Los placeres de la carne no son privativos de las clases populares. También los dirigentes con las más altas responsabilidades son vulnerables a este tipo de tentaciones. El sexo ha sido y es el ingrediente básico de truculentas historias que han propiciado y propician cambios decisivos en las más elevadas esferas de poder. El de Dominique Strauss- Kahn, sea cual sea el desenlace final, no es más que el último ejemplo. Aquí van algunos, pero hay muchos más.
Rasputín, un místico de gran pene, domina el Imperio Ruso.
G. D. OLMO / MADRID
Gregori Yefimovich Rasputín se convirtió en una figura política de primer orden en los últimos tiempos de la Rusia zarista. Peculiar personaje, considerado un místico extravagante por la opinión pública de la época, consiguió hacerse con el favor de la zarina Alejandra tras aliviar los males de su hijo, aquejado de hemofilia. Desde entonces se convirtió en la mano derecha de los monarcas y atesoró grandes cuotas de poder que despertaron el recelo de la nobleza cortesana y de la plebe, que le atribuía participar en frecuentes y delirantes orgías. Rasputín fue finalmente asesinado en 1916 en un complot aristocrático para acabar con él y su influencia en el gobierno. Tras su muerte fue castrado. El que se cree que es su pene se exhibe en un museo de San Petersburgo. Sus casi treinta centímetros de longitud apuntalan la leyenda de brujo fornicador que el imaginario popular se ha hecho de Rasputín.
Eduardo VIII, el Rey que prefirió su mujer a la corona
El Príncipe Eduardo de Inglaterra había sido siempre un tipo aficionado a las mujeres. Eran conocidos sus frecuentes escarceos con mujeres casadas y mayores que él, lo que causaba honda preocupación en la sociedad y el Gobierno británicos. Cuando en 1936 sucedió en el trono a su padre, el Rey Jorge V, muchos temieron que los caprichos del nuevo soberano causarían problemas a la monarquía. Enamorado de Wallis Simpson, una mujer estadounidense divorciada dos veces, el Rey tuvo que elegir entre su pasión y su corona cuando comprendió que la opinión pública no toleraría su matrimonio con Simpson. Lo hizo. Abdicó en su hermano, retirándose a vivir con la mujer de su vida. No llegó a reinar ni siquiera un año.
Clinton, al borde de la destitución por la felación de una becaria
No imaginaba el 42º presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, que sería un episodio sexual el que le colocaría en los mayores apuros de su segundo mandato. Clinton fue acusado de perjurio y de obstruir la acción de la Justicia tras haber negado las relaciones sexuales que mantuvo con Monica Lewinsky en el interior del complejo presidencial. «El hombre más poderoso de la Tierra» tuvo que afrontar un proceso de «impeachment», el proceso por el que pueden ser destituidos los presidentes norteamericanos. Clinton fue finalmente exculpado, pero todo el mundo supo qué fue lo que Lewinsky le hizo en el Despacho Oval.
Silvio Berlusconi, «il cavaliere» del «bunga bunga»
No se cuidaba mucho el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, de ocultar las juergas que organizaba en diferentes mansiones de su propiedad. Hasta que se supo que el primer ministro utilizaba recursos públicos, como aviones y helicópteros de la Fuerza Aérea para participar en sus «eventos». En ellos, Berlusconi y sus invitados, se solazaban con unas hermosas jóvenes. Alguna demasiado joven, como la conocida como «Ruby robacorazones», con la que Berlusconi habría mantenido relaciones sexuales siendo esta menor de edad. El gobernante se enfrenta ahora a las acusaciones de incitación a la prostitución de menores y abuso de poder, acusaciones que podrían costarle el gobierno. Él dice que todo era mero «bunga, bunga», pero el fiscal no le cree.
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