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jueves, 27 de julio de 2017

Carta abierta a los hermanos Castillo y demás “defensores de la nación”

Matías Bosch

Matías Bosch

Para empezar, dejemos un asunto claro: Por supuesto que Estados Unidos, Francia y Canadá, de la mano con la OEA y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, no tienen la menor idea de qué hacer con Haití, después de haberlo esquilmado hasta el cansancio. Y por supuesto que usan a República Dominicana como comodín para desembarazarse del problema que ellos mismos han creado. Claro que las élites haitianas también lo ven como la solución más confortable. Y por supuesto que nosotros no deberíamos ceder ante la presión de asumir el infame papel de títere de otros.
También, seguramente, podríamos concordar en que República Dominicana, como ningún país del Tercer Mundo, puede acoger una inmigración sin límites, porque los recursos son escasos y las necesidades son múltiples. Y que regular las fronteras es un derecho esencial, necesario y al que no se debe renunciar.
El problema empieza cuando ustedes embrutecen al pueblo dominicano. Lo hacen cuando salen con twitts que dicen que los haitianos están poblando provincias para luego recibir armas y rebelarse. Cuando dicen que haitianos entrando caminando a pie y a ojos vista de todos, a pleno día, están realizando una “ocupación”. Eso es embrutecer al pueblo porque es caricaturizar la realidad, simplificarla hasta el ridículo. Si las ocupaciones de hicieran de ese modo, ¿Estados Unidos habría invadido en 1965 con 42 mil marines? ¿Tendrían los norteamericanos un presupuesto militar de 600 mil millones de dólares?
Lo que dicen ustedes es un absurdo: intentan convencer a la sociedad dominicana de esto que, según ustedes, sería la primera vez en la historia en que un país inmensamente más pobre y destruido, invadido y saqueado, sin siquiera ejército, invade y ocupa otro mucho más rico, organizado y armado, y lo hace “ocupándolo” con mujeres embarazadas, vendedores de aguacate y obreros. Sería la primera vez en que un país “invade” a otro, no destruyéndolo con bombas, sino que levantando sus torres de lujo y cultivando sus campos, casi siempre con salarios de miseria.
Y para resolver la supuesta causa del problema, ustedes hacen, de nuevo, lo mismo que Trujillo y Balaguer: el atropello y la violación a los derechos esenciales de las personas
También embrutecen al pueblo cuando intentan decirle que los trabajadores haitianos “les quitan” los puestos de trabajo y “les bajan” el salario a los dominicanos. ¿En qué parte del mundo los inmigrantes son los que deciden a quién se contrata? ¿acaso son los obreros y los inmigrantes los que fijan el salario, o son el gobierno y los patronos?
Señores, ustedes quieren presentar a los inmigrantes haitianos como parte de un “plan” para tomar República Dominicana. Sí, tal vez lo son, pero del mismo plan que han tenido Balaguer, Leonel y Danilo de que casi 1.5 millones de dominicanos hayan salido del país en avión, en barco y en yola para “tomar” Estados Unidos y Europa. ¿Acaso los gobiernos de los que ustedes han sido parte han frenado la fuga de dominicanos al exterior? ¿Qué pasaría a la economía dominicana si desparecen nuestros emigrados? ¡Los migrantes dominicanos solo en 2016 nutrieron la economía nacional con remesas por 250 mil millones de pesos! A ustedes parece que no les conviene acordarse de eso, ¿verdad?
Siguen embruteciendo al pueblo cuando dicen que un inmigrante, aún indocumentado, atenta contra la soberanía. Ustedes son abogados y saben bien que la palabra soberanía significa no obedecer a ningún otro poder que el propio. ¿Acaso los inmigrantes en algún lugar del mundo se convierten en un poder paralelo o enemigos del Estado? ¿Por qué insistir en ese infundio? El hecho de que 280 mil inmigrantes se hayan regularizado es la mejor demostración de que les interesa obedecer al Estado y las leyes dominicanas, y que si pudieran, la gran mayoría de los haitianos irregulares pondrían en orden su estatus migratorio.
¿Por qué no enfrentan de verdad a los verdaderos poderes paralelos que tenemos, como el DR-CAFTA, las ARS, las AFP, los bancos?
Y embrutecen aún más a este pueblo cuando les dicen que las parturientas haitianas “colapsan” los hospitales. ¿Por qué no decir, en primer lugar, que los hospitales dominicanos están colapsados porque es un modelo de salud fallido, hospitalario y no preventivo, y aunque la Estrategia Nacional de Desarrollo dicta que ahora deberíamos tener un 5.5% del PIB en presupuesto de salud, apenas rozamos el 1.5%? Pero, además, ¿de dónde sacan que los haitianos sólo consumen riqueza dominicana? Es visible y notorio que también producen riqueza, y mucha.
Y aquí hemos llegado al punto, señores:
Que nadie estaría en contra de defender la soberanía, la independencia y la legalidad. Que el problema es que ustedes utilizan la migración para tener un discurso sobre los problemas del pueblo dominicano, para hacer política fácil, buscándole a esos problemas una causa que es el inmigrante y sus descendientes, con los cuales hacen lo mismo que Trujillo y Balaguer: desviar la atención hacia un “enemigo externo”, un ser extraño, malévolo y peligroso, que si no estuviera todos nuestros problemas se resolverían mágicamente. Cogen la Historia y todos los análisis sociales y los echan al inodoro, y después halan la palanquita.
