Roberto Silva Bijit
Aunque cueste reconocerlo, todos los dictadores tienen un lado bueno y una lado malo. Todos son un aporte y todos son un desastre. Siempre comienzan bien y terminan mal. Siempre dividen. Siempre son amados y odiados. A todos les gusta mucho el dinero. A todos les importa poco la vida de los que aparecen como sus opositores.
Casi todos los dictadores son iguales: malos y buenos a la vez.
La muerte de Fidel causa en Chile una situación ridícula respecto de los siempre desorientados políticos. Los de izquierda -los mismos que atacaron a Pinochet por dictador y por derechos humanos- ahora están expresando sus alabanzas ante la muerte de Fidel Castro, que durante casi 60 años fue un dictador que no respetó los derechos humanos.
Los de derecha -atacan a Fidel por dictador y por no respetar los derechos humanos- pero son los mismos que defendieron a Pinochet y se hicieron los lesos con los abusos en derechos humanos y los robos millonarios.
Lo que está claro es que Castro y Pinochet fueron dictadores y dejaron a su paso una desgracia en los pueblos que los debieron soportar.
Sin embargo, los dictadores siempre tienen cosas buenas que la historia debe respetar.
Pinochet, o mejor dicho las Fuerzas Armadas que él representaba- salvaron a Chile de una crisis institucional muy profunda, donde los políticos perdieron toda capacidad de darle gobernabilidad al país, llevándonos a un caos absoluto. Además el régimen militar le dio a Chile un sistema económico de libre mercado que tiene 30 años de vigencia.
Castro salvó al país del dictador Batista, que tenía aplastado al pueblo cubano, dándole en los inicios de la revolución una insospechada libertad. Después Fidel les dio salud y educación gratis. Y su gran revolución, aunque sea con la plata de otros países, consiste en haberse hecho cargo de los pobres y asegurarse que nadie pasara hambre, para que ningún cubano tuviera que acostarse sin haber comido. Para eso creó libretas de racionamiento y almacenes desde donde retirar comida, que están vigentes hasta el día de hoy.
El gran tema de la revolución cubana es que sacrificó la libertad en beneficio de la igualdad. Y cuesta vivir en un lugar donde nos emparejan a todos por abajo, dándonos igualdad y privándonos de la iniciativa propia que significa la libertad.
Los dos grandes temas de la teoría política: igualdad y libertad, conviviendo en crisis en la Cuba de hoy. Habrá quienes piensen que el Estado debe darnos mucho y estarán eternamente agradecidos de la ayuda, y habrá otros, que esperan que el Estado solo otorgue las oportunidades para que cada uno escoja su destino y el tamaño de sus alas.
El otro mérito que le dan a Fidel es haber abierto en la mente de millones de habitantes de este planeta un espacio para las utopías, un lugar para los imposibles, un terreno para levantar los sueños. El y su socio, Ché Guevara, representan el sentido de las utopías, sin las cuales los seres caminan más desesperanzados por la vida.
En todo caso, eso que nadie llore de hambre en las noches de Cuba, no deja de asombrarme y lo entiendo como uno de los mayores logros de su revolución de seis décadas.
Casi todos los dictadores son iguales: malos y buenos a la vez.
La muerte de Fidel causa en Chile una situación ridícula respecto de los siempre desorientados políticos. Los de izquierda -los mismos que atacaron a Pinochet por dictador y por derechos humanos- ahora están expresando sus alabanzas ante la muerte de Fidel Castro, que durante casi 60 años fue un dictador que no respetó los derechos humanos.
Los de derecha -atacan a Fidel por dictador y por no respetar los derechos humanos- pero son los mismos que defendieron a Pinochet y se hicieron los lesos con los abusos en derechos humanos y los robos millonarios.
Lo que está claro es que Castro y Pinochet fueron dictadores y dejaron a su paso una desgracia en los pueblos que los debieron soportar.
Sin embargo, los dictadores siempre tienen cosas buenas que la historia debe respetar.
Pinochet, o mejor dicho las Fuerzas Armadas que él representaba- salvaron a Chile de una crisis institucional muy profunda, donde los políticos perdieron toda capacidad de darle gobernabilidad al país, llevándonos a un caos absoluto. Además el régimen militar le dio a Chile un sistema económico de libre mercado que tiene 30 años de vigencia.
Castro salvó al país del dictador Batista, que tenía aplastado al pueblo cubano, dándole en los inicios de la revolución una insospechada libertad. Después Fidel les dio salud y educación gratis. Y su gran revolución, aunque sea con la plata de otros países, consiste en haberse hecho cargo de los pobres y asegurarse que nadie pasara hambre, para que ningún cubano tuviera que acostarse sin haber comido. Para eso creó libretas de racionamiento y almacenes desde donde retirar comida, que están vigentes hasta el día de hoy.
El gran tema de la revolución cubana es que sacrificó la libertad en beneficio de la igualdad. Y cuesta vivir en un lugar donde nos emparejan a todos por abajo, dándonos igualdad y privándonos de la iniciativa propia que significa la libertad.
Los dos grandes temas de la teoría política: igualdad y libertad, conviviendo en crisis en la Cuba de hoy. Habrá quienes piensen que el Estado debe darnos mucho y estarán eternamente agradecidos de la ayuda, y habrá otros, que esperan que el Estado solo otorgue las oportunidades para que cada uno escoja su destino y el tamaño de sus alas.
El otro mérito que le dan a Fidel es haber abierto en la mente de millones de habitantes de este planeta un espacio para las utopías, un lugar para los imposibles, un terreno para levantar los sueños. El y su socio, Ché Guevara, representan el sentido de las utopías, sin las cuales los seres caminan más desesperanzados por la vida.
En todo caso, eso que nadie llore de hambre en las noches de Cuba, no deja de asombrarme y lo entiendo como uno de los mayores logros de su revolución de seis décadas.
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