Derecho Constitucional en la pobreza y bajo dictadura -

    Por Rafael Loaiza Bigott   
Probablemente el reto académico más interesante, difícil y gratificante que he tenido en mi vida, es enseñar Derecho Constitucional. El privilegio de dar clases a futuros abogados en primer semestre genera una transformación personal. Tuve la oportunidad de impartir clases a personas que luchaban retos personales propios de un país del tercer mundo. Entiendo que la expresión puede resultar políticamente incorrecta pero es una mentira decir que Venezuela es un país en vías de desarrollo. Algunos alumnos tenían que despertarse a las 3 de la mañana para recibir clases a las 7 am. Estos alumnos tenían que tomar dos o tres autobuses para poder llegar a la Universidad, a veces, algunos llegaban un poco nerviosos o molestos porque los habían robado en el trayecto; lamentablemente no había ningún centro de estudios en un lugar cercano a la “comunidad” donde vivían y por eso tenían que exponerse a ser robados. Comunidad entre comillas, sí. Porque vivir en esas condiciones de vida no puede calificarse como una comunidad. El socialismo del siglo XXI multiplicó la miseria y la pobreza absoluta. Algunos de estos alumnos llegaban con hambre porque no habían desayunado, ni siquiera habían cenado el día anterior. Algunos llegaban con olores peculiares, porque en sus “viviendas” no llegaba agua, ni electricidad tampoco. Algunos estudiantes se quejaban y otros lo entendían. Después de hablar un poco sobre los derechos humanos y la pirámide jurídica de Kelsen, estos estudiantes luchadores me decían que en Venezuela el Derecho Constitucional era una ciencia ficción. Que el presidente y el gobierno siempre hacían lo que les daba la gana y que nunca serían juzgados ni llevados a prisión por todos los delitos y violaciones a los derechos humanos que cometían a diario. Esa semana recuerdo que Hugo Chávez con su egolatría paseaba por el centro de Caracas en uno de sus programas Aló Presidente cuando gritó su infame “exprópiese”. Cuatro edificios fueron confiscados sin procedimiento legal alguno, sin justiprecio, ni indemnización, ni nada. Arbitrariedad absoluta. El artículo 115 de la Constitución venezolana era ciencia ficción, un simple adorno que carecía de importancia para el tirano. Yo les decía a mis alumnos que muchos dictadores eran llevados a las jurisdicciones internacionales cuando la jurisdicción nacional no hacía nada al respecto. Sin embargo, al día de hoy, son pocos los políticos de la cuarta república que fueron a prisión por cometer delitos contra el patrimonio público. Quizás, cuando comience la “sexta república”, los delincuentes de la quinta se esconderán y los venezolanos poco a poco lo olvidarán. Estarán tan concentrados en las nuevas transformaciones políticas y económicas estructurales de la sexta república que olvidarán a Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez, Rafael Ramírez y sus 40 ladrones. Ojalá que no sea así esta vez. Ojalá que el próximo gobierno no chavista de Venezuela se encargue de fortalecer las instituciones democráticas, sólo así lograremos salir de este círculo vicioso. El autor es abogado, escritor, profesor universitario de Derecho Constitucional y Economía Política. Autor de la novela “Infinia Catedral de Agua”. Ha escrito cientos de artículos sobre política, Derechos Humanos, economía y finanzas en diferentes periódicos latinoamericanos. - See more at: http://www.impactony.com/derecho-constitucional-en-la-pobreza-y-bajo-dictadura/#sthash.ctb1UB4O.dpuf