BERLÍN. La Fundación para el Monumento a los Judíos Asesinados inauguró hoy el archivo digital "Sprechen trotz allem" (Hablar a pesar de todo) con los testimonios en vídeo de 72 supervivientes al Holocausto para recordar el genocidio nazi, que costó la vida a seis millones de judíos.
"De niño, se me quedó grabado en la memoria todo lo que en Auschwitz y otros campos, viví, escuché o experimenté y, tras la guerra, supe que tenía que contarlo y darle un sentido a mi vida, por aquellos que no habían sobrevivido", subrayó en la presentación del proyecto en Berlín Yehuda Bacon.
A sus 85 años, es uno de los más de setenta voluntarios que han cedido su testimonio al proyecto en forma de portal online con el objetivo de que historias como la suya permanezcan en el tiempo y sirvan a futuras generaciones.
Ese sentimiento de "obligación" y necesidad parece ser recurrente en todos estos supervivientes: "A menudo me cuestiono mi propia supervivencia, por qué, por qué yo, no soy especial de ninguna manera, pero sé que tengo que hacer algo y puedo; o estar amargada por lo que me pasó, o mirarlo de frente y decir no", afirma Sabina van der Linden-Wolanski.
Ahora vive en Sidney (Australia) y las suyas son algunas de las palabras que desde hoy llenan las paredes de la Fundación y que ponen nombres y apellidos a este pasaje de la historia en el subterráneo del emblemático monumento berlinés, que con inmensos bloques de hormigón recuerda a las víctimas.
Este proyecto, que durante seis años ha recopilado un total de 220 horas de entrevistas en alemán, polaco e inglés, además de ser un fondo testimonial tiene la intención, según sus organizadores, de impedir que algo semejante se repita en el futuro.
"La narración es una de las mejores maneras de transmitir ese objetivo, como el abuelo al nieto o el profesor al alumno, a través de las palabras, de la experiencia", explicó Bacon en la rueda de prensa.
Tova Aran es otra de estas personas que ahora alza la voz desde Tel Aviv, sosteniendo una fotografía de sus nietos en su pedazo de historia en forma de vídeo: "Esta es mi pequeña venganza a la ideología de Hitler, cómo sola, sin hermanos ni hermanas, conseguí formar de nuevo mi propia familia".
Sin embargo, no todos los recuerdos recogidos en la colección pasan por un campo de concentración, sin dejar de ser por ello un ejemplo de supervivencia.
Es el caso de Walter Frankestein, que sobrevivió al régimen de Hitler escondido en la capital alemana junto a sus dos hijos y a su mujer, fallecida en 2009.
"Si sobrevivimos fue gracias a mi mujer. Fue la fuerza que nos mantuvo unidos, la luchadora de la familia, y ella quería que nuestra historia fuera conocida por futuras generaciones, por eso hago esto, por ella", reza la cita atribuida a Frankestein en la exposición.
Yehuda Bacon, la cara visible hoy en la presentación del proyecto de todas estas historias, vive ahora en Jerusalén, pero no guarda rencores a Berlín, aunque la ciudad le despierte sentimientos contradictorios.
"Me gusta venir como turista, los museos, los monumentos... pero también me gusta coger el tren, ver la ciudad desde ahí, y pensar en qué distinto es del que me tocó coger a mí", sentenció.
"De niño, se me quedó grabado en la memoria todo lo que en Auschwitz y otros campos, viví, escuché o experimenté y, tras la guerra, supe que tenía que contarlo y darle un sentido a mi vida, por aquellos que no habían sobrevivido", subrayó en la presentación del proyecto en Berlín Yehuda Bacon.
A sus 85 años, es uno de los más de setenta voluntarios que han cedido su testimonio al proyecto en forma de portal online con el objetivo de que historias como la suya permanezcan en el tiempo y sirvan a futuras generaciones.
Ese sentimiento de "obligación" y necesidad parece ser recurrente en todos estos supervivientes: "A menudo me cuestiono mi propia supervivencia, por qué, por qué yo, no soy especial de ninguna manera, pero sé que tengo que hacer algo y puedo; o estar amargada por lo que me pasó, o mirarlo de frente y decir no", afirma Sabina van der Linden-Wolanski.
Ahora vive en Sidney (Australia) y las suyas son algunas de las palabras que desde hoy llenan las paredes de la Fundación y que ponen nombres y apellidos a este pasaje de la historia en el subterráneo del emblemático monumento berlinés, que con inmensos bloques de hormigón recuerda a las víctimas.
Este proyecto, que durante seis años ha recopilado un total de 220 horas de entrevistas en alemán, polaco e inglés, además de ser un fondo testimonial tiene la intención, según sus organizadores, de impedir que algo semejante se repita en el futuro.
"La narración es una de las mejores maneras de transmitir ese objetivo, como el abuelo al nieto o el profesor al alumno, a través de las palabras, de la experiencia", explicó Bacon en la rueda de prensa.
Tova Aran es otra de estas personas que ahora alza la voz desde Tel Aviv, sosteniendo una fotografía de sus nietos en su pedazo de historia en forma de vídeo: "Esta es mi pequeña venganza a la ideología de Hitler, cómo sola, sin hermanos ni hermanas, conseguí formar de nuevo mi propia familia".
Sin embargo, no todos los recuerdos recogidos en la colección pasan por un campo de concentración, sin dejar de ser por ello un ejemplo de supervivencia.
Es el caso de Walter Frankestein, que sobrevivió al régimen de Hitler escondido en la capital alemana junto a sus dos hijos y a su mujer, fallecida en 2009.
"Si sobrevivimos fue gracias a mi mujer. Fue la fuerza que nos mantuvo unidos, la luchadora de la familia, y ella quería que nuestra historia fuera conocida por futuras generaciones, por eso hago esto, por ella", reza la cita atribuida a Frankestein en la exposición.
Yehuda Bacon, la cara visible hoy en la presentación del proyecto de todas estas historias, vive ahora en Jerusalén, pero no guarda rencores a Berlín, aunque la ciudad le despierte sentimientos contradictorios.
"Me gusta venir como turista, los museos, los monumentos... pero también me gusta coger el tren, ver la ciudad desde ahí, y pensar en qué distinto es del que me tocó coger a mí", sentenció.
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