"Las expediciones de Junio de 1959, para derrocar por la vía de las armas al dictador Rafael Leonidas Trujillo tienen como antecedentes las actividades y la propaganda del exilio antitrujillista tanto en Cuba como en Venezuela, Puerto Rico y Nueva York, Muy temprano iniciado el régimen de Trujillo, comenzó a organizarse bajo la orientación de Estrella Ureña, Ángel Morales y otros que habían llegado a Cuba entre 1930 y 1933, la expedición del Mariel.
Más tarde, en 1947 bajo el liderazgo de Juancito Rodríguez, Juan Bosch y Juan Isidro Jimenes-Grullón, se organizó la expedición de Cayo Confites, la que, aún saliendo hacia Santo Domingo, no pudo alejarse mucho de la costa cubana, y en 1949, con Julio Horacio Ornes, y…, la fracasada expedición de Luperón. Esta última, tocó suelo dominicano por la bahía de Luperón el 19 de junio del referido año.
El triunfo de la revolución cubana como antecedente regional, exaltó las expectativas de triunfo contra la dictadura de Trujillo, contando con el apoyo de Fidel Castro y Cuba, así como de Rómulo Betancourt y Venezuela. El sueño tanta veces postergado, de poner fin al régimen dictatorial, de repente apuntó a unos preparativos acelerados que, llevaban a la improvisación tanto en el campo militar como político, acogiéndose al ejemplo de la lucha guerrillera de la Sierra Maestra.
El liderazgo del Movimiento de Liberación Dominicana y los cientos de combatientes que se concentraron en Mil Cumbres, tenían muy alta la moral antitrujillista, pero se olvidaron, tal vez por la prisa y por la desesperación de ponerle fin a casi 30 años de tiranía e instaurar la libertad y la democracia en la República Dominicana, de preparar la resistencia interna y de elaborar planes propagandísticos para promover los fines del movimiento y la justeza de su causa, ante el pueblo dominicano. Además, estaban desarticulados de los núcleos y personas que podían formar parte de una estrategia militar que tomara en cuenta la resistencia interna. Desconociendo los niveles alcanzados por Trujillo en la manipulación de la sociedad, olvidaban los controles de inteligencia, el miedo psicológico y la prédica del régimen que hacía que el pueblo viera como bueno y positivo la persecución, el crimen, la vigilancia y la figura del dictador.
Para mantener la enajenación de la sociedad el gobierno mantuvo activo, siendo muy efectivo en sus propósitos, al Partido Dominicano, el Servicio de Inteligencia Militar, el sistema educativo, la Iglesia Católica y la prensa nacional. Y aún más; todas las instituciones, sin importar su carácter político, cultural, deportivo, religioso, profesional, sindical o de género, obedecían y reproducían las líneas trazadas por el sátrapa.
La táctica de los expedicionarios descansaba en la lucha guerrillera, inspirado en el ejemplo de los revolucionarios cubanos y el triunfo de Fidel Castro, y como dice el doctor Emilio Cordero Michel, pensaban que el foco guerrillero crearía las condiciones revolucionarias dominicanas, sin contar con el más mínimo contacto con núcleos de la oposición interna, asegurando de antemano el fracaso militar de las expediciones” (p. 19).
Además, aunque los expedicionarios eran conocedores de la importancia de la propaganda para promover la validez de su causa y las razones que lo llevaban a luchar contra la dictadura a través de las armas, no dieron la importancia a la propaganda interna y sólo se apoyaron en las transmisiones de radio desde Cuba y Venezuela; transmisiones que si bien podían ser captadas en la República Dominicana, por el nivel de control de los servicios de inteligencia y el miedo a ser sindicado como antitrujillista, que en la mente del pueblo se entendía sinónimo de comunista, ateo, enemigo de la iglesia y de la propiedad privada, eran contados los que se atrevían a escuchar esas transmisiones. Por esa razón, aun los expedicionarios tenían un programa mínimo de reivindicaciones económicas, políticas y sociales, los fines perseguidos en ese programa eran totalmente desconocidos por la población. Parece que no tomaron en cuenta, como dice Regis Debray, que “la propaganda armada tiene que ver con el frente interno de la guerrilla más que con su frente externo”. (La propaganda armada. Regis Debray. Revista ahora, 487, 12 de marzo de 1973. pp. 31-34
Prueba de que valoraban la importancia de la propaganda y la inteligencia, pero al momento de actual no la tomaron en cuenta, la encontramos en la Primera Ordenanza de la Unión Patriótica Dominicana, una de las organizaciones que integraban el Movimiento de Liberación Dominicana. En ella se plantea como uno de los servicios el de “inteligencia y propaganda”-( UPD, Ordenanza no. 1, del Ejercito de Liberación Dominicano). Además, en una hoja impresa por el MLD, firmada por Enrique Jiménez Moya y al parecer para ser distribuida en la República Dominicana, quedaba clara la intensión de que la población conociera los propósitos y fines perseguidos.
En ella se anunciaba 1) la creación inmediata de una Junta Revolucionaria de Gobierno en el Exilio, que representaría los intereses de la Revolución y del pueblo dominicano en armas. 2) “Integrar dicha Junta Revolucionaria de Gobierno en la siguiente forma: Doctor Juan Isidro Jimenes-Grullón, quien la presidirá, Doctor Luís Aquiles Mejía, Doctor Francisco J. Castellanos, Doctor Francisco Canto y señor Cecilio Grullón, miembros. Publíquese y ejecútese. Dado en campaña, en territorio dominicano, a los X días del mes de junio de 1959”.
También se llegó a preparar un manifiesto, que fue leído en emisoras cubanas y escuchado por algunos oposicionistas y oficialistas a través de la radio, informando sobre el desembarco de los héroes de Junio. Tiempo después, el Jefe de la Fuerza Armada dominicana declaró a la prensa que el día 16 de junio los servicios de inteligencia habían escuchado las informaciones sobre el desembarco, anunciado por los exiliados que se encontraban en Cuba.
Y como lo testimonia Delio Gómez Ochoa, en su libro La Victoria de los Caídos:
la prensa cubana se hizo eco de informes llegados al parecer de suelo dominicano que precisaban que Enrique Jiménez Moya, Miguelucho Feliz y Mazú Peroso, comandaban grupos guerrilleros en Constanza, los cuales dominaban desfiladeros, e importantes carreteras (…). Es de suponer, --dice Delio Ochoa--, que este tipo de informaciones, caracterizadas por su efectismo procedieran de círculos antitrujillistas en el exilio, cuyo deseo de ver a su patria libre los aventuraba a pecar de un optimismo excesivo..” (p. 145).
Otro manifiesto que circuló en el exilio, denunciaba los males de la dictadura de Trujillo, y planteaba que el movimiento iniciado traducía la voluntad del pueblo: “A él se han unido hombres valerosos y dignos que pudieron quebrar el cerco establecido por la tiranía. Y a medida que se vaya extendiendo seguirán con seguridad las incorporaciones. A la postre, englobará a todos los hombres puros del país, aptos para la lucha”. (...). Diversos focos insurreccionales se han establecido en distintas zonas del país, y en ellos luchan, día y noche, con alto espíritu de sacrificio, los soldados de la libertad y la justicia. (…). Todos los países de América se hallan solidarizados con el movimiento en marcha.” (…)” . El manifiesto estaba firmado por: Juan Isidro Jimenes Grullón, Francisco Castellanos, Luís Aquiles Mejía, Francisco Canto, Cecilio Grullón, Enrique Jiménez Moya. Pero como sabemos, en las playas y montañas del país la situación militar era otra.
Partiendo de las debilidades de los expedicionarios, a que hicimos referencia anteriormente y partiendo del control político, de inteligencia y militar de la dictadura sobre la población, el fracaso militar de los patriotas antitrujillistas parecía previsible.
