Hamlet Hermann Pérez pertenecía a una especie que resiste a entregarse. La conforman personas íntegras, que renuncian a la riqueza material que emana del poder, que se jugaron la vida y se la juegan si tienen que volver a hacerlo en aras de causas y no de intereses. Que no luchan para ellos, porque han tenido todo lo que pueden desear, sino por esa masa que ha perdido, si es que la tuvo en alguna ocasión, hasta la esperanza. De la misma manera que se habla del Hamlet de la revuelta de abril de 1965, del que acompañó a Caamaño en la expedición de Playa Caracoles en 1973, hay que hablar del Hamlet que murió de un infarto cuando transitaba por la avenida George Washington, porque es la misma persona.
Cuando abandonó la dirección del Colegio de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), donde también ejercía como profesor, para participar en la expedición guerrillera encabezada por Caamaño, lo hizo por convicción. Fracasado el movimiento, si no volvió a empuñar el fusil se debió única y exclusivamente a que entendió que la lucha no era con las armas, sino a través de la organización y concienzación de la población.
Se enroló en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), del cual llegó a formar de su Comité Central, pero lo abandonó cuando entendió que la formación se había apartado de sus lineamientos. Respetó, pero se negó toda la vida a actuar como oportunista de nuevo cuño, sepultando sus principios y haciéndose indigno de su trayectoria.
Mientras haya alguien que la recuerda ninguna persona será olvidada. El principio se aplica a quien también era un prestante profesional, que trabajó en el diseño y construcción de las principales y carreteras y en por lo menos dos aeropuertos. Siempre preocupado por el pandemonio del tránsito, Hamlet, que alumbró obras tan testimoniales como “El guerrillero y el general”, el libro que escribió con el general Ramiro Matos González, uno de los oficiales que combatió a los expedicionarios que llegaron con Caamaño, sacaba tiempo para las tertulias y la diversión. Con su gran amigo, el periodista Ramón Colombo, se dejó caer en algunas ocasiones por “El Secreto Musical” para bailar son.
La muerte de Hamlet, ese guerrillero, escritor, intelectual, deportista, académico, analista y demás ha sido una gran pérdida para la nación. Él, como muchos otros, sentía una profunda admiración por el uruguayo Eduardo Germán María Hughes Galeano, mejor conocido como Eduardo Galeano, el autor de un clásico como “Las venas abiertas de América Latina”, quien se había marchado el 13 de abril de 2015. Los dos tenían en común su origen de clase media alta y que abrazaron la lucha por la justicia antes que ser indiferentes a los abusos y atropellos del poder político y económico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario