Día 27/06/2014 - 12.35h
Peticiones de que España se implique en la democratización de Guinea Ecuatorial tras la entrevista de Mariano Rajoy con Teodoro Obiang en Malabo
En las fotografías de la entrevista de quince minutos que Mariano Rajoy sostuvo el jueves con el decano de los dictadores africanos da la sensación de que el presidente español mantiene una cauta distancia de seguridad con Teodoro Obiang Nguema, que gobierna con mano de hierro Guinea Ecuatorial desde que hace 35 años se hiciera con el poder con un golpe de Estado. Miembros de la oposición dentro y fuera de Guinea y organizaciones no gubernamentales como Human Rights Watch habían pedido al mandatario europeo que aprovechara la cumbre de la Unión Africana que se celebra en la capital ecuatoguineana para que España se involucre en la democratización de su antigua colonia. Entre chascarrillos sobre el Mundial de fútbol y el triste papel de la selección española, Rajoy defendió el «pleno respeto a los derechos humanos», pero admitiendo que «nadie puede dar lecciones a nadie».
«Guinea Ecuatorial se independizó en 1968 después de 190 años de dominio español. Este pequeño país [con una superficie algo menor que Galicia], compuesto de una parte continental más cinco islas habitadas, es uno de los más pequeños del continente africano. El presidente Teodoro Obiang Nguema Mbasogo ha gobernado el país desde 1979 cuando tomó el poder en un golpe de Estado. Aunque nominalmente una democracia constitucional desde 1991, las elecciones presidenciales de 1996, 2002 y 2009, así como las legislativas de 1999, 2004, 2008 y 2013, fueron mayoritariamente calificadas como defectuosas. El presidente ejerce un control casi total sobre el sistema político y ha desalentado la oposición política. Guinea Ecuatorial ha experimentado un rápido crecimiento económico debido al descubrimiento de grandes reservas de petróleo en alta mar, y en la última década se ha convertido en el tercer mayor exportador de petróleo del África subsahariana. A pesar de la bonanza económica del país a partir de la producción de petróleo, lo que ha propiciado un incremento masivo de los ingresos del gobierno en los últimos años, las mejoras en el nivel de vida de la población han experimentado un desarrollo muy lento». La descripción se puede encontrar en el World Factbook que elabora la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Sin libertad de prensa
Con motivo de la cumbre de la Unión Africana (UA), la organización Reporteros sin Fronteras (RSF) envió una carta a Rajoy recordándole que Guinea Ecuatorial, donde la censura se legalizó en 1962, ocupa el puesto 168 (de 180 países) en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa. En el país no hay prensa independiente. La radio y la televisión públicas están en manos de gobierno. «El único medio de los ciudadanos para acceder a información no sesgada sería internet, si este medio funcionara correctamente más allá de los centros internacionales de Malabo». Y cuando los internautas pretenden acceder a medios extranjeros casi siempre son redirigidos «hacia el sitio oficial del gobierno».
Fuentes de la oposición recalcan que el régimen vive en parálisis política
El pasado 22 de marzo se firmó en la capital de España el llamado Manifiesto de Madrid, a iniciativa de Andrés Esono, nuevo secretario general de Convergencia para la Democracia Social(CPDS), socialdemócrata, el principal partido de la oposición al régimen, que tiene un solo escaño en el Parlamento guineano. El Manifiesto planteó a Obiang la posibilidad de reabrir el diálogo nacional, sin embargo desde la firma del documento todos los intentos de llegar al presidente de Guinea resultaron infructuosos. El ministro del Interior,Clemente Engonga, anunció recientemente la disposición de Obiang de convocar la Mesa de Diálogo después de la cumbre de la UA que llevó por primera vez a un presidente español a territorio guineano 23 años después de que lo hiciera Felipe González. «Tortura, pena de muerte y libertad de expresión deben figurar en la agenda de Rajoy», fue el título del comunicado que difundió Amnistía Internacional con motivo del viaje del presidente español a Malabo. La actitud de Amnistía de aprovechar la visita para exigir medidas a Obiang es similar a la del CPDS, que no está por la ruptura de relaciones ni por nada que pueda entenderse como el aislamiento del país.
«Si es buena la democracia para España, también lo sería para los guineanos»
El CPDS no tiene objeciones a que España, «como el resto de países con intereses en Guinea Ecuatorial», tenga el «derecho a buscar un espacio para las empresas españolas», pero pide que «no pase por alto el sufrimiento de todo un país al que Obiang ha sometido a su arbitrariedad y caprichos. Si la democracia es buena para los españoles, también lo sería para los guineanos si tuvieran la oportunidad de experimentarla».
