Por SILVIO HERASME PEÑA
En aquellos tiempos intensos y expectantes del final de la odiosa, criminal y rapaz tiranía de Trujillo, el pueblo dominicano era todo nervios al enterarse de las noticias que fluían en cascada como un río agitado y fuera de cauce. Fueron días que el rumor adquirió niveles de institución nacional.
Nadie debe dudar de la ansiedad de la sociedad dominicana, tanto para los opositores al trujillismo como para aquellos que todavía no despertaban del shock que significaba esa muerte inesperada.
La muerte del tirano trajo como consecuencia que el doctor Joaquín Balaguer asumiera de pleno derecho de ley la presidencia de la República que, mientras el jefe viviera, sólo era más que una figura decorativa. Su espera debajo de “la mata de mango hasta que cayera el fruto” se había cumplido.
La desaparición física de Trujillo trajo como consecuencia inmediata que su hijo, Ramfis Trujillo, como jefe de Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, asumiera de hecho el control de la vida nacional y lo primero que hizo fue ordenar una cacería sin cuartel contra todo aquel que se presumiera implicado en el “ tiranicidio”.
Es conocida la historia del final de la vida de los Héroes del 30 del Mayo, asesinados en la llamada Hacienda María y sus restos fueron trasladados al yate “Angelita” y lanzados al mar, según testimonia en sus memorias uno de los esbirros de Ramfis.
Balaguer estaba consciente de que la muerte de Trujillo cambiaría de forma radical el futuro de la República Dominicana, y no perdió tiempo en dirigir el episodio más célebre de la historia post-trujillista más intensa.
Manipuló a Ramfis, destruyó el Partido Dominicano, instrumento político de la tiranía, de alguna manera convenció a Ramfis de abandonar el país y sacó a Negro y a Petán una vez quisieron cargarse el control del Estado.
Un maestro de ceremonia orientaba y protegía al doctor Balaguer en esos momentos aciagos: John F. Kennedy, el joven y progresista presidente de los Estados Unidos que no sentía ningún afecto hacia los personajes de la tiranía más comprometidos con el terror y el crimen político, no simpatizaba tampoco con Balaguer, pero éste manipuló todo lo que pudo; quiso convencer al país de que él era el que podría resolver la crisis, pero una vez fugados o expulsados los últimos trujillistas, la Unión Cívica Nacional se enfrentó a Balaguer y realizó una larga huelga nacional para echarlo del poder.
Balaguer quiso ganar tiempo y manipuló para dejar como gobernante a don Huberto Bogaert y al propio ministro de las Fuerzas Armadas, Pedro Rafael Ramón Rodríguez Echavarría, pero al fracasar la maniobra tuvo que asilarse en la nunciatura apostólica ubicada justo al lado de su casa en la avenida Máximo Gómez.
La jactanciosa frase de Balaguer de que “más vale un presidente muerto que un presidente fugitivo”, rodó por el suelo al influjo de la fuerza de la realidad de la política que se producía con toda la violencia reprimida en 32 años.
El que quiere aprender de ese pasado y comprender las aspiraciones de la sociedad dominicana de hoy, debe ver en ese episodio, más que en cualquier otro, el significado de la dialéctica en la vida socio-política de un país determinado.
La lógica que elevó y mantuvo vigente la tiranía de Trujillo en el 1930, comenzó a resquebrajarse con la invasión de Luperón en el 1949 y terminó por dejar sin base su régimen con la invasión de Constanza, Maimón y Estero Hondo, en junio de 1959.
El sacrificio de esos jóvenes luchadores hizo nacer una nueva mentalidad en el cuerpo social de la juventud dominicana.
La concatenación histórica es obvia: El triunfo de Fidel Castro en Cuba es causa fundamental de la invasión de Constanza con una guerrilla moderna, la fatal sentencia de Trujillo de que volarían “barbas y sesos como mariposas” que cumplió cruelmente, produjo una repulsa como nunca antes en la juventud dominicana que decidió actuar contra el tirano.
El Movimiento Revolucionario 14 de Junio, tomando su nombre de la fecha de la invasión de Constanza, desafía a la tiranía y la represión del régimen llega hasta el asesinato de las hermanas Mirabal el 26 de noviembre de 1960. Ese crimen atroz provoca la reacción de los hermanos Díaz, Modesto y Juan Tomás, y del resentido Antonio de la Maza quien nunca perdonó a Trujillo por la muerte de su hermano Octavio, implicado en el secuestro del intelectual español Jesús Galíndez en Nueva York, quién había escrito un libro crítico sobre las entrañas de La Era de Trujillo.
Antier se cumplieron 53 años del tiranicidio y aquella familia arrogante usurpadora de todo el poder en la sociedad, jamás se ha podido acercarse a vivir con seguridad en su país. Es la lección terrible de aquellos que roban, matan y despojan a un pueblo que, en principio se resigna al dolor, pero que no pierde tiempo cuando de recuperar su dignidad se trata.
Ahora que hablamos de “Jacho Prendío” y de Antorcha se impone algún tipo de reflexión y entender que la dialéctica social aconseja en un sentido y en otras ocasiones advierte en el sentido opuesto y ahora parece que eso de “volver” a la francachela política, al estilo Víctor o Félix, no parece ser lo que se aspireÖPor más que se allante. Temo, sin temor alguno, tiró la primera piedra.
La tiranía no es opción en el país. Ni siquiera la dictadura con “Apoyo popular”, al menos hasta donde uno es capaz de ver. ¡Escuchó bien!?.
¿Debemos plantear nuevos paradigmas? Ojalá.
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