Sin darse cuenta, la República Dominicana se está preparando para la gran batalla que definirá en qué país viviremos en las próximas décadas. Es una lucha entre las sombras y la luz, en algún caso, literalmente.
Se trata del conflicto que parirá un país moderno, o que nos lanzará hacia atrás probablemente sin posibilidad de recomponernos en el futuro cercano.
En uno de esos países quiero morir y que mis hijas y nietos vivan. El otro, expulsará a cuantos desean vivir en paz y con posibilidades de progreso personal.
El país de la luz tendrá energía eléctrica a precio razonable, tránsito organizado, transporte público eficiente sin monopolios y sin mafias, un mercado abierto con libre competencia y una clase empresarial comprometida con el país, es decir, una verdadera burguesía nacional.
Ese país tendrá un robusto mercado interno gracias a que existirán salarios que permitan un adecuado nivel de vida, escuela que enseña para los retos del porvenir, salud garantizada y donde el Estado hace cumplir la ley porque él mismo garantiza su propia legalidad.
El otro país es el de los monopolios y las mafias, de los políticos corruptos, de la ineficiencia de los servicios, del tránsito sin ley. Una nación sin orden, donde la clase empresarial solo desea lucrarse sin comprometerse con el país. En fin, un lugar donde no dan deseos de vivir.
Hemos llegado al punto en el cual ganamos esa batalla o habremos perdido la guerra irremediablemente.
Lo importante es que es una batalla individual, a lo interno de los ciudadanos. Cada uno tiene que decidir en qué país quiere vivir y actuar en consecuencia. La modernidad no es gratis. El precio es la participación.
¿Estamos dispuestos?
atejada@diariolibre.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario