Dr. Julio Escoto Santana
El viernes 25 de noviembre de 1960, cuando la satrapía cumplía 30 años, 6 meses y 9 días, tras una premeditada y reflexionada maquinación, Trujillo concibió algo terrífico, que ha sido considerado como “su última expresión represiva”, que ninguno de los anteriores dictadores que habían desgobernado nuestro país se atrevió a hacer: instigar y ordenar los injustificables asesinatos de tres mujeres hermanas y madres: Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, así como el de Rufino de la Cruz, conductor del vehículo en el que viajaban las damas.
Transcurridos 56 años de esos abominables asesinatos, aún recuerdo con honda pena su ocurrencia, pero esa aflicción se convirtió en pavor cuando me enteré, a través del amigo y vecino de esa época Manuel de Jesús Viñas Cáceres (Meme) de que esas muertes no habían sido producto de un accidente automovilístico, como trató de hacer ver y creer el despotismo imperante, sino que fueron crímenes ordenados por el dictador Trujillo, ejecutados por los calieses del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) comandados por el jefe de esa organización represiva en la región del Cibao y capitán del Ejército Nacional, el tristemente célebre Alicinio Peña Rivera, asesinatos que provocaron olas de conmoción a lo largo y ancho del país y del mundo.
Admito que al conocer la versión de que se trataba de la comisión de detestables crímenes, momentáneamente me quedé sin voz y me dije en mis adentros: ¿Si eso le hicieron a las muchachas, qué no nos harán a nosotros?
Esos cuatro abominables crímenes tenían por finalidad ser aleccionadores para aquellos que incitaran o promovieran cambios y reformas políticas o sociales sin la anuencia del “dueño de esta media isla”, por lo que esas eliminaciones físicas, amén de enviar una señal tenebrosa -porque solo se podían ejecutar con la expresa y personal aprobación del dictador- sumergió a nuestra sociedad en un estado de shock emocional. “Sacudió profundamente la conciencia de todo un pueblo y originó una verdadera conmoción a nivel internacional”, y por ser crímenes tan infames, jamás podrán ser olvidados porque todavía recorren con escalofrío la espina dorsal de nuestra nación.
Además, produjeron en el seno del país y el mundo una oleada de consternación sin precedentes. “Marcaron una época, a un régimen y a una sociedad y una vez más pusieron de relieve la crueldad sin límites del tirano y su pandilla de esbirros y, como una paradoja, contribuyeron también al principio del fin de la autocracia, debido a que fueron crímenes emblemáticos por varias razones, entre ellas, que eran tres mujeres, tres esposas y tres madres; y por eso, el 17 de diciembre de 1999 la Asamblea General de las Naciones Unidas escogió esa fecha nefasta para conmemorar cada 25 de noviembre como el “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”.
¡Maldición eterna para el que los ordenó y para los que ejecutaron tan espeluznantes crímenes!
No hay comentarios:
Publicar un comentario