Eco, Las bestias de silla y de carga, cerreras

Gonzalo Uribe Palacio

Las bestias de silla y de carga, cerreras; los borrachos y los drogadictos; los dictadores cuando traicionan, al empezar sus regímenes y al ensartar y ensartar, mentiras y más mentiras, mientras, ¡gracias a Dios! Se les oscurece el ocaso; los agiotistas; los tumbalocas; los buses sin frenos; los columnistas lambones.

Los seres de carne y hueso de la lista anterior y los de motor diésel que los acompañan, tienen algo en común: cuando les dé la gana, hacen lo que les da la gana.
Los de cabalgata con equipo de sonido al anca, sacan por las orejas a sus estúpidos verdugos.  Los borrachos y los drogadictos, lográndolo algunas veces, atentan contra las vidas de familiares y amigos: sí, algunas veces los asesinan.

Los agiotistas, ahorradores míseros, acumulan sin descanso.
Los tumbalocas, tuercen, dañan.  Siembran en el desierto; al final, ellos mismos mueren de hambre.  De soledad.

Los buses sin frenos son inocentes; señalen a patos y a conductores.
Los columnistas lambones y los ególatras, que se lamen a ellos mismos, son plaga escasa pero difícil de soportar.

Los dictadores, desde que nacen, subyugan y mueren, son. Usted lo ha comprendido así, los motivos y el fin de esta columna, escrita como a mí me da la gana; en este punto guardo algunas similitudes con citados y aludidos de los primeros párrafos; similitudes que excluyen por completo todo lo que huela, suene o abulte como el petulante Muisca lo hace.

A los dictadores, obnubilados, enceguecidos, por el poder, se les olvida que el territorio que fustigan y exprimen es, aunque les disguste, ajeno, y lo obsequian, lo venden y, en sucia y criminosa sociedad, con narcotraficantes y asesinos, permiten toda la cadena del, este sí, monstruoso negocio.

Hoy me dio la gana de escribir como me da la gana pero, me abstuve a medias; solo aparecieron brochazos; hasta aquí: el Muisca, por mentiroso, por traidor a la patria y a la amistad, por fantoche derrochador de lo ajeno, se ganó el desprecio público.  Se le puede decir cómo nos dé la gana.