Por eso digo que embrutecen al pueblo.
Y para resolver la supuesta causa del problema, ustedes hacen, de nuevo, lo mismo que Trujillo y Balaguer: el atropello y la violación a los derechos esenciales de las personas.
Ustedes hablan de Estados Unidos, de las potencias, de la OEA, de la CIDH, de Almagro, de la oligarquía, pero resulta que ustedes no hacen nunca nada contra ellos. Ustedes nunca se meten con Trump, ni con los Vicini ni con los Grullón ni con los Rainieri. ¿Por qué no les quitan a ellos la nacionalidad o los deportan? Sus “soluciones”, siempre despóticas, son contra las personas indefensas y humildes, incluyendo dominicanos y dominicanas. Es decir, ustedes cortan la soga por la parte más delgada. Insisto: son unos abusadores. Y eso es de cobardes, no de valientes, mucho menos de patriotas.
Ustedes no tienen nada que ver con Duarte ni con Luperón, a los cuales les encanta usar en sus redes sociales, claro está: casi siempre en su versión más ridículamente blanqueada.
Según ustedes habría que construir un muro, como hacen los españoles con sus antiguas colonias africanas; como hace Israel con los palestinos a los cuales despojaron de su tierra; como hace Estados Unidos con los mexicanos, cuando son ellos los que le arrebataron su territorio y los tienen hundidos en el narcotráfico. Es decir, ustedes proponen la salida violenta, represiva, en vez de la solución inteligente y civilizada. En la frontera la mayoría no tiene ni una letrina donde hacer sus necesidades y ustedes les hablan de gastarse miles de millones en una pared.
Ustedes patrocinaron y empujaron todas las sentencias de la Suprema Corte hasta la 168-13 del Tribunal Constitucional, en aras de “defender la nación”, cuando ustedes saben que viola la Constitución y los pactos internacionales. ¿Qué patriota de la Historia podría sustentar que se defiende la patria violando los Derechos Humanos de los propios compatriotas?
Ustedes apoyan la deportación masiva, como si no existieran normas nacionales e internacionales para ese tipo de medidas.
Y ustedes avalan y amparan a decenas de personas que usan las redes sociales para insultar, amenazar de muerte y agredir a todo el que piensa diferente.
Ustedes no condenan esos actos, así como no condenaron el linchamiento de Moca en 2015, ni el asesinato y ahorcamiento de Tulile en Santiago de los Caballeros. Ustedes siembran cizaña, engendran odio, y luego no aparecen para hacerse cargo de las consecuencias.
Ustedes no tienen nada que ver con Duarte ni con Luperón, a los cuales les encanta usar en sus redes sociales, claro está: casi siempre en su versión más ridículamente blanqueada.
Yo creo, señores, que podemos unirnos para resolver el problema migratorio y fronterizo, pero  lo primero que ustedes deberían hacer, si de verdad aman a República Dominicana, es pedir perdón.
Perdón porque todos los problemas salariales, laborales, educativos, de salubridad, urbanísticos que ustedes achacan a los haitianos, han sido engendrados por la élite política y la élite económica dominicana durante las décadas que ustedes han sido gobierno en este país. Ustedes deberían, ya que son cristianos, hacer un mea culpa. También deberían pedir perdón por los linchamientos, los asesinatos, el clima de agresión sistemática, las deportaciones indiscriminadas de Balaguer, Hipólito y de Leonel, la monstruosidad de la sentencia 168-13 de la cual tanto se enorgullecen. De todo eso han sido parte. Ustedes han participado en la dirección del Estado dominicano y no se hacen cargo de que en educación, salud, migración, es casi un Estado fallido.
Ustedes también deberían renunciar públicamente a llamar a todo el mundo que piensa diferente “traidor”, “servil”, “enemigo”, “antipatria”, “prohatiano”… Deben renunciar a Trujillo, al que resucitan todos los días, 56 años después de muerto. Ustedes dicen defender la nación y sólo logran crear un clima de guerra virtual entre dominicanos, y cuando lo han llegado a creer útil, hasta violarle sus Derechos Fundamentales. En eso ustedes no se diferencian en nada de Pinochet, Franco, Mussolini, Hitler, el Jefe… Si lo vemos así, podemos concordar en que lo peor que podría pasar es que ustedes tomaran el poder: quienes la pasarían mal de verdad no serían los haitianos; ellos serían apenas una excusa para ponerle la suela arriba a los dominicanos, engañados con “salvar la nación”.
Luego de ese acto de arrepentimiento, y de renunciar a toda manipulación politiquera de la inmigración, podríamos sentarnos a discutir. Seguro muchos estaríamos de acuerdo en que la frontera y la inmigración son temas de exclusiva competencia y soberanía dominicana, y que el flujo de inmigrantes debe ser administrado con seriedad, mediante criterios políticos y técnicos muy bien establecidos.
Bueno, ya termino. ¿Qué les parece esta propuesta? Creo que es razonable. Solo se requiere de muchas menos palabras y exabruptos, y de un poquito de buena voluntad. Ya la cosa queda en vuestras manos.
Atentamente,
Matías Bosch Carcuro

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