Por Nicolás Gilardi 30 de julio de 2017
ngilardi@infobae.com
Eva Duarte de Perón agente nazi. Evita
amante de Otto Skorzeny, aquel austríaco miembro de las
SS que estuvo a cargo de operaciones especiales bajo órdenes de Adolf Hitler.
Evita doble agente, casi una Mata Hari de las pampas. ¿Realidad o fantasía?
Las relaciones de los gobiernos argentinos
de los años 30 y 40 con el nazismo y la ayuda prestada por el primer peronismo a
la huida de miembros del Tercer Reich tras el fin de la guerra -ambos
hechos indiscutibles- permitieron crear una serie de historias
que parecen salidas de un novela, pero que cobran cada vez más fuerza en
estos tiempos. Narraciones que van desde el supuesto escape de Adolf Hitler a
la Argentina hasta la afirmación de que Evita trabajaba en las sombras para el
tirano nazi. Pero, ¿en qué se sustentan?
Estos relatos, que toman un camino
diferente al de historia oficial, se nutren, en algunos casos, de los huecos y
puntos débiles de las investigaciones académicas, debido a la falta de pruebas
contundentes y concretas, como es el caso de la muerte de Hitler, y en otros,
de lo contrario, de la abundancia de testimonios y papeles, aunque muchos
de ellos fueron confeccionados en aquellos años para servir a algún interés
particular, como el de quienes querían demostrar que Perón y su segunda
esposa cobraban por trabajar para el nazismo.
También juegan su rol en la elaboración de
estas teorías "paralelas" los documentos de inteligencia
desclasificados, que deben ser leídos en el contexto adecuado. Por ejemplo, son
varios los papers firmados por agentes que alertaban a sus
jefes sobre la presencia de Hitler en Sudamérica, recogiendo testimonios de
pobladores que decían haberse topado con el Führer en la Argentina, Paraguay o
Brasil, mientras que otros los contradicen o rectifican.
La reciente publicación de La
agente nazi Eva Perón y el tesoro de Hitler, de Marcelo García
(Sudamericana), pone nuevamente en el centro de la escena el vínculo del peronismo
con el nazismo, pero va más allá. Al respecto, da cuenta de una
supuesta reunión de Evita y el oro nazi con Martin Bormann en Europa, realizada
a espaldas de Perón, para negociar que parte del "tesoro
nazi" que el líder justicialista había nacionalizado en Argentina en una
suerte de traición a los seguidores de Hitler, vuelva manos del delfín del
Führer. El cónclave se habría dado en el marco de la recordada gira que Evita
realizó en 1947 por el viejo continente y que incluyó reuniones, entre otros,
con Francisco Franco y el papa Pío XII. El paso de la "abanderada de los
humildes" por Suiza, uno de los países elegidos como parte de la gira de
la primera dama argentina, habría estado vinculado con el depósito del
"oro nazi" en bancos helvéticos.
Las sospechas se suscitaron en parte
porque ese país no formaba parte de la gira oficial, que en principio sólo
incluía España, Italia, el Vaticano y Francia. El "misterioso desvío"
a Suiza comenzó a dar que hablar ya en esa época y los rumores se expandieron y
cobraron nueva forma con los años, siendo citado el tema en libros y artículos
periodísticos, haciendo referencia a algún tipo de depósito de "oro
nazi" en la banca suiza por parte de Evita.
Eva Perón en Suiza, en 1947
Benito Llambí, un hombre que acompañó
a Perón desde los tiempos del GOU y era el embajador en Berna en 1947, buscó
aclarar el tema en sus memorias, Medio Siglo de Política y Diplomacia (Corregidor,
1997).
"Fue una iniciativa exclusivamente
mía", dice Llambí en su libro, atribuyéndose por completo la idea y la
organización de la visita de cinco días de la esposa de Perón a Suiza. "Doy
testimonio fehaciente que Eva Perón no pisó un banco ni realizó ninguna gestión
ni trato financiero de ningún tipo". En un largo capítulo del libro,
titulado "La visita de Eva Perón a Suiza", Llambí explica todos los
pormenores del viaje de la primera dama argentina a tierras suizas y recuerda
-que ironía-, que la gira europea de Evita tenía como objetivo
"despegar a la Argentina" de su imagen ligada al nazismo. Además,
se queja en estos términos sobre los investigadores que ligan el destino suizo
de Eva Duarte con el oro nazi: "En general los escritores o periodistas
que tratan el tema se citan entre ellos, repitiendo más o menos la misma
historia, pero nunca he podido encontrar en lo que escriben un solo elemento
documental que acredite tamañas afirmaciones. Habiendo sido testigo y
protagonista de este viaje, cada vez que se reiteran estos relatos me pregunto
hasta cuándo desprevenidos lectores deberán seguir sufriendo esto".
