5.sep.2016 | 16:46
Ocho meses duró el romance entre Marita Lorenz y el dictador cubano, Fidel Castro. El semanario francés Paris-Match, obtuvo el relato de las intimidades tras alcoba que sostuvo la pareja en la década del 50.
"Me fijé en el mayor de ellos, que fumaba un puro..." relata. "Estaba subyugada. ¡Fidel desprendía una fuerza seductora enorme!".
El primer beso fue días después, Castro buscó la habitación de la joven alemana: "Él me preguntó dónde estaba mi camarote. Una vez allí, tras abrir la puerta, me empujó al interior, me atrajo hacia sí y me abrazó. Ese fue mi primer beso con un hombre", recuerda Lorenz.
Los 20 años de Lorenz despertaron sensaciones que acabaron llevándolos a la intimidad de una cama. "Era más interesante durante las caricias que durante el acto sexual propiamente dicho. Pero los dictadores son todos así".
Ni el padre de Lorenz supo de la relación, mucho menos de las intimidades de la pareja: "Nunca jugué a pedirle caprichos o a presionarlo, con él no funcionaba. Tenía que ser lo que él decidía".
La historia de pasión no concluyó de la mejor forma. Una tarde, Lorenz bebió un vaso de leche, cayó desmayada y sin su bebé. Lorenz estaba embarazada. "Me dijeron que había sufrido un aborto, pero el ginecólogo de Nueva York me habló de un parto provocado. Lo del aborto era falso. El embarazo estaba casi a término y mi hijo nació cuando yo estaba en coma, en Cuba".
El reencuentro con el dictador ocurrió una década después. Esta vez, los papeles eran distintos, Lorenz era una espía que había sido enviada para asesinar a Fidel Castro. Entró a su habitación y el dictador supo lo que pasaba: "Me tendió su pistola y yo la empuñé. Entonces, mirándome a los ojos, me dijo: 'Nadie puede matarme'. Tenía razón. Solté el arma y me sentí liberada".
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