“La corrupción destruye la confianza de los ciudadanos en la gestión y la eficiencia del sector público, ya que permite que los recursos del Estado, aportados por todos los ciudadanos, caigan en manos privadas, afectando la calidad de los servicios públicos y debilitando las instituciones. En un continente acostumbrado a la corrupción y con una ciudadanía resignada y convencida de que “nada va a cambiar”, son varias las iniciativas impulsadas por jóvenes que están aflorando” Rosario García Crespo, periodista investigadora.
El contenido del párrafo citado se enriquecería extraordinariamente si se nutre de la experiencia dominicana, en sus diversas manifestaciones.
Ya los dominicanos estamos graduados con doctorado como víctimas de la corrupción y la impunidad, con o sin repercusión internacional.
Como no somos las únicas víctimas de los corruptos, tenemos que asimilar las experiencias positivas y negativas de pueblos hermanos, advertidos de que hay poderes que pescan en río revuelto, como la USAID, para meter sus manos y sus recursos con extraño retorno a corto y/o mediano plazo.
Paralelo con el aporte promisorio de los jóvenes, se valora en su justa dimensión la práctica cotidiana de la democracia, que garantiza, a su vez, la confianza y el crecimiento.
Incluso, existen aglutinamientos titulados “Democracia Primero”, nominación reveladora del respeto mayúsculo que debe predominar en las entidades que empuñan la bandera anti corrupción.
Aunque nos sobra madurez denunciando la corrupción y la impunidad, hay que sumar la resistencia a las violaciones recurrentes del gobierno a derechos consagrados en la Constitución, como el de reunión, circulación y de libre expresión pública del pensamiento.
El cuatrimestre que empieza coincide con la campaña electoral que culmina el 16 de mayo.
Pero la corrupción continuará su agitado curso, con trazas de asumir mayor intensidad.
La propia complejidad y nuevos niveles del forcejo en el torneo politiquero, repercutirá negativamente en el movimiento social, aunque sea por distracción. No se descarta que muchos elija “volver después de la pausa” de mayo.
Esas perspectivas refuerzan la convicción del papel vital de los jóvenes insumisos y el respeto por el rigor de la democracia.
Lo contrario entraña irrespeto ante los colectivos sociales, independientemente de postulados invocados sin aquilatar como se debe los compromisos contraídos.
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