Adriano Miguel Tejada.
Los dominicanos nos maravillamos del comportamiento de nuestros compatriotas en el exterior: ninguna de las barbaridades que hacen aquí las cometen allá.
Algunos lo atribuyen a que en aquellos países las leyes se cumplen y las sanciones son altas, pero un profesor de la Universidad de Duke, en los Estados Unidos, ha encontrado otra respuesta que explica la dinámica cerebral ante la deshonestidad.
El profesor de psicología Dan Ariely realizó una serie de experimentos que recogió en un libro y en un documental (Deshonestidad: la verdad acerca de las mentiras), en el que explica el “costo” de las mentiras.
En ellos afirma que las mentiras “blancas” son toleradas por todos y, por tanto, aceptadas como “normales”.
Ahora, ¿por qué nos portamos mal en un entorno y bien en otro? Según el profesor Ariely, el cerebro se “adapta” al comportamiento dominante y tolerado en el grupo circundante. Es decir, si el entorno no tolera determinadas conductas (comerse la luz roja, tirar basura en la calle), o actos de corrupción (sobornar al policía), nuestro cerebro se acomodará a tales comportamientos.
El experimento observó también que los estudiantes hacen menos trampa cuando operan bajo “códigos de honor” o “compromisos de excelencia”. Es lo que Kant llama el “imperativo categórico”.
Aunque nadie está vacunado contra la corrupción el estudio nos ofrece una alternativa clara para combatirla: el comportamiento individual puede ser influenciado positivamente por la conducta y el ejemplo general de los demás, y eso se logra, a su vez, con el “poder de uno”: el cambio de cada cual se convierte en una ola positiva que nos cambia a todos.
atejada@diariolibre.com
NOTA DEL BLOG . Interesante la teoría del Profesor y muy bueno el articulo de Adriano Miguel, pero pensamos que la conducta del individuo se rige por las leyes que se imponen en la sociedad donde vive el individuo. Si hay impunidad ante el delito, y la aplicación de las leyes es de manera selectiva como ocurre en este país, o las penas para cualquier infracción son benignas, la gente poco le importara cumplir con nada. Si manejar bajo los efectos del alcohol equivale a quitarle el vehículo e imponerle una multa de 800 dolares, como pasa en Estados Unidos o Colombia para poner un ejemplo, y esto se lo imponen a no importa como se llame, ni que rango tenga. Mucha gente por aquí dejaría de beber y así se evitarían muchas muertes. Igualmente si algún funcionario de los que comete prevaricacion y se embolsilla el dinero del Estado estuviera bien preso con una buena condena, los demás que van a trabajar en la cosa publica pensarían un poco corromperse, y así sucesivamente, pero en un país donde no hay limites, ni consecuencias, y la palabra imperio de la ley solo recuerda el nombre de un refresco nunca va a arreglar sus entuertos.
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