Madrid
Como ocurre con otros grandes escritores que relatan su experiencia como supervivientes del Holocausto, como Elie Wiesel o Imre Kertèsz, el valor de la obra del italiano Primo Levi va mucho más allá de lo literario (aunque en este terreno sea inmenso). La era de los testigos de la Shoah está a punto de acabar, los últimos supervivientes, y también los últimos verdugos, se van apagando poco a poco y la memoria desaparece con ellos. Por eso obras como la Trilogía deAuschwitz, que acaba de reeditar Península en un solo volumen traducido por Pilar Gómez Bedate, son más importantes que nunca: sólo a través de la lectura de los relatos de los que estuvieron allí se puede tratar de entender, aunque sea remotamente, el horror incomprensible del nazismo y del Holocausto, cuyo día internacional se conmemora hoy miércoles.
Primo Levi (1919-1987) escribió también una serie de informes para diferentes instituciones o para prestar testimonio en procesos penales contra criminales de guerra, en los que describe su paso por los campos de la muerte, que acaban de ser rescatados en un volumen, Así fue Auschwitz (Península, en traducción de Carlos Gumpert). Secos, apenas sin adjetivos, cargados de horror, son una lectura que resulta difícil de olvidar.
Químico de formación, el escritor turinés fue miembro de la resistencia italiana. En un oscuro episodio rescatado recientemente por Sergio Luzzato en su libro Partisanos(Debate), su brigada ejecutó a dos hombres por saqueadores, aunque todo indica que Levi no participó directamente. En septiembre de 1943 fue detenido por la policía fascista y, al declararse judío, en vez de ser ejecutado inmediatamente por partisano, fue deportado aAuschwitz. Sobrevivió gracias a su oficio de químico y a grandes dosis de fuerza y suerte en el campo satélite de Monowitz (Auschwitz III). Allí eran destinados aquellos que, como relata el propio Levi, estaban condenados a ser exterminados a lo largo de varios meses con el trabajo esclavo, no inmediatamente en las cámaras de gas.
A su vuelta de los campos escribió Si esto es un hombre, uno de los libros más importantes del siglo XX que, sin embargo, tardó bastante tiempo en encontrar editor quizás porque era demasiado pronto para que la sociedad quisiese enfrentarse a la magnitud de lo ocurrido durante la noche y niebla del terror nazi. La Trilogía de Auschwitz se completa con La tregua y Los hundidos y los salvados, aunque Levi también escribió libros muy diferentes como El sistema periódico oSi ahora no ¿cuándo?, sobre un grupo de partisanos. El 11 de abril de 1987 se suicidó tirándose por la escalera de su casa de Turín.
La obra de Levi logró un gigantesco impacto y se puede decir que ha entrado a formar parte de la memoria negra de la humanidad. Nunca ha dejado de ser traducido, reeditado y, sobre todo, leído. Sus obras completas acaban de ser publicadas en inglés, con un prólogo de la premio Nobel Toni Morrison. En una de las reseñas, publicada en The New York Review of Books, el traductor, novelista y experto literatura italiana Tim Parks escribe que "Levi siempre quiso enfrentar al lector al Holocausto con toda crudeza, sin proporcionarle nunca un refugio en una zona de confort". Este principio se aplica especialmente a los documentos que contiene Así fue Auschwitz, varios de ellos escritos a medias con su amigo, el médico Leonardo De Benedetti, con el que compartió cautiverio.
"Informe sobre la organización higiénico-sanitaria del campo de concentración para judíos de Monowitz", el texto central del volumen, escrito a petición del Ejército soviético, es uno de los primeros relatos que describen el sistema de funcionamiento de Auschwitz, desde los Sonderkommando, los internos obligados a ocuparse de las cámaras de gas y los crematorios que centran la impactante película El hijo de Saúl, hasta la anulación de la voluntad de los deportados, que se convertían en zombis que sólo podían esperar la muerte, el hambre o el castigo. También es espeluznante cuando describe la procedencia de los presos con los que compartió aquel campo satélite de Auschwitz: judíos de toda Europa, de todos los oficios y clases sociales, arrastrados por los nazis hasta los confines de Polonia para su asesinato.
Son también muy interesantes sus testimonios para diferentes procesos, entre ellos el de Adolf Eichmann, sobre el que Hannah Arendt escribió su famosa teoría de la banalidad del mal. En aquellos textos, algunos muy tempranos, tanto De Benedetti como Levi ya consideraban que la responsabilidad del horror "incumbe en forma colectiva a todos los soldados, suboficiales y oficiales de las SS destinados allí". En los últimos dos años han sido procesados en Alemania varios guardias de Auschwitz basándose en ese mismo principio: el hecho de haber trabajado en el campo de exterminio, no importa el rango ni la misión, es ya un crimen en sí. Levi también denuncia un asunto crucial: el papel de la industria alemana en el trabajo esclavo. "Los campos no eran un fenómeno marginal: la industria alemana se basaba en ellos; eran una institución fundamental de la Europa teñida de fascismo y por parte de los nazis no se ocultaba que el sistema se mantendría, mejor dicho, se extendería y se perfeccionaría". Son textos que carecen de la intensidad literaria de Si esto es un hombre, pero que colocan al lector ante el horror, sin concesiones ni filtros, sólo con la memoria de un testigo.
INAGOTABLE HOLOCAUSTO
En uno de sus textos, Levi lamenta que "a diez años de la liberación de los campos de concentración es triste y significativo verse obligado a constatar que, en Italia por lo menos, el tema de los campos de exterminio, lejos de haberse convertido en historia, se encamina hacia el más absoluto olvido". Es una de las pocas cosas en las que el escritor italiano se equivoca: 70 años después del final de la II Guerra Mundial, la Shoah sigue siendo objeto de una atención constante a través de nuevos libros y de películas.
En 2015, se publicaron dos obras muy importantes, KL. La historia de los concentración(Crítica), de Nikolaus Wachsmann, y Tierra negra (Galaxia Gutenberg), de Timothy Snyder, mientras que el 15 de enero se estrenó en España El hijo de Saúl, un filme del húngaro László Nemes que ganó el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes. La película sigue a un miembro de un Sonderkommando y trata de reflejar todo el horror de Auschwitz tal y como se vería desde la visión de un deportado. La película ha logrado un impacto enorme y ha revitalizado la interminable polémica sobre la legitimidad de narrar el holocausto a través de la ficción.
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