Del lado de la dictadura la situación se dio a la inversa, pues se tomaron medidas por adelantado que tendían a evitar el triunfo revolucionario. El régimen había infiltrado el exilio, conocía los planes que se estaban gestando en Cuba, tenía informaciones sobre el apoyo de los venezolanos y cubanos al Movimiento de Liberación Dominicana, y mantuvo en vigilia su maquinaria de control, inteligencia y vigilancia, poniéndola en condiciones de evitar sorpresas y responder a partir de estrategias elaboradas para el caso de que los antitrujillistas llegaran a las playas dominicanas. “Trujillo conocía todos los planes, los nombres de los que se entrenaban y hasta algunas fotografías tomadas en Mil Cumbres”, como apunta Emilio Cordero Michel. (Emilio Cordero Michel, La expediciones de junio de 1959, Ecos no. 7, 1999. p. 20-21).
La dictadura partía de una estrategia anti guerrillera que ya estaban siendo puestas en marcha por gobiernos antidemocráticos de la región. Esa estrategia coincide en gran parte con un ensayo publicado en 1973 por Fernando Frade titulado la Guerra Psicológica contra la guerrilla: (Revista ahora, 487, 12 de marzo de 1973. pp. 35-38).
Haciendo una rápida lectura de la prensa dominicana de entonces, especialmente los periódicos El Caribe y La Nación, que eran los de mayor circulación nacional, podemos identificar los aspectos más sobresalientes en la estrategia utilizada por el gobierno en su lucha contra los expedicionarios: 1) mantener la población desinformada, 2) presentar la unidad de las fuerzas armadas y toda la estructura del Estado apoyando al gobierno. 3) Desarrollar operaciones de inteligencia, propaganda y militar contra los expedicionarios; 4) Evitar el contacto de la guerrilla con la población, 5) Hacer que la población denunciara y persiguiera a los guerrilleros, 6) así como denunciar a los gobiernos extranjeros que apoyaban al movimiento. Además, 7) Resaltar cualidades negativas de los líderes y de los propósitos perseguidos, 8) Aumentar el control político de la población a través de la persecución y la cárcel, y 9) llevar al ánimo de la población que todo estaba normal.
También, 10) Promover movimientos de apoyo al gobierno y repudio a los expedicionarios, 11) Destacando el rechazo de familiares a sus acciones antitrujillistas, condenándolos y apoyando el régimen; 12) Todo esto en medio de una intensa prolongada propaganda a través manifestaciones multitudinarias que eran destacadas en los medios: mensajes, noticias y canciones de reafirmación trujillistas y de repudio a los expedicionarios a través de la radio, la televisión y la prensa escrita exaltando la derrota militar de los expedicionarios y presentándolos como traidores al gobierno de Trujillo, a sus propios compañeros de luchas y a los gobiernos solidarios con la causa dominicana. Todo para demostrar la fortaleza del régimen, la derrota de los revolucionarios antitrujillistas, justificar sus planes contra Cuba y Venezuela, y sobre todo, mantener el control político y militar sobre la población dominicana.
Las informaciones sobre la llegada de los expedicionar
ios antitrujillistas comenzaron a ser publicadas el 20 de junio, cuando el régimen presentó ante la televisión al Capitán piloto Juan de Dios Ventura Simó, pero la información apareció disimuladamente en la página 5 de La Nación.
Con esa presentación comenzó la farsa propagandística del régimen: el jefe de las fuerzas armadas, General José García Trujillo, hizo publicar en la prensa, el 19 de junio, que los expedicionarios fueron engañados por el gobierno de Trujillo y que para ese fin se auxiliaron del piloto Capitán Juan de Dios Ventura Simó, quien según él , había sido enviado a Puerto Rico haciéndose pasar por un perseguido cuando en realidad “estaba en servicios especiales”. En su presentación grabada se le hizo leer un comunicado denunciando la participación de Cuba y Venezuela y se destacó que había sido ascendido a Teniente Coronel y condecorado con la Orden de Duarte, Sánchez y Mella en el grado de Comendador. Fue asesinado horas después de su declaración.
