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jueves, 19 de junio de 2014

El afán del dictador de apropiarse de los ingenios y la producción de azúcar

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El dictador Rafael Leonidas Trujillo inspecciona un campo de caña en Boca Chica, en el año 1946. POR: CHICHI DE JESUS REYES chichidejesusreyes@gmail.con Cuando asumió el poder en 1930 el general Rafael Leonidas Trujillo estaba inmerso en todas- las actividades comerciales, con excepción de la producción de azúcar y sus derivados. Enterado de los grandes beneficios que genera esa actividad agroindustrial siete años después “El Jefe” instaló una oficina en el Palacio Nacional que se ocupó de promover una industria azucarera netamente dominicana. Laboraban en esa oficina el licenciado Rafael F. Bonelly, el puertorriqueño Carlos Chardón, licenciado Juan Contín, José Antonio Jiménez Alvarez, Enrique Ubrí Garcia, el secretario particular de Trujillo, Amable Tejeda y Anselmo Paulino Alvarez. Puede decirse un equipo todos estrellas. Para esa oportunidad la producción azucarera local era de alrededor de 500 mil toneladas, cifra que aumentó considerablemtne a mediados del año 1951 con la entrada en operación del ingenio Río Haina, uno de los más grandes del hemisferio y el Catarey, ubicado en Villa Altagracia, y en cuya instalacion se utilizó maquinarias del central Santa Bárbara, de Puerto Rico, y del ingenio Las Pajas, de San Pedro de Macorís. Hasta 1958, Trujillo habia adquirido mediante diferentes modalidades los centrales Boca Chica, Ozama, Amistad, Porvenir, Montellano, Quisqueya, Consuelo y Santa Fe. Eufórico por las grandes ganancias recibidas por la exportación de azúcar, melazas y otros derivados el generalísimo diseña estrategias de contactos con la legendaria familia Vicini, propietaria de los ingenios CAEI, Angelina y Colón, y a tal efecto convoca a su despacho al empresario Juan Bautista Vicini (don Gianni), a quien presentó tentadoras ofertas por la venta del central CAEI. El empresario escuchó tranquilamente las propuestas del dictador pero le advirtió que antes de asumir cualquier promesa u oferta de compra “tendré que viajar a los Estados Unidos, donde están depositados los títulos de propiedad de nuestros ingenios”. Cuando llegó a Nueva York Vicini se unió a los exiliados dominicanos radicados en la urbe, desde donde emprendió ofensivas que dieron al traste con la vida de “El Jefe”, la noche del 30 de mayo de 1961. Don Gianny retornó al país una vez se anunció la desaparición física del dictador. Antes de sus contactos con don Gianni, Trujillo concibió la idea de trasladar el ingenio Santa Fé, desde San Pedro de Macorís hasta la comunidad de Matanzas, Baní, con el deliberado propósito de mortificar a los Vicini, propietarios del central CAEI, ubicado a pocos kilómetros de la ciudad sureña. “El Jefe” instruyó a los secretarios de Obras Públicas y Agricultura, al igual que al director de la Corporación Azucaera (hoy CEA) para que iniciaran los trabajos de desmontes y acondicionamiento de grandes extensiones de Matanzas y sus alrededores para empreder la siembra de caña. El nuevo proyecto no fue bien acogido por los banilejos que censuraron la sustitución de las actividades productivas de bienes alimenticios por plantaciones de caña. El síndico don Fabio Herrera Cabral hizo público su disgusto con la idea del nuevo ingenio, posición que hizo llegar por canales de confianza hasta el dictador. Descartada la idea del traslado del ingenio a Baní los colaboradores del generalísimo se enteraron que la idea del dictador no era más que un proyecto político dirigido a mortificar a la familia Vicini por la decisión de don Gianni Vicini de incorporarse al exilio. “Yo he amenazado con instalar un ingenio en Baní para mortificar a doña Amelia Cabral viuda Vicini, que es una jodona”, expresó confidencialmente Trujillo al director de la corporación azucarera estatal, Hans Wiese Delgado, quien lo recoge en su libro “Trujillo: amado por muchos, odiado por otros, temido por todos”. Doña Amelia era la madre de Gianni. Wiese afirma que refiriéndose a doña Amelia “El Jefe” continuó diciendo: “Ella siempre está protegiendo a las personas desafectas a mi gobierno. Ahí está la prueba: Peña Batlle, Viriato Fiallo y Severo Cabral y Manuel de Ovín Filpo. A ese lo tuve que botar del Río Haina por inservible.. Ese españolito sólo es una postalita. Le di albergue en el país en el (año) 54, lo puse a trabajar en el Central Río Haina y me resultó ser un fracaso”. Visiblemente enojado y refiriéndose a Ovín expreso: “Siempre estaba con la ropa planchadita después de ir a inspeccionar los campos de caña. Se ve que no iba a ningún campo. Era un vago, por eso lo boté. Ahora lo último es que doña Amelia vive conspirando con Viriato para tumbar mi gobierno… Ella cree que yo no lo sé, pero yo estoy informado de todo, yo estoy muy bien enterado. Yo estoy muy enterado de todo, tengo mi gente allí dentro de sus oficinas, yo sé todo lo que pasa allí y lo que piensan hacer… Tengo mi hombre de confianza enquistado en la organización de los Vicini… Y yo lo sé todo…” Originalmente el ingenio de la familia Vicini se llamaba Central Italia, pero cambió de nombre a CAEI (Compañía Anonima de Explotaciones Industriales), a principios de diciembre de 1941, cuando Trujillo declaró la guerra a Italia.

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