Desde Varsovia a Caracas hay un largo trayecto pero en términos políticos una cada vez más notoria cercanía. En Polonia el autoritarismo del partido Ley y Justicia y en Venezuela la dictadura de Nicolás Maduro.
Por cierto, no se trata de comparar el ultra-conservadurismo de Beata Szydlo con el troglodismo de Maduro. Dos personas separadas por siglos civilizatorios. Pero es innegable que ambas naciones experimentan los efectos de una radical involución política.
En Europa dicha involución forma una cadena que comienza en su periferia (Rusia y Turquía) se extiende a Hungría y culmina en Polonia. En América Latina, dos naciones gobernadas originariamente por gobiernos ultra-autoritarios, Nicaragua y Venezuela, han atravesado el patio que separa a la democracia de la dictadura y ambas, junto con Cuba, configuran el trío dictatorial del continente
¿Qué une a Varsovia con Caracas? No solo que en la primera se ha instalado una anti-democracia y en la segunda una dictadura sino que, tanto en la una como en la otra, han aparecido masivas luchas en defensa de los valores que hicieron posible al Occidente político.
De acuerdo a los términos oceánicos de Samuel Hungtinton hubo tres olas democráticas. La primera, durante la segunda mitad del siglo XlX, recibió la herencia de las revoluciones madres de la modernidad, la norteamericana y la francesa. La segunda comienza con el fin de la segunda guerra mundial. La tercera tuvo lugar con el fin de las dictaduras militares de Europa del Sur. Al promediar el siglo XX, con el fin de las dictaduras comunistas y de las dictaduras militares en el Cono Sur latinoamericano, surgió una cuarta ola en Europa y América Latina
Hoy estamos en presencia de una contra-ola. En cierto modo, una contrarrevolución anti-democrática. El “socialismo del siglo XXl” -así bautizado por Heinz Dietrerich, cortesano de dictadores- fue el preludio latinoamericano que antecedió al advenimiento de movimientos anti-democráticos de “izquierda” y “derecha” en Europa, algunos de los cuales ya se han hecho del poder en diversos países, entre ellos en la que fuera ayer Polonia de Solidarnosc.
Ideologías aparte, si hiciéramos un estudio comparativo entre todas esas contrarrevoluciones encontraríamos semejanzas asombrosas. En todas el ejecutivo intenta apoderarse del aparato judicial, destruyendo la división clásica de poderes. En todas la contradicción política toma la forma de lucha entre el Führerprinzip (Carl Schmitt) y el principio del pueblo representado en el Parlamento.Y no por último, todas cuentan con el manto protector de Vladimir Putin, “el padre de todas las dictaduras del mundo”.
Con razón la periodista polaca Katarzyna Janowska, activa militante de las luchas de resistencia democrática de su país, expresó en Deutsche Welle: “La gente tiene la sensación de que alguien se ha robado nuestro país y nuestros valores. Un amigo mío dijo que esto era la despedida de Europa. Estamos perdiendo todo lo que era importante para nosotros: ¿Qué vendrá a continuación? El señor Putin nos espera con los brazos abiertos”.
Las palabras de Janowska podrían haber sido dichas en Budapest o en Managua, en Estambul o en La Paz, en Varsovia o en Caracas y en todos esos lugares habrían tenido el mismo significado.
La contrarrevolución antidemocrática continúa su marcha. ¿Surgirá una nueva ola democrática? A juzgar por los hechos ya ha aparecido en algunos países. En Varsovia y en Caracas podría tomar incluso la forma de un tsunami. Que Dios me escuche.
Fernando Mires
En Europa dicha involución forma una cadena que comienza en su periferia (Rusia y Turquía) se extiende a Hungría y culmina en Polonia. En América Latina, dos naciones gobernadas originariamente por gobiernos ultra-autoritarios, Nicaragua y Venezuela, han atravesado el patio que separa a la democracia de la dictadura y ambas, junto con Cuba, configuran el trío dictatorial del continente
¿Qué une a Varsovia con Caracas? No solo que en la primera se ha instalado una anti-democracia y en la segunda una dictadura sino que, tanto en la una como en la otra, han aparecido masivas luchas en defensa de los valores que hicieron posible al Occidente político.
De acuerdo a los términos oceánicos de Samuel Hungtinton hubo tres olas democráticas. La primera, durante la segunda mitad del siglo XlX, recibió la herencia de las revoluciones madres de la modernidad, la norteamericana y la francesa. La segunda comienza con el fin de la segunda guerra mundial. La tercera tuvo lugar con el fin de las dictaduras militares de Europa del Sur. Al promediar el siglo XX, con el fin de las dictaduras comunistas y de las dictaduras militares en el Cono Sur latinoamericano, surgió una cuarta ola en Europa y América Latina
Hoy estamos en presencia de una contra-ola. En cierto modo, una contrarrevolución anti-democrática. El “socialismo del siglo XXl” -así bautizado por Heinz Dietrerich, cortesano de dictadores- fue el preludio latinoamericano que antecedió al advenimiento de movimientos anti-democráticos de “izquierda” y “derecha” en Europa, algunos de los cuales ya se han hecho del poder en diversos países, entre ellos en la que fuera ayer Polonia de Solidarnosc.
Ideologías aparte, si hiciéramos un estudio comparativo entre todas esas contrarrevoluciones encontraríamos semejanzas asombrosas. En todas el ejecutivo intenta apoderarse del aparato judicial, destruyendo la división clásica de poderes. En todas la contradicción política toma la forma de lucha entre el Führerprinzip (Carl Schmitt) y el principio del pueblo representado en el Parlamento.Y no por último, todas cuentan con el manto protector de Vladimir Putin, “el padre de todas las dictaduras del mundo”.
Con razón la periodista polaca Katarzyna Janowska, activa militante de las luchas de resistencia democrática de su país, expresó en Deutsche Welle: “La gente tiene la sensación de que alguien se ha robado nuestro país y nuestros valores. Un amigo mío dijo que esto era la despedida de Europa. Estamos perdiendo todo lo que era importante para nosotros: ¿Qué vendrá a continuación? El señor Putin nos espera con los brazos abiertos”.
Las palabras de Janowska podrían haber sido dichas en Budapest o en Managua, en Estambul o en La Paz, en Varsovia o en Caracas y en todos esos lugares habrían tenido el mismo significado.
La contrarrevolución antidemocrática continúa su marcha. ¿Surgirá una nueva ola democrática? A juzgar por los hechos ya ha aparecido en algunos países. En Varsovia y en Caracas podría tomar incluso la forma de un tsunami. Que Dios me escuche.
Fernando Mires
Fuente: https://polisfmires.blogspot.com
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