En sus memorias, el Jefe del Servicio de Inteligencia Militar, Jhonny Abbes García, describe la forma en que, a partir de las informaciones en poder de los organismos de seguridad, el gobierno comenzó a prepararse para enfrentar las posibles expediciones contra la dictadura:
En conocimiento de que los patriotas habían desembarcado en Constanza y que todavía no habían sido derrotados por las tropas leales al gobierno, y como una forma de mantener el control de la situación manteniendo al pueblo alejado de los expedicionarios, el temible jefe del SIM escribió: “Por nuestra parte, hicimos reforzar los servicios de vigilancia interna y el personal del Servicio de Inteligencia Militar fue aumentado notablemente. Se iniciaron los sistemas de patrullas nocturnas en pequeños automóviles de fabricación europea, para hacer visible la presencia de agentes nuestros en las calles de cada población. (…). Era una medida de tipo psicológico, encaminada a crear un poco de temor popular, pues tarde o temprano el pueblo se enteraría de la invasión y era necesario que ya estuviera madura en asuntos de “intranquilidad”. (p.231).
Otra forma de control político contra la población, aparece en un memorandum firmado por Candido Torres Tejeda, Capitán de Corbeta y Jefe del Servicio de Inteligencia Militar:
Memorando: 1. Experimentamos el honor de llevar al elevado conocimiento de Vuestra Excelencia, de la manera respetuosa, en relación con la comunicación marcada el No. 12633 por el señor José Núñez Mejía, que, encaminadas las investigaciones pertinentes por este Departamento, se ha podido evidenciar que dicho señor fue encarcelado militarmente por orden del entonces General de Brigada Juan Tomás Díaz, E.N., en vista de que el mismo no hizo acto de presencia por ante las autoridades competentes, como era su deber, al ser invadido el territorio nacional por Constanza, hasta que la situación en el frente quedó ampliamente definida en nuestro favor, actitud que interpretó el citado oficial, E.N., como muy dudosa, ya que en aquella ocasión no pudo Núñez MEJIA justificar claramente la falta de cumplimiento a sus deberes de dominicano agradecido y trujillista a toda prueba que dice ser. Por tal circunstancia fue incluido en el grupo de personas dudosas que fueron detenidas por Orden del General Díaz, E.N., por considerarlo como medida de seguridad, dados los acontecimientos que se estaban desarrollando. 2. Con igual respeto, nos permitió apuntar que las referencias obtenidas respecto de Núñez Mejía, lo señalan como persona de poca o ninguna seriedad y que no merece se le otorgue concesión alguna. De Su Excelencia, con muestras de la más alta consideración y respeto, CANDIDO TORRES TEJEDA, Capitán de Corbeta, M. de G., Jefe del Servicio de Inteligencia Militar, 21 de junio de 1960.
Aunque el silencio y la desinformación, además de la manipulación de las informaciones referentes al desembarco era la regla del régimen de Trujillo, corresponsales de agencias informativas internacionales, como es el caso del periodista Harold Milks, de AP, enviaron informaciones que no aparecían en la prensa y que en cierto modo dejaban en claro lo que estaba pasando en el país.
Harold Miles informó a su agencia el 21 de junio: “Las tropas dominicanas prosiguen hoy la búsqueda de invasores antitrujillistas a lo largo de la costa norte de esta nación isleña. Mientras tanto, la batalla de radiodifusiones entre Cuba y la Republica Dominicana parece traer aparejada amenazas de nuevos conflictos. Se espera en esta capital de un momento a otro, el regreso del Generalísimo Rafael Trujillo de la costa norte, donde sus tropas buscan a los restos de la fuerza de invasión, estimada en unos 200 hombres, que desembarcaron allí el 22 del actual. Trujillo ha prometido dar un informe completo al Congreso sobre la denuncia dominicana de que el ataque desde el mar esta apoyado por cubanos.
