- Escrito por Hildebrando Chaviano Montes
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Hildebrando Chaviano Montes | Dice en la Biblia: "Por cuanto no eres frio ni caliente, te vomitaré de mi boca". Llena de sabiduría, la palabra de Dios puede tener interpretaciones mundanas, útiles para comprender situaciones en nada relacionadas con iglesias y catecismos.
La Organización de Estados Americanos tiene bien definido el concepto de democracia. Al respecto, no hay más o menos, no hay democracias totalitarias o totalitarismos democráticos, solo existen democracias o dictaduras.
A pesar de lo claro del concepto, la OEA es tibia a la hora de condenar a las dictaduras,...cuando son de izquierda.
Al tratarse de Cuba, en la actitud de la organización como tal, y de los países que la integran, influyen dos elementos manipuladores utilizados desde hace mucho por los viejitos de Birán: uno es la solidaridad, y el otro, la soberanía.
La demagogia de la solidaridad no puede ocultar que la supuesta ayuda de los médicos cubanos en distintos países del área, es un negocio bien lucrativo para el gobierno cubano, basado en un sistema de explotación semiesclavista de esos médicos.
El respeto a la soberanía pretende encubrir que la soberanía en el caso de Cuba, no reside en el pueblo, sino en el Partido Comunista. No es soberano un pueblo sometido a una dictadura, y las democracias no pueden ver como iguales a los gobiernos que no lo son, ni permitir que los estatutos de la Carta Interamericana sean pisoteados impunemente.
Para el caso, no hay diferencia entre Stroessner y Fidel Castro, salvo que los Castros han durado mucho más, hasta el punto de parecer eternos. En el panteón de los dictadores latinoamericanos hay un lugar reservado para el sátrapa cubano, junto a Trujillo, Somoza, Batista, Videla, Pinochet y Duvalier.
Los hombres, las mujeres, los miembros de la comunidad LGBTI, negros, indígenas, jóvenes y empresarios reunidos en la capital del Paraguay, en la 44 reunión general de la OEA, no tuvieron una sola palabra de apoyo al régimen cubano; sí hubo, por el contrario, múltiples manifestaciones de apoyo y aliento a los representantes de la sociedad civil cubana asistentes al evento por primera vez en cincuenta y dos años.
La oposición de buena parte de los representantes de los Estados miembros a la reticencia de los Estados Unidos a permitir la participación de Cuba en la próxima Cumbre de las Américas es una reacción hasta cierto punto esperada en el tradicional enfrentamiento de los países del área con el país del Norte, sobre todo cuando del tema cubano se trata.
Pero de la misma manera que reclaman a los Estados Unidos el derecho de la cincuentenaria dictadura a participar sin condiciones en una reunión donde los gobiernos democráticos son mayoría, deben abogar en ese foro porque los cubanos puedan tener, dentro de la isla, el derecho a la diversidad de opinión política, a asociarse con quien se desee para fines pacíficos y a no ser calificados como traidores por negarse a seguir las ideas absurdas de un grupo de ancianos que llevan más de medio siglo cometiendo errores y horrores.
Muchos de los actuales gobernantes del continente, usaban pantalones cortos e iban de la mano de sus padres a la escuela, o ni siquiera habían nacido, cuando los barbudos de la Sierra Maestra tomaron el poder. Aquellos niños son hoy los actuales líderes políticos, empresarios exitosos o simples ciudadanos sin miedo a expresar sus opiniones.
Los pueblos de América son testigos de cómo una generación tras otra de cubanos, han sido relegadas a cumplir el papel de seguidores fieles de los líderes ancestrales, sin ninguna posibilidad de aportar a su país la vitalidad propia de la sangre joven, bajo pena de caer en desgracia y convertirse en fusilados, presos o exiliados.
La actitud complaciente de algunos gobernantes del continente, y las claras simpatías de otros, ayudan a que el crimen se mantenga. Podrá quitarse el embargo mañana mismo, participar el gobierno cubano en la Cumbre de las Américas y en cuanta otra cumbre se celebre en el mundo, pero nada de eso hará que el régimen despótico que gobierna Cuba cambie en lo más mínimo.
En la Asamblea de la Organización de Estados Americanos se habló de desarrollo con inclusión social; esto quiere decir que el desarrollo se da por descontado en la mayor parte de estos países, donde los gobiernos, incluso los más izquierdistas, apoyan el papel de la empresa privada como fuente generadora de riquezas y empleo. El tema en discusión ahora es cómo van a tener acceso los sectores menos favorecidos de la sociedad, a las ventajas del desarrollo económico alcanzado.
En el caso de Cuba, al no haber ningún desarrollo sino todo lo contrario, el tema tendría que ser necesariamente otro: cómo deshacerse de un régimen oprobioso que se opone al desarrollo y al que no le interesa la opinión de los demás.
Hildebrando Chaviano Montes
Periodista independiente
Escribe para Primavera Digital
hildebrando.chaviano@yahoo.com
Título original: OEA, hasta cuándo
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hildebrando.chaviano@yahoo.com
Título original: OEA, hasta cuándo
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