El general Kenan Evren, de 96 años, ocupó la presidencia del país entre 1982 y 1989
El general y expresidente turco Kenan Evren fue sentenciado ayer a cadena perpetua como líder del golpe de Estado militar de 1980. Evren, de 96 años, fue jefe de la Junta Militar tras el alzamiento y, tras un polémico referéndum por el que se aprobó una nueva Constitución, presidente de Turquía desde noviembre de 1982 hasta 1989.
El golpe de 1980, el más violento y sangriento de los cuatro sufridos en Turquía en la segunda mitad del siglo XX, dio paso a un régimen que suprimió las libertades civiles, torturó a miles de opositores y condenó a muerte a centenares de ellos, Al menos 50 de los sentenciados fueron ejecutados. Medio millón de personas fueron detenidas y unas 230.000 juzgadas por razones políticas. Cientos de detenidos murieron en prisión y hubo un gran número de personas dadas por desaparecidas tras ser arrestadas.
El tribunal que condenó a Evren emitió la misma sentencia contra Tahsin Sahinkaya, de 89 años, entonces comandante de las Fuerzas Aéreas y, también superviviente de la Junta Militar que gobernó Turquía tras el golpe. La sentencia prescribe que ambos golpistas deben perder su rango militar, lo que los convertiría en soldados rasos, según informó la prensa local.
El portavoz del gobernante Partido para la Justicia y el Desarrollo (AKP, por sus siglas en turco y de tendencia islamista moderada), Huseyin Celik, señaló en su cuenta de Twitter tras la sentencia: “La justicia ha revivido en Turquía”.
Los líderes golpistas condenados, que van a recurrir la sentencia ante el Tribunal Constitucional, defendieron que su alzamiento fue necesario para poner fin a la inestabilidad y violencia durante los años setenta en Turquía, en enfrentamientos entre grupos de diferentes signos políticos. “¿Deberíamos darles de comer durante años en prisión en lugar de ahorcarlos?”, se preguntaba el entonces presidente Evren en 1984, en un discurso que citaba ayer la agencia Reuters.
El fin de la situación de anarquía fue bien recibido por parte de la ciudadanía, aunque también hubo criticas hacia el Ejército por haber permitido, o incluso alentado, la violencia política para justificar después su intervención golpista.
Ni Evren ni Sahinkaya han asistido al juicio y ambos han prestado testimonio mediante vídeos desde hospitales militares. Es previsible que no ingresen en prisión ante su avanzada edad y frágil estado de salud. Pero la sentencia tiene una gran carga simbólica como parte de la estrategia del Gobierno del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, que ha utilizado todos los medios legales a su alcance para reducir la influencia de la clase militar en Turquía, responsable de cuatro golpes de Estado entre 1960 y 1997 y acusada de otras intentonas.
El Ejército se erigió en el garante del Estado laico en Turquía desde la fundación de la actual República en 1923 por Mustafá Kemal, Atatürk, comandante de las fuerzas turcas durante la Guerra de Independencia tras el fin de la I Guerra Mundial.
El juicio contra Evren y Sahinkaya ha sido posible gracias a una reforma constitucional propuesta por el Gobierno y aprobada en referéndum en 2010. Ya en septiembre de 2012, un tribunal de Estambul había condenado a otros tres generales a 20 años de cárcel por “intentar derrocar el Gobierno por la fuerza” en una supuesta conspiración originada en 2003. Entonces, la corte sentenció a diferentes penas de prisión a un total de 331 personas por este caso. Pero el Tribunal Supremo de Turquía advirtió ayer que aquella sentencia violó los derechos de 230 oficiales del Ejército. Esta decisión podría permitir la repetición de aquel juicio y, de esta forma, contribuir a un acercamiento entre de Erdogan y los militares.
El Gobierno del AKP cuenta con un importante apoyo popular y sus 12 años en el poder han estado marcados por un rápido crecimiento económico y un cierto aumento de las libertades democráticas. Sin embargo, en los últimos meses también otra gran parte de la sociedad se ha vuelto contra el primer ministro Erdogan, a quien sus críticos acusan de querer imponer su particular visión religiosa y conservadora a todo el conjunto del país.
Desde las protestas del parque de Gezi del centro de Estambul en mayo y junio del año pasado, ha habido decenas de manifestaciones en varias ciudades contra el “autoritarismo” de Erdogan, quien podría convertirse en presidente en las elecciones de agosto y cuyo Ejecutivo también se vio envuelto en diciembre de 2013 en un caso de supuesta corrupción, por el que cuatro ministros se vieron obligados a dimitir.
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