Los observadores en Ciudad Trujillo, donde la situación parecía hoy completamente normal, hallaron enormes dificultades para extraer los hechos reales de los rumores en la guerra fría del Caribe que, sorpresivamente, se transformó en un conflicto real.
En los círculos dominicanos mejor informados y la información exterior disponibles aquí, parece convenir en que desde medidos de junio ocurrieron estos sucesos:
-Alrededor de las 17:00 oras de la tarde del domingo 14 de junio, un avión C-46, pintado de gris, que se cree llevaba la insignia dominicana, aterrizó en la base aérea de Constanza, a unos 200 kilómetros de Ciudad Trujillo, conduciendo a más de 50 insurgentes armados. Estos se dividieron en pequeños grupos y se internaron en la zona montañosa del país.
Operando como comandos, bien adiestrados, estos insurrectos irrumpieron a través de zonas agrícolas de inmigrantes húngaros, japoneses y españoles, para llegar a sus escondiste de los cuales, según afirmó el gobierno, fueron expulsados y aniquilados.
El sábado siguiente, dos lanchas a motor se aproximaron a la costa norte dominicana y desembarcaron más de 200 hombres armados, después de aguardar cinco días en el mar la señal de los invasores de Constanza.
El gobierno dominicano anunció ayer que las dos embarcaciones, descritas como veloces moto-lanchas de unos 25 metros de eslora, fueron atacadas y hundidas por unidades de la marina y la fuerza aérea dominicana. Sin embargo, en fuentes bien informadas de aquí se dijo que las dos embarcaciones fueron destruidas después de desembarcar con todo éxito a sus ocupantes y huir hacia el mar.
El anuncio dominicano afirma que la fuerza atacante, que parecía menos adiestrada que el grupo que llegó a Constanza, fue destruida completamente por las tropas dominicanas apoyadas por los machetes de los campesinos leales al régimen.
Otros informes dijeron que un número considerable de insurgentes escapó hacia el interior de la isla en grupos pequeños, pero eran acosados implacablemente por campesinos leales a Trujillo, acicalados por las promesas de una recompensa de 1,000 pesos por cada rebelde capturado.
Circularon aquí informes aislados, sin confirmación oficial, en el sentido de que pequeñas bandas de infiltrados llegaron a la parte noroeste de la República Dominicana al cruzar la frontera después de desembarcar en Haití. Para combatir tal posibilidad el gobierno dominicano está reforzando sus fuerzas armadas llamando a filas a nuevos soldados.
Unos diplomáticos extranjeros dijeron aquí que varios gobiernos, inclusive el de los Estados Unidos, se están haciendo llamamientos a todos los países comprometidos para reducir la tensión y para que se ponga fin a las campañas de propaganda incitando a la violencia en la región.
Algunos diplomáticos achacaron gran parte de la tensión a los incontrolados ataques hechos contra varios países del Caribe por estaciones de radio de otras naciones, especialmente entre Cuba y la Republica Dominicana. (….).
Como ya al régimen le era imposible mantener en secreto el desembarco guerrillero, desde el 20 de junio la compaña de prensa contra estos arropaba todos los medios informativos del país, como lo demuestra la carta que dirigió José Javier Núñez a Trujillo, y en la que relata sus hazañas como parte de los campesinos que persiguieron a los revolucionarios. Era parte de la campaña para comenzar a dar la impresión ante la población de que todos los sectores eran leales al gobierno de Trujillo. Núñez cuenta con orgullo cómo engañó y ayudó a capturar a varios de los expedicionarios y diciéndole en su carta a Trujillo: : “Aquí le doy fe y testimonio de toda mi actitud asumida en ayuda de la defensa de mi Patria, su persona y Gobierno y de todos los Trujillos”.