Bormann murió en Berlín en 1945, pero numerosas versiones lo ubicaron en
Sudámerica
En cuanto a Bormann ¿no estaba muerto? Si
bien pruebas de ADN determinaron en 1998 que unos restos hallados en Berlín
eran los del otrora poderoso jefe de la cancillería del partido nazi, los años
pasados anteriormente sin identificar su cadáver hicieron creíbles las decenas
de testimonios de quienes dijeron haberlo visto en todo el mundo. Esto hizo que
muchos viesen la mano de Borman detrás de la ODESSA, una organización dedicada
a ayudar a ex nazis, o manejando un supuesto grupo dedicado a preparar el
camino de un IV Reich, haciendo crecer sus arcas traficando armas e
influencias. Incluso el afamado cazador de nazis Simon Wiesenthal creía que
Bormann estaba en Sudámerica. Ahora, y pese a que se demostró
oficialmente que murió intentando escapar de Berlín en 1945, algunos de los
investigadores que adhieren a la teoría del escape de Hitler sostienen que
Bormann murió en América del Sur y que luego sus restos fueron llevados de alguna
manera a la capital germana para montar una puesta en escena. Una
secuencia digna de un guión cinematográfico.
"Perón y Evita nazis", las
primeras versiones
Entre aquellos textos o documentos que
fueron pioneros puede citarse el Blue Book on Argentina,
conocido popularmente como el "Libro Azul", editado por los Estados
Unidos y difundido como la "declaración oficial" de la Casa
Blanca "sobre el régimen fascista en Argentina", con serias
acusaciones contra Perón en medio de la caliente campaña electoral de 1946. El
principal promotor del libro fue el ex embajador norteamericano Spruille
Braden, quien luego de su paso por Buenos Aires pasó a fungir como secretario
adjunto del Departamento de Estado. Es conocido el slogan elegido astutamente
por el líder justicialista al calor de la campaña electoral, "Braden o
Perón".
Juan Domingo Perón en la presidencia
Otro escrito posterior, El
libro negro de la segunda tiranía, fue publicado en 1958 por los
militares de la autodenominada Revolución Libertadora, tres años después de
haber derrocado a Perón. Su objetivo era demostrar la corrupción del
régimen justicialista, sus "métodos dictatoriales" y el supuesto
enriquecimiento ilícito del presidente depuesto. Así, hace un repaso de los
innumerables bienes que habrían pertenecido a Perón. Dice, textualmente: "Con
ser muchos los bienes que el dictador poseía en nuestro país, presumiblemente
no alcanzan ni remotamente a los que dispone en el exterior".
Este tipo de escritos alimentaron las
versiones de la fortuna de Perón, y muchos interpretaron que parte de ella
provenía de los bienes que Alemania transfirió a algunas de sus empresas radicadas
en la Argentina mientras el Reich agonizaba y que el jefe de Estado y su esposa
habrían usado para incrementar su patrimonio. Publicaciones más recientes,
como Puerta de Hierro (Juan B. Yofre, Sudamericana 2015),
demostraron con nuevos documentos que Perón vivió parte de su exilio "casi
como un leproso" y que fue sostenido económicamente por aportes
de empresarios amigos, sin encontrar rastros de sus supuestos cuantiosos
bienes.
Sobre Evita, el "Libro Negro"
dice que era "una extraña mujer, una fierecilla indomable,
agresiva y poco femenina" y la compara con Encarnación Ezcurra,
esposa de Juan Manuel de Rosas, el "primer tirano".
Otro propagador de la versión de que Perón
y Eva Duarte eran agentes nazis fue el diputado radical Silvano Santander, un
decidido antifascista que denunció las actividades de agentes del Tercer Reich
en el país desde antes del advenimiento del peronismo y que sufrió en carne
propia persecuciones, que terminaron en su expulsión del Congreso en 1951. Tras
el derrocamiento de Perón, publicó Técnica de una traición: Agentes del
nazismo en la Argentina, con durísimas acusaciones contra el ex mandatario
derrocado y varios de sus colaboradores. Varias de las informaciones que forman
parte del libro de Santander, al igual que algunas de las denuncias de la
Comisión Investigadora de Actividades Antiargentinas del Congreso, que actuó en
los años 40, provenían de Heinrich Jürges, un aventurero y falsificador
de documentos alemán, que algunos investigadores vinculan a la inteligencia
británica. Jürges fue versátil, ya que trabajó tanto para los nazis
como para sus opositores. Incluso le presentó al gobierno argentino de
Roberto Ortiz documentación que probaría un supuesto plan de invasión de la
Patagonia por parte de Alemania. Un diario alemán en Buenos Aires sabía que se
trataba de papeles apócrifos, pero los fogoneó en sus artículos como reales
porque respondía a su su línea antinazi.
El peronismo favoreció el ingreso de nazis, pero Juan Perón y Eva Duarte no
fueron “agentes” del Tercer Reich
Los signos políticos y las conveniencias
de cada actor jugaron su papel en una época convulsionada. Más allá de esto,
todavía queda mucho por saber, ya que los vínculos con la Alemania nazi
existieron y ex jerarcas y criminales del Reich llegaron a estas tierras en un número aún
no determinado oficialmente. Los lazos con la Alemania nazi comenzaron antes de
Perón y continuaron con este, cuando el "Reich de los Mil Años" era
solo ruinas. Por ahora, la falta de voluntad de las autoridades, los anuncios
rimbombantes sin resultados plausibles -como la Comisión para el
esclarecimiento de las actividades nazis en la Argentina creada por el
menemismo-, la destrucción de archivos oficiales y la negativa a desclasificar otros, hacen ver
con poco optimismo nuevas conclusiones en el corto plazo.
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