David Alvarez
¿Es la ambición un valor o un defecto? ¿Es un motor que mueve la sociedad o un cáncer que la destruye? ¿Quién define el dinero bien habido?
Algo falla en esta sociedad que empuja a todos a codiciar, y premia a unos por esquilmar a los más pobres, y censura a otros por la misma razón. Grandes fortunas, no todas, del presente, son reconocidas como decentes, cuando dos generaciones anteriores se labraron con dolo y sangre.
Encontrar pureza ética en amasar riquezas es dificil, por lo que casi toda heredad que trascienda lo necesario es motivo de sospecha. Fuera de la feria de los discursos miopes, los culpables favoritos y los raseros convenientes, puede aparecer algo de ética.
Lo cierto es que juzgar la moralidad tiene menos de escándalo, más de racionalidad y por supuesto mucho mayor alcance que la chercha de turno.
Nuestra sociedad, nuestro modelo de civilización, basado en la ambición, dificilmente pueda tener una ética del enriquicimiento.
El lago no es quien para evaluar el charco, ni el charco puede justificarse señalando al lago.
Si vamos a luchar contra la corrupción enfrentemos el sistema.
Si vamos a luchar contra la corrupción enfrentemos el sistema.
Es consustancial al modelo de economía y de ordenamiento político. No lo puedo negar, algunos, por su integridad, aún dentro del lodazal social, tienen pureza de sobra para juzgar. Son lo menos, pero que bueno que existen. Usualmente no son los que vocean.
¡Ojalá lo hicieran! Es tarea ponernos al día con la honradez, más que en la calle, en el corazón.
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