Debemos que destacar, que mientras los expedicionarios eran perseguidos, asesinados y otros capturados, en la prensa dominicana Trujillo daba muestra de que en el país no ocurría nada y por lo tanto, la presencia de los guerrilleros no entorpecía las labores del Estado ni la suya. Tal vez por esta razón, en la prensa Trujillo comenzó a aparecer apadrinando boda y participando en actos sociales. Y la vez que hacia esto, presentaba ante la población y la prensa internacional el apoyo recibido por todos los sectores del país, cuidándose de dejar bien claro las fuerzas que lo apoyaban, como por ejemplo el gobierno de los Estados Unidos, las Fuerzas Armadas, y la población en general. Como parte de ese apoyo, se insistió en presentar a unos seis mil campesinos como responsables de las muertes de los expedicionarios.
Logrados los propósitos del régimen, cuando ya se entendía que la expedición había fracasado, se comenzó a destacar los detalles de lo que hasta ese momento, Trujillo entendía como victoria militar definitiva, encargándose de informar sobre las bajas, aunque escondiendo que la mayoría de los expedicionarios habían muertos en las cámaras de torturas de San Isidro, la Cárcel del 9 de la Carretera Mella, y La 40. En la prensa Trujillo apareció informando que los expedicionarios muertos en combates fueron 168, cuando en realidad, como lo demuestra Emilio Cordero Michel en uno de sus escritos, los muertos en combates fueron sólo 58, los demás fueron asesinados: 33 heridos y luego rematados; 29 fusilados en el lugar donde fueron capturados; 78 asesinados en la Base Aérea de San Isidro estando presos; 72 torturados y luego fusilados en cárcel de La 40 y la cárcel del 9 de la carretera Mella; el total de los muertos ascendió a 192 y sólo quedaron 5 expedicionarios vivos.
Concomitantemente, continuó con el proceso de opinión pública para demostrar que la República Dominicana había sido agredida por fuerzas extranjeras que para él eran enemigas de la democracia, como sucedió con Cuba y Venezuela, a la vez que se aprovechaba de los sobrevivientes para presentarlos dando testimonios sobre la responsabilidad de esos países en los preparativos y apoyo del
Movimiento de Liberación Dominicana.
Para ese fin utilizaron al comandante Delio Gómez Ochoa, quien fue presentado el 12 de julio y se le fotografió al lado del cadáver del comandante Enrique Jiménez Moya. Se le hizo firmar una declaración que luego fue publicada en todos los medios y en la que dice : :”Como ustedes saben, el principal autor de esta intervención bélica contra la Republica Dominicana, fue Fidel Castro, ya que en territorio cubano y bajo su patrocinio, fue que se despacharon las expediciones conocidas. Pero, otros tres maleantes internacionales contribuyeron a la realización de esta agresión armada. Son ellos Rómulo Betancourt, José Figueres y Luís Muñoz Marín,”
Ya para mediado del mes de julio de 1959 la maquinaria de prensa de Trujillo, principalmente a través de los dos principales medios informativos que eran de su propiedad, resultaba asfixiante. Junto con los trabajos de inteligencia del SIM, el encarcelamiento de personas consideradas opositoras y las muertes de los expedicionarios, el régimen comenzó a desacreditar las personas que eran consideradas como traidoras a la dictadura, como aconteció con Homero Hernández, quien había sido funcionario de la embajada dominicana en Ecuador y desertó para apoyar a los expedicionarios, y contra el doctor Emilio Cordero Michel quien desertó de la embajada dominicana de Nueva York y su hermano José Cordero Michel se encontraba entre los que ofrendaron su vida contra la tiranía. Resulta demostrativa la carta enviada por Enrique Marchena, Jefe de la Delegación de Nueva York, dirigida a Trujillo el 10 de julio de 1959, anunciando la deserción de Don Emilio:
“Le escribo estas líneas—y le solicito sus excusas—bajo la indignación que me ha producido la conducta de Emilio Cordero Michel, hasta hace unas hora Secretario de 1ra. Clase de esta Misión. Permanente, en la cual con un manto de absoluta hipocresía, cumplía funciones administrativas mientras proyectaba desertar a las filas enemigas de la Republica y de su alto credo político. Cuando le llamaba recientemente la atención hacia su abulia me prometía en vano tomar interés en nuestros asuntos, hasta llegar yo a la conclusión de que me vería forzado a solicitar su llamada al país, considerando que técnicamente no me servia en la Misión, indiferente a su trabajo, aunque las ordenes las llevaba a cabo pero de ahí, no mas. (…). El tipo de traición de Cordero es de aquellos que tienen mayor relieve por la premeditación que le ha acompañado: engaño, mentiras, apariencias de lealtad y en fin, todo lo que es despreciable en cualquier ser humano, si se piensa simplemente en la generosidad que Vuestra Excelencia demostró hacia él y su familia”.
