27 de enero de 2016 - 12:10 am -
El presidente Medina tuvo una mala experiencia cuando en un programa de Tv en la campaña del año 2012, declaró que era contrario a la reelección, para después aspirar a la reelección como si no hubiese dicho nada.
Se debe seguir insistiendo, con la paciencia de la gota de agua que termina rompiendo la piedra, en la necesidad de dar un paso de avance en nuestras campañas electorales introduciendo el debate de los candidatos a la presidencia de la República.
Como el actual presidente de la República, Lic. Danilo Medina Sánchez se vendió como el que haría lo que nunca se ha hecho, tiene una buena oportunidad para demostrarlo y pasar a la historia como el primero en sembrar tan positiva herramienta para ayudar a forjar la convicción del votante.
La regla que se ha aplicado en nuestro país es que el candidato que está arriba en las encuestas no debe arriesgarse concurriendo a un debate en el que puede perder esa posición. Se trata de una postura no inteligente sino astuta, que detrás esconde inseguridad, pero sobre todo desprecio por el mejor interés del votante y de la democracia.
Los debates, sobre todo dirigidos por personas independientes, constituyen una excelente oportunidad para comprometer a los candidatos en temas muy concretos que le son presentados y sobre los cuales deben asumir un compromiso ante todo el país. Pero además, permite al votante conocer el dominio que tiene candidato sobre los temas que son de su interés.
El presidente Medina tuvo una mala experiencia cuando en un programa de Tv en la campaña del año 2012, declaró que era contrario a la reelección, para después aspirar a la reelección como si no hubiese dicho nada. Debe estar pensando ahora que el peligro de participar en un debate consiste en decir cosas que después no pueda cumplir, o tener que responder preguntas sobre los temas más espinosos de su gestión, pero ese es un riesgo que corre como quiera, pues tendrá que dar cualquier cantidad de discursos y aceptar comparecer a algunos programas de tv y responder preguntas. ¿Por qué no arriesgarse y hacer lo que nunca se ha hecho?
Todo presidente quiere dejar un legado para la historia y Medina puede sembrar la zapata de los debates presidenciales en la República Dominicana, y sacarnos del atraso que en esta materia tiene nuestro país, en un momento en que la mayoría de los países latinoamericanos han incorporado ésta saludable práctica electoral.
Recientemente los argentinos se dieron banquete con el debate entre Macri y Scioli. Pero con anterioridad se recuerdan los debates en Chile entre Bachelet y Mathei, en México entre Peña Nieto y López Obrador, en Costa Rica entre 13 candidatos y organizado nada menos que por el Tribunal Supremo de Elecciones. También se celebran en El Salvador, cuya última ocasión en el 2014 convocó a los cinco candidatos; en Guatemala entre Morales (hoy presidente) y Torres; en Panamá, con 7 candidatos, organizado por la Universidad de Panamá; en Brasil entre Dilma, Marina Silva y Aecio Neves; en Uruguay en 2011 en el que participó Pepe Mujica; en Paraguay entre los cuatro candidatos.
En República Dominicana es cuestión de tiempo pues no podemos permanecer de espaldas al mundo en una práctica que podrá tener sus riesgos para los candidatos, pero que son pura ganancia para los electores y la salud electoral del país.
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