German Marte
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Usted podría decirme que desde Colón, mucho antes de que se proclamara la República, aquí hemos tenido funcionarios desfalcadores.
Que siendo presidente Buenaventura Báez recogió todo el dinero que pudo y huyó del país. Que Trujillo acumuló fortuna en base al terror y el despojo. Y que cuando Balaguer había tanta corrupción que “solo se detenía en la puerta de su despacho”.
Sin embargo, el caso Odebrecht, la constructora brasileña que admite haber pagado US$788 millones en sobornos a funcionarios de 12 países para obtener la adjudicación de obras, parece ser la gota que derramó la copa de la corrupción… y la paciencia de la gente.
Odebrecht, cuyo presidente está preso por corrupción en Brasil, admitió en Estados Unidos que entre los años 2001 y 2013, solo en República Dominicana, pagó sobornos por US$92 millones (más de RD$4,300 millones).
Su gerente general en el país, Marcelo Hofke, dijo a la Procuraduría que el empresario Ángel Rondón, un “lobista” estrechamente vinculado al actual presidente de la República, fue la persona que recibió el dinero. En los pasillos del Congreso se dice que Rondón es “el hombre del maletín”.
Claro, esto a él lo tiene sin cuidado y, al contrario, habla con orgullo sobre sus “éxitos” y del dinero ganado solo por “gestionar contratos” desde el gobierno de Jorge Blanco (PRD 1982-1986), en los últimos 10 años de Balaguer, los 4 años de Hipólito Mejía, hasta llegar a los gobiernos del PLD, tanto en los de Leonel Fernández como en