«España, parte importante de la solución»
Donato Ndongo Bidyogo, uno de los más conocidos escritores y periodistas guineanos, «exiliado en España», como le gusta recordar, autor de celebradas novelas como «Las tinieblas de tu memoria negra» y «Los poderes de la tempestad», y que define su país natal como «tiranía pura y dura», señala desde Murcia, donde vive, que «la comunidad internacional considera a España parte importante de la solución, como antigua potencia colonial, pese a haber perdido gran parte de su influencia: el francés y el portugués son lenguas cooficiales, junto al español, que pierde terreno; en la economía guineana, España apenas cuenta. Pero debido a esa condición de antigua metrópolis, y si quiere recuperar una cierta influencia política, cultural y económica, España debe liderar el proceso que devuelva las libertades y el desarrollo a los guineanos. España conoce bien a todos los guineanos relevantes que pudieran contribuir al éxito del proceso, pues la inmensa mayoría se encuentran exiliados aquí. Pero pesan los atavismos y estereotipos, que sería imprescindible superar. En definitiva, España debe dejar de apoyar a la tiranía y apostar con seriedad por la democratización de Guinea. Aún tiene algún instrumento para lograr un cambio sin convulsiones, que garantice la estabilidad».
A la hora de definir de qué hablamos cuando hablamos de Guinea Ecuatorial, Alicia Campos, miembro del Grupo de Estudios Africanos de la Universidad Autónoma de Madrid, tiene en su haber algunas de las más enjundiosas investigaciones sobre la antigua colonia española, como el libro «De colonia a Estado: Guinea Ecuatorial, 1955-1968». A ella se debe uno de los estudios más rigurosos sobre el petróleo guineano, titulado «Extraction offshore, politics inshore, and the role of the State in Equatorial Guinea (Extracción a distancia de la costa, política costa adentro, y el papel del Estado en Guinea Ecuatorial)». Dice, también vía correo electrónico: «Se trata de un régimen autoritario, basado en el despotismo de una familia, cuya base fundamental son las relaciones exteriores con las empresas americanas del petróleo, aunque también hay de otras procedencias y sectores (construcción, madera). Se trata de un régimen autoritario, basado en el despotismo de una familia, cuya base fundamental son las relaciones exteriores con las empresas americanas del petróleo, aunque también hay de otras procedencias y sectores (construcción, madera). La relación de la familia en el gobierno con la mayoría de la población, por su parte, sigue fundándose en lógicas tanto represivas como de cooptación. Esta última lógica ha aumentado su papel en los últimos años, gracias a la gran cantidad de recursos en manos de los gobernantes provenientes de las rentas del petróleo. Los disidentes, por su parte, sufren un ostracismo no sólo político sino también laboral, pues nadie que exprese abiertamente su disconformidad con la actual situación puede fácilmente aspirar a un puesto de trabajo ni en la Administración ni en las empresas extranjeras. Podríamos hablar de un estado rentista basado en una economía extravertida, que favorece los modos despóticos y prebendalistas de gobierno. Las relaciones entre gobierno y multinacionales sustituyen al pacto social entre gobierno y ciudadanos, imprescindible para asegurar una mínima democracia. Los guineanos siguen siendo más súbditos y clientes, que ciudadanos o contribuyentes.
Muchas empresas españolas, aunque ninguna extractiva, tras los esfuerzos del pasado que no supieron ver la riqueza que ocultaban las aguas jurisdiccionales de Guinea, operan en Guinea. Aunque el viaje del presidente Rajoy a la cumbre africana buscaba en buena medida el apoyo para la candidatura de España a un puesto en el Consejo de Seguridad, el deseo de sacar mayor tajada del pastel guineano estaba en la agenda. Quince minutos de conversación (veinte, a juicio de otros cronómetros) no dan mucho de sí. La estudiosa Alicia Campos tiene estas sugerencias para el gobierno español ante Malabo: 1) que por muchas promesas que les haga Obiang, los actuales gobernantes guineanos preferirán siempre a otros inversores que a los provenientes de España. 2) que los guineanos son tan capaces como cualquiera de vivir bajo un régimen razonablemente democrático. 3) que cada vez tenemos menos cosas que perder y más que ganar con un régimen político más legítimo en la antigua colonia...4) que aunque España ha perdido muchas de sus capacidades de presión que tuvo antes del petróleo, sigue teniendo más palancas que muchos otros países para seguir presionando al gobierno guineano directamente, y en foros europeos e internacionales, para que inicie un proceso de transición. 5) que hay muchas pequeñas cosas que se han dejado de hacer y se pueden seguir haciendo: becas universitarias, programas de radio, apoyo a la oposición, etcétera».
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