24 de enero de 2013 - 12:00 am -
El historiador Orlando Inoa tiene la teoría de que Juan Pablo Duarte es, y sigue siendo, el más importante personaje histórico dominicano, pero al mismo tiempo es un perdedor por antonomasia.
Duarte perdió la batalla por el protagonismo en la independencia dominicana. No estuvo en el centro de los acontecimientos, ni estuvo en el país, en el momento en que se dio el trabucazo.
Vivió exiliado, no pudo ser presidente, y cuando el país fue anexado a España estaba fuera del ámbito nacional, perseguido, acosado, enfermo. Llegó al país con muchas dificultades, y se puso a la orden del movimiento de la restauración, pero no lo quisieron.
Las batallas importantes del sur del país Duarte quiso vivirlas, y no le fue posible. Lo acusaron hasta de montar a caballo como las mujeres y de cubrirse con sombrillas.
Duarte quiso ser soldado y no pudo. Duarte fue presentado como candidato presidencial en las elecciones de 1865, luego de la restauración, y sacó solo 3 votos.
Luego fue pobre, se exilió de nuevo, se enfermó y tuvo que deambular por las amazonías venezolanas haciendo prestidigitación. Se dice que vendía libros o que realizaba actividades taumatúgicas. O que fabricaba velas.
Duarte murió el 26 de julio de 1876 en Venezuela. Nunca abrió una carta del gobierno dominicano intentando compensarle sus sacrificios. En realidad no lo quiso hacer.
Luego de su muerte, siguió siendo una persona echada a un lado. No hay un padre de la Patria, sino tres. Cuando sus restos fueron traidos de Venezuela quien los recibió fue el síndico de la capital.
Ahora con el bicentenario de su nacimiento, por más que se diga, está siendo golpeado por la ignorancia sobre su obra, por el olvido, y por el tipo de actividades que se están planificando. Como si no fuera el padre de la Patria. Una verdadera pena.
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