- 10 de noviembre de 2016 - 12:08 am -
En la primavera de 1975 asesinaron al periodista dominicano más emblemático y crítico de la época: Orlando Martínez. De ese crimen, la policía de entonces con Rafael Guillermo Guzmán Acosta como jefe acusó a tres inocentes: Diomedes Mercedes, Melvin Mañón y Cheché Luna. Balaguer se apresuró a distanciarse, tanto del crimen como de la infamante e insensata acusación a nosotros, ofreciendo una recompensa a quienes dieran o señalaran pistas que condujeran a la identificación de los culpables la misma noche del día en que la policía nos acusó formalmente.
Un tiempo después, como todo el país y la opinión pública reclamaba nuestra libertad, el entonces director del Listin Diario don Rafael Herrera, tratando de ayudar nuestra causa, produjo un editorial sugiriendo que fuéramos puestos en libertad al amparo de una fianza. A mi me alegró muchísimo la noticia porque creí que saldríamos en cuestión de días. Pero Diomedes, que era veterano de muchos encarcelamientos previos, enojado e indignado vino a mi lado y me dijo:
-Nosotros no saldremos de aquí bajo fianza que nos deja sub-júdice y sin exculpación clara. Nosotros saldremos de aquí por Auto de No ha Lugar como corresponde con nuestra inocencia.
Entendí la posición de Diomedes, me adherí a ella. Así se consolidó la admiración que desde años atrás sentía por él, por esta actitud y esta lección recibida de él. Era, me explicó años mas tarde: la insoslayable dignidad del vencido. Estábamos presos injustamente pero nada ni nadie nos haría doblegar ni transar. No había que aceptar nada que no fuera la libertad pura y simple, sin condicionantes ni limitaciones.
En esa ocasión sufrimos 4 meses y seis días de cárcel hasta que Balaguer produjo aquella famosa carta de exculpación pública poniéndonos en libertad a todos el 6 de agosto de 1975. Sin embargo, el auto formal de “No ha Lugar” llegó en abril de 1997 emitido por el juez Juan Miguel Castillo Pantaleón.
Siempre me mantuve al lado de Diomedes, nunca he dejado de admirarlo y respetarlo y reitero que a él le debo haber entendido y aprendido que incluso en la cárcel, la dignidad está por encima de todo.
Como muchos recuerdan, Cheché Luna murió atropellado por un carro en Puerto Plata hace varios años. Diomedes se cayó del techo de la casa donde vivía al lado de la de su cuñado Miguel Decamps. Quedo yo solamente de aquel episodio. Con pena y respeto, con memorias compartidas y afecto, con una admiración que nunca conoció mellas me apresto a presentarle mis respetos.
Diomedes fue un hombre serio, honesto, luchador intransigente y para los que nunca se enteraron antes, fue reconocido siempre como el primer civil en tomar las armas tras la estallido patriótico del 24 de abril de 1965.
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