, o que siguen la política de la gran potencia con la misma
vocación que siguen la política interna en la República Dominicana.
Gobiernistas y opositores dominicanos
coinciden en apostar al triunfo de Hillary Clinton en las elecciones del
8 de noviembre. Leonel Fernández, ex presidente dominicano, ha sido muy
claro al hablar sobre el carácter y temple que se necesita para ser
presidente de los Estados Unidos. Fernández tuvo su green card y realizó
sus estudios primarios en los Estados Unidos. Conoce y se interesa por
los asuntos norteamericanos.
Nos parece que la política, y en
particular la campaña electoral en los Estados Unidos, resultan
atractivos y reflejan la transparencia de un sistema que a veces es
bueno y otras veces es malo. Trump ganó la nominación por el Partido
Republicano, pero no es un dirigente de esa organización política. Eso
nos suena raro en el sistema político dominicano. Hillary fue primera
dama, fue secretaria de Estado, y ha sido una militante del Partido
Demócrata, y se ha convertido en la candidata de su organización. La
primera mujer que llega a participar en una contienda electoral por una
de las grandes fuerzas políticas.
República Dominicana acaba de salir de
las elecciones que ratificaron a Danilo Medina como presidente. Los que
participamos en esas elecciones, sin debate presidencial directo, ahora
celebramos que haya ocurrido el debate presidencial de esta semana en
Estados Unidos. El primero de tres debates. Y nos gozamos la soltura o
habilidad de los dos contendientes, y la forma tendenciosa como se
comportó el moderador, y entendemos que se debate ayudó a forjar una
idea de la calidad de los candidatos para manejarse en situaciones de
tensión.
Pero en la República Dominicana no se
realiza el debate entre los candidatos presidenciales. Se puede
argumentar que una cosa es la política norteamericana y otra la
dominicana. Se puede decir que la cultura, la tradición y las costumbres
son distintas. Es cierto, pero valoramos y apreciamos que en Estados
Unidos todavía falten dos debates presidenciales. Y nos interesamos en
saber quién ganó y quien perdió, de acuerdo al público que observó el
espectáculo.
Se ha dicho que probablemente más de 100
millones de personas en los Estados Unidos vieron el debate de esta
semana entre Clinton y Trump. Otros tantos millones vieron el debate
fuera de los Estados Unidos.
No estamos en elecciones dominicanas. Ya
pasaron. Tal vez sea un momento para que se adopte la decisión de que
los dominicanos tengamos la posibilidad de recibir la gracia de un
espectáculo mediático como puede ser un debate presidencial. Y que salga
beneficiado quien mejor actúe, quien mejores ideas presente, y quien
más habilidad tenga para manejarse en una situación de tensión como
esta. Y que nos liberemos de gato por liebre en discusiones abiertas
como estas.
Si admiramos tanto el sistema
norteamericano, por qué no nos adherimos a la idea de que para el 2020
una universidad dominicana organice un debate, y que los dos o tres
principales candidatos presidenciales no puedan evadirse de esa
contienda. Sería un gran aporte a la democracia y a la transparencia en
la política electoral.
Ya vimos que Donald Trump está esperando la revancha.
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