Para concluir la farsa, todo el que de una manera u otra resultaba sospechoso de ser disidente, terminaba por lo menos enlodado por la mentira, desacreditado y peor aún, humillado, como pasó con muchos de los padres y madres, tios, hermanos y hasta cuñado de los expedicionarios. El fondo presidencial del Archivo General de la Nación contiene innumerables cartas hecha firmar por los servicios de seguridad y los familiares se veían obligados a firmar para evitar la cárcel o la muerte. Como muestra la carta firmada por Elías Antonio Frías Rodríguez, cuñado de Enrique Belliard Sosa, uno de los expedicionarios muertos, y la que aparece firmada por Cruz María Almonte Pacheco, madre de Gonzalo Almonte Pacheco. Al leer ambas cartas sin hacer gran esfuerzo, encontramos que ambas, aunque firmadas y publicadas en fechas diferentes, contienen el mismo texto.
La carta firmada por Elías Antonio Frías Rodríguez, María Cruz Almonte Pacheco y Juan Almonte Perelló son una muestra fehaciente de la manipulación, la humillación y el miedo. La publicada en la prensa bajo la firma de Frías Rodríguez dice:
“Generalísimo y Doctor: En ocasión de los hechos criminales con los cuales grupos de sediciosos intentaron alterar la paz, el progreso y el bienestar que vuestra obra patriótica ha proporcionado al pueblo dominicano, me he enterado por medio de “El Caribe”, que en la lista de los muertos de la fracasada invasión manada a nuestras playas por comunistas internacionales y rechazada valerosamente por nuestros soldados y campesinos se encontraba el infame y traidor Enrique Belliard Sosa, quien desgraciadamente era mi cuñado. Querido Jefe, quiero que por este medio acepte mi más formal repudio a la conducta antipatriótica de este ignorante desconocedor del verdadero sentimiento del pueblo dominicano que quiere y sigue a Vuestra Excelencia hasta la muerte. Saluda a su Excelencia con el mayor respeto y la más alta consideración. Elías Antonio Frías Rodríguez, céd. 33459, S. 31”.
Mientras que en la carta de la señora Cruz María Almonte Pacheco, hermana de uno de los expedicionarios, trae el mismo texto de la anterior:
“Querido Jefe: En ocasión de los hechos criminales con los cuales grupos de sediciosos intentaron alterar la paz, el progreso y el bienestar que Vuestra obra patriótica ha proporcionado al pueblo dominicano, me he enterado por conducto de “El Caribe” de que en el grupo de Constanza se encontraba un hermano mío Gonzalo Almonte Pacheco, a quien yo no conozco, ya que tengo 26 años de edad y él según me dicen salió de aquí hace como 20 años; y me decían por otra parte que se había tirado de puente en esta Capital. Querido Jefe, le suplico acepte mi más formal repudio a la conducta antipatriótica de mi hermano, que como expreso anteriormente, puedo decir que no o conocí y que ha sido un desleal a su patria, engrandecida y dignificada por su obra de Gobierno. Generalísimo avergonzada por la cobarde actitud de ese pariente a quien repito que no conocí, quiero significarle al reiterarle nuestra lealtad incondicional hacia su ilustre persona y Gobierno que tan dignamente preside su Honorable Hermano el Generalísimo Héctor Bienvenido Trujillo Molina , Excelentísimo Señor Presiente de la Republica, Con el mayor respeto, le saluda, Cruz María Almonte Pacheco”.
