Lo cierto es que, un período tan largo, no obstante lo oprobioso que fuera, siempre permite la compilación de resultados que maquillados podrían presentarse como dignos de un Gobierno interesado en el bienestar de su gente. Así se ocultó muchas veces su condición inhumana y despótica.
Es preciso desmontar esos mitos propagandísticos, que aún hoy pregonan defensores de la tiranía. Porque si algo aprendió bien Trujillo fue la capacidad infinita de mentir de Adolf Hitler y su ministro de información: “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.
Los mitos de grandes logros, realizaciones económicas excepcionales, eliminación de la deuda externa, los excelentes servicios de salud, cambios maravillosos en el sector educativo, acciones casi épicas en el sector agrícola, poderío naval y aéreo, viviendas casi regaladas para la clase media, pobres y desvalidos, van mas allá de toda imaginación.
Estas falsas hazañas son repetidas por áulicos, neo trujillistas, y ultraderechista que laboran a diario para mantenerse en el poder, minando la esperanza del país de vivir bajo un sistema democrático.
Es lamentable que los más eficaces promotores del difunto tirano, los saqueos, abusos, manipulaciones, indolencias, la criminalidad rampante, inseguridad ciudadana y territorial, la concentración cesárea de poderes en manos del PLD, la impunidad de funcionarios considerados corruptos no solo por todas las encuestas, sino también por entidades como el Foro Económico Mundial, Latinobarómetro, Transparencia Internacional, y otros.
Para ilustrar, resultan reveladores LOS INDICADORES SOCIALES DEL PAÍS EN TIEMPOS DEL TIRANO TRUJILLO, publicados por las NACIONES UNIDAS, en sus informes periódicos por países de la época:
En 1960 morían 160 de cada mil niños nacidos vivos antes de cumplir el primer año de edad.
El 51% de la capacidad industrial instalada era propiedad de Trujillo y sus familiares y allegados, la cual fue financiada con los fondos públicos en forma descarada y dolosa.
La esperanza de vida era solo de 47 años.
El 30% de los trabajadores agrícolas del país, que “laboraban” para el Estado o para miembros de la familia Trujillo, no recibían salario alguno, a manera de esclavitud total.
El salario mínimo era descomunal bajo, aunque nominalmente aún para una época donde el dinero valía. La gente que trabajaba sobrevivía en una perversa miseria.
En 1960, la población era de 3 millones y hoy de 10 millones, lo que significa que ahora somos tres veces mas, sin embargo, la economía de hoy es aproximadamente 12 veces la del 1960.
En efecto, las condiciones de supervivencia eran tan desastrosas que el 70% de las familias de las zonas rurales no disfruta de agua potable, ni electricidad, tenían muy pocas escuelas, apenas un pésimo sistema de salud, insuficiente sistema vial y un altísimo desempleo, etc.
Los indicadores institucionales se explican mejor, destacando la ausencia total de libertad, donde las órdenes de Trujillo y sus allegados estaban por encima de las leyes, el miedo y el terror lo cubrían todo, y las empresas del Jefe tenían prioridad ante los asuntos de Estado.
En los hogares dominicanos, pobres y ricos, nunca falta la tarja: EN ESTA CASA TRUJILLO ES EL JEFE, y casi al final del régimen, se llegó al colmo mediante otra tarja más breve pero mas penetrante: DIOS Y TRUJILLO.
NUNCA SE CREO LA COMISIÓN DE LA VERDAD. Lo lamentable es que tras el ajusticiamiento del Tirano nunca se creó en RD una COMISIÓN DE LA VERDAD para ventilar los robos y crímenes individuales y colectivos.
Se ajustició al Tirano, pero NO su filosofía, NI su ideología, NI tampoco su sistema de Gobierno esencialmente despótico. Nunca se destrujillizó la sociedad. Los líderes principales fueron precisamente quienes impidieron, que se hiciera. El profesor Juan Bosch, se subito, propuso el “borrón y cuenta nueva”; y por la otra, Balaguer pasó a encarnar el neotrujillismo. Los líderes menores hicieron mucho menos.
Los únicos criminales y torturadores enjuiciados fueron los asesinos de las hermanas Mirabal, pero un año y medio después, fueron liberados para siempre.
La sociedad nunca recibió las ejemplares lecciones que dejan los juicios históricos, con su descarnado realismo y revelaciones de crueldad, que al elevar su dramatismo con una publicidad nacional y constante, sirven de escuela de horror para limpiar las conciencias. Estas actuaciones forjan las conciencias ciudadanas.
Alemania vivió con el fanatismo hitleriano, una historia desgarrante, incluso espantosa y vergonzante, de intensa crueldad e impresionante manipulación de la información pública. Sin embargo, no cabe dudas que los grandes juicios de Nuremberg y siguientes conmovieron el alma de ésta creativa nación.
Es cierto, “los juicios del siglo” en Alemania fueron iniciativa de “las naciones aliadas”, realizados en la ciudad de Nuremberg entre el 20/11/1945 y 1/10/1946, donde se sancionaron a dirigentes, funcionarios y colaboradores del régimen nacionalsocialista del III Reich de Adolf Hitler.
Está claro, el proceso no hubiera sido igual, si “las naciones aliadas” no hubieran intervenido apoyando e imponiendo los reclamos de justicia. No obstante, estamos seguros que la Alemania de HOY no fuera ejemplo de transparencia, ni estuviera dirigida por administraciones calificadas, eficientes y respetuosas de los derechos humanos y la institucionalidad del estado. Este duro examen de conciencia valió la pena.
En cambio, aquí en RD, miles personajes y/o sus descendientes de aquel pasado horroroso, siguieron descollando en el Estado, y fueron y son cabezas de poderes públicos.
Somos de opinión que a pesar de los 53 años transcurridos, aún HAY TIEMPO PARA LA JUSTICIA.
La pobreza que cunde y domina la sociedad dominicana es producto de esa historia de abusos, injusticias e impunidad, llevada a cabo por los grupos hegemónicos del poder, que la han dominado a través de la historia sin interrupción alguna.
Por eso, nos permitimos titular este humilde trabajo: Trujillo, despotismo y pobreza.
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