- 25 de noviembre de 2016
Este viernes, coincidencialmente celebrado como Black Friday en los Estados Unidos y en otras partes del mundo occidental, se recuerda el martirio de la mujer dominicana en las figuras apreciadas y memorables de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, quienes asumiendo todos los riesgos de una dictadura sanguinaria, se enfrentaron a Rafael Trujillo Molina y a lo que este sujeto representaba.
El mundo recuerda hoy a las Hermanas Mirabal. La organización de las Naciones Unidas estableció el 25 de noviembre como el Día Internacional de la No violencia contra la mujer. Más que por la decisión de Naciones Unidas, a las Hermanas Mirabal se les recuerda en la República Dominicana, su tierra, como ejemplos de heroísmo, de rebelión contra la dictadura y de mujeres que jamás recularon en su empeño de trabajar por la libertad del pueblo dominicano.
Cuando muchos hombres tuvieron que esconderse, cuando otros estaban en el exilio, y cuando algunos se acobardaban frente a los mecanismos de terror de Trujillo y sus séquitos de adulones y matones, Minerva Mirabal, María Teresa y Patria señalaron el camino. No tuvieron miedo, mantuvieron su dignidad y recorrían las carreteras, camino a Puerto Plata, donde la dictadura mantenía encarcelados a dos de sus esposos.
Recordemos a las Hermanas Mirabal como el símbolo que son y la valentía por la libertad que representan. Mujeres valientes y decididas.
Pedro Mir, nuestro poeta nacional, escribió un poema en tres tiempos, titulado Amén de Mariposas, a las Hermanas Mirabal. Aquí dejamos el primer tiempo de ese poema, como testimonio de nuestra reverencia hacia Patria, Minerva y María Teresa:
Amén de mariposas
Primer Tiempo
Cuando supe que habían caído las tres hermanas Mirabal
me dije:
la sociedad establecida ha muerto.
(Lapislázuli a cuento de todo emblema ruidoso
mentís en A referido a un imperio en agonía
y cuanto ha sido conocido desde entonces
me dije
y cuanto ha sido comprendido desde entonces
me dije
es que la sociedad establecida ha muerto)
Comprendí
que muchas unidades navales alrededor del mundo
inician su naufragio
en medio de la espuma
pensadora
y que grandes ejércitos reconocidos en el planeta
comienzan a derramarse
en el regazo de la duda
pesarosa
Es que
hay columnas de mármol impetuoso no rendidas al tiempo
y pirámides absolutas erigidas sobre las civilizaciones
que no pueden resistir la muerte de ciertas mariposas.
Cuando supe que tres de los espejos de la sociedad
tres respetos del abrazo y orgullo de los hombres
tres y entonces madres
y comienzo del día
habían caído
asesinadas
¡oh asesinadas!
a pesar de sus telares en sonrisa
a pesar de sus abriles en riachuelo
a pesar de sus neblinas en reposo
(y todo el día lleno de grandes ojos abiertos)
roto el cráneo
despedazado el vientre
partida la plegaria
¡oh asesinadas!
comprendí que el asesinato como bestia incendiada
por la cola
no se detendría ya
ante ninguna puerta de concordia
ante ninguna persiana de ternura
ante ningún dintel ni balaustrada
ni ante paredes
ni ante rendijas
ni ante paroxismo
de los progenitores iniciales
porque a partir de entonces el plomo perdió su rumbo
y el sentido su rango
y solo quedaba en pie
la Humanidad
emplazada a durar sobre este punto
escandaloso
de la inmensidad
del Universo
Supe entonces que el asesinato ocupaba el lugar del
pensamiento
que en la luz de la casa
comenzaba a aclimatarse
el puerco cimarrón
y la araña peluda
que la lechuza se instalaba en la escuela
que en los parques infantiles
se aposentaba el hurón
y el tiburón en las fuentes
y engranaje y puñal
y muñón y muletas
en los copos y de la cunas
o que empezaba entonces la época rotunda
del bien y del mal
desnudos
frente a frente
conminados a una sola
implacable definitiva
decidida victoria
muerte a muerte
¡Oh asesinadas!
No era una vez
porque no puedo contar la historia de los hombres
que cayeron en Maimón
y Estero Hondo
a unos pocos disparos de Constanza
en el mismo corazón del año 1959
puesto que todo el mundo sabe que somos el silencio
aun en horas de infortunio.
No era una vez porque no puedo contar la historia
de este viejo país del que brotó la América Latina
puesto que todo el mundo sabe que brotó de sus vértebras
en una noche metálica denominada
silencio
de una vértebra llamada Esclavitud
de otra vértebra llamada Encomienda
de otra vértebra llamada Ingenio
y que de una gran vértebra dorsal le descendió completa
la Doctrina de Monroe.
No contaré esta historia porque era una vez no la primera
que los hombres caían como caen los hombres con un
gesto de fecundidad
para dotar de purísima sangre los músculos de la tierra.
La espada tiene una espiga
la espiga tiene una espera
la espera tiene una sangre
que invade la verdadera
que invade el cañaveral
litoral y cordillera
y a todos se nos parece
de perfil en la bandera
la espiga tiene una espada
la espada una calavera.
Pero un día se supo que tres veces el crepúsculo
tres veces el equilibrio de la maternidad
tres la continuación de nuestros territorio
sobre la superficie de los niños adyacentes
reconocidas las tres en la movida fiebre
de los regazos y los biberones
protegidas las tres por la andadura
de su maternidad navegadora
navegable
por el espejo de su matrimonio
por la certeza de su vecindario
por la armonía de su crecimiento
y su triple escuela de amparo
habían caído en un mismo silencio asesinadas
y eran las tres hermanas Mirabal
¡oh asesinadas!
entonces se supo que ya no quedaba más
que dentro de los cañones había pavor
que la pólvora tenía miedo
que el estampido sudaba espanto
y el plomo lividez
y que entrábamos de lleno en la agonía de una edad
que esto era el desenlace de la Era Cristiana.
¡Oh dormidas!
¡oh delicadas!
qué injuria de meditar.
El mes de noviembre descendía sobre los hombros
como los árboles aún debajo de la noche y aún
dando
sombra.
¡Oh eternas!
El péndulo palpitaba las horas del municipio
y el pequeño reloj destilaba en silencio gota a gota
veinticinco visiones de una día llamado noviembre.
Pero aún no era el fin
¡oh dormidas!
aún no era el fin
no era el fin
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