En la del señor Juan Almonte Perelló, hermano de uno de los expedicionario, no aparece el mismo texto, pero sí el formato de todas las que aparecieron en la prensa:
“Supliqué audiencia por telegrama y como consecuencia de orden telegráfica que se me dá por el Capitán Ayudante, Reinaldo A. Hernández Díaz, paso a decirle lo que le habría tenido la altísima hora de haber sido recibido por Vos. Maldición para ese hermano mío, y para todos los que llegaron con propósito de invasión y todos los que intentaron lo mismo. Soy bien conocido por mi fervor hacia su persona y política; pero lo anexo copias de algunas de mis intervenciones de estos que datos que denotan mi lealtad a usted y a su política”. (…). En mi última carta, querido jefe, le decía que llevo dos años y meses que no trabajo. Hoy nadie me puede socorrer más que Vs, que en es mi Padre Espiritual. Y le suplico me socorra para alegría de los míos, de mis hijos, de mi esposa, que me Socorra con alguna ayuda en efectivo y otorgándome un trabajo de cualquier índole o naturaleza que yo sepa desempeñarlo.” (carta a Trujillo por Juan Almonte Perelló, del 8 de julio de 1959.
Los historiadores tienen que tener mucho cuidado al señalar a los familiares como traidores de los expedicionarios y su causa. La mayoría de las cartas publicadas fueron firmadas en un ambiente de miedo y como una forma de evitar la represión y la cárcel. Ahora bien, de todos los métodos utilizados contra los familiares de los héroes de junio, el más bochornoso resultó ser la humillación.
En la Prensa de febrero de 1960, cuando todavía se destacaba a páginas completas el fracaso de la expedición, Trujillo aparecía mostrando una supuesta bondad que nunca tuvo. En medio de la crisis política que resultó de las expediciones de Junio de 1959, decidió liberar los sobrevivientes dominicanos, encarcelados en La Victoria. En aquella ocasión se destacaron en diferentes páginas de los periódicos la humillación que sufrieron las madres de los héroes Mayobanex Vargas y Gonzalo Almonte Pacheco. De esta última el régimen destacó que además de liberarle su hijo Trujillo le regaló mil pesos y se difundió la fotografía del dictador recibiendo un efusivo abrazo de la misma.
Sostengo la hipótesis de que si bien es cierto que Trujillo tuvo una victoria militar contra los expedicionarios, pero desde el punto de vista de la represión, la propaganda, el descrédito, la humillación, la muerte de tantas personas conocidas y la forma como en definitiva el régimen manejó el desembarco, al final saturó la conciencia nacional y todo lo que se hizo para conservar el poder bañando en sangre a la República Dominicana, se revirtió contra la dictadura, pues el tirano terminó mostrando sus debilidades.
Después de leer todos los periódicos El Caribe y La Nación, y parte de los documentos aparecidos en el Archivo General de la Nación, con relación al las expediciones de junio de 1959 y conociendo como durante aquel año comenzó a organizarse definitivamente la resistencia interna con la creación del Movimiento Clandestino 14 de Junio, desvelado en enero de 1960. He llegado a la conclusión y en esto coincido con muchos historiadores y con el héroe nacional Comandante Delio Gómez Ochoa. La derrota de los expedicionarios fue la victoria de los caídos. Con su sacrificio comenzó el final de la dictadura. Muchas Gracias". Alejandro Paulino Ramos
No hay comentarios:
Publicar un comentario