LA HABANA, Cuba.- Aunque demasiado se sabe sobre la vida del Iluminado Comandante, comparado con Dios por alabarderos cubanos y algunos extranjeros trasnochados, todavía nos sorprenden ciertas cosas, ocultas por él durante años.
Una historia nunca aclarada ni siquiera por los historiadores cubanos oficialistas fue aquel célebre acontecimiento ocurrido en altas horas de la noche del 11 de marzo de 1949, cuando tres jóvenes marines del Rodman de Estados Unidos subieron a la estatua de José Martí, en el Parque Central de La Habana y fueron fotografiados por la prensa cubana para un show antinorteamericano que recorrió el mundo.
En enero de 2016, el periodista Jorge Domingo Cuadriello realizó una pormenorizada investigación sobre aquel hecho, utilizando todo lo publicado en la prensa por aquellos días. Y llegó a conclusiones que nos hicieron pensar: ¿Acaso fue Fidel Castro el principal promotor de aquella maniobra sucia contra Estados Unidos?
Nada extraño entre el cielo y la tierra, donde al final todo se sabe.
A esa conclusión no podía llegar el colega Cuadriello. Cuando se publicó en la Revista Laical su investigación, Fidel Castro estaba vivito y coleando. Conocemos las represalias personales que tomaba el Invicto contra sus enemigos, algo que, sinceramente, en mi caso particular, me dejó de preocupar desde hace muchos años, porque otra apisonadora no podría pasarla por segunda vez sobre mí.
En la investigación de Cuadriello puede comprobarse claramente que el incidente de los marines no ocurrió de forma espontánea. Bastaba un análisis objetivo y racional para que todo quedara claro, algo que la prensa castrista jamás ha tenido en cuenta. Dos reporteros aficionados, Fernando Chaviano y un tal Astudillo, quienes recibían ayuda personal monetaria de Enrique de la Osa y de Ramón Vasconcelos respectivamente, fueron los fotógrafos que le propusieron a los jóvenes marines que escalaran la estatua de Martí, para llevar a cabo aquel ardid.
Vasconcelos fue el primero en recibir las fotos. Su periódico Alerta, adquirido por él hacía pocos meses, quedaba en el Paseo de Martí, a pocos metros del Parque Central. Por último, de la Osa, el director de la sección En Cuba, de la Revista Bohemia, recibió las mismas fotos, en su residencia del reparto Nuevo Vedado, donde acostumbraba recibir a sus ¨colaboradores¨, muchas veces anónimos.
Hace poco una de las periodistas más agradecidas de la dictadura castrista, Marta Rojas, en un artículo dedicado a los diez años de la muerte de Baudilio Castellanos -Bilito-, gran amigo de Fidel, escribió lo siguiente:
¨Fidel, junto a Bilito y otros compañeros, como Alfredo Guevara y Lionel Soto, respondían a la indignación nacional atacando sin armas, a riesgo de perder la vida, la antigua embajada norteamericana. La policía no se hizo esperar y arremetió contra ellos violentamente¨.
La protesta mencionada ante la antigua sede de la Embajada de EEUU, situada en la Avenida Santa Catalina, entre Domínguez y San Pablo, en el reparto El Cerro, de La Habana, aparece en el libro de reciente publicación, Fidel en la tradición universitaria. Aquí se dice que Fidel Castro encabezó protesta, junto con Baudilio, Aramís Taboada, Alfredo Esquivel (quien, en el libro Amigos que ya no están, del periodista Luis Báez, reconoce que EEUU le negó la visa por haber lanzado piedras contra la antigua embajada), Humberto Roig, Ramón Fernández, Lionel Soto, Alfredo Guevara Urbino Bajuno y otros, exigiendo la entrega de los tres marines, para que fueran procesados por la justicia cubana.
¿Quiere decir que fue el Comandante en Jefe el principal autor de aquella maquinación con grandes dosis de terrorismo?
En sus primeros pasos como aprendiz de política, sobre todo en busca siempre de protagonismo, Fidel es autor de varios reportajes publicados en Alerta, donde hace graves acusaciones de robo, que nunca pudo probar, al presidente constitucional Carlos Prío Socarrás, y a quien al poco tiempo -¡vaya historia¡-, le pide dinero para la compra del yate Granma y también a Grau San Marín, ¡¨…por ocasionar una situación de desastre económico en el país¨!
La prensa de aquellos años lo acusa de promover enfrentamientos violentos y es acusado de numerosos asesinatos y hechos bien conocidos: Sugiere la idea de lanzar al viejo presidente Grau San Martín por la ventana presidencial para dar un golpe de estado, escapa a nado de una expedición fracasada contra Trujillo, roba la campana del ingenio ¨La Demajagua¨, propone secuestrar el féretro de Eduardo Chibas y sentarlo en la silla presidencial para un golpe de estado a Carlos Prío, etc., etc.
Todo esto, como podemos recordar, nunca fue rememorado por él en sus discursos, entrevistas a periodistas extranjeros o en sus Reflexiones. Ni siquiera jamás tocó el incidente de los marines y la protesta posterior, algo que para él pudo ser algo fundamental en su vida.
Fidel Castro quiso echarle tierra al asunto.
Ramón Vasconcelos y Enrique de la Osa, dos viejos lobos de mar, considerados maestros del periodismo amarillo que prevaleció por aquella época, el primero con sus artículos difamatorios y el segundo con su mala fe y su mentira de las 20 mil víctimas de la guerra contra Batista, participaron en gran medida en el complot contra los marines de Estados Unidos.
Ambos también le echaron tierra a la historia.
Enrique se dedicó a su dulce vida como ¨director¨ de la Revista Bohemia y Vasconcelos que había huido de Cuba como ministro de Batista, regresó con el permiso de Fidel, ¨agradecido este por los valiosos servicios de Vasconcelos¨, según aclaró Luis Báez en uno de sus artículos sobre el periodista.
Vasconcelos murió 1965, tal como pidió, en su linda casa de Santa María, en las playas del Este habanero y en silencio, como tenía que ser, fiel al Comandante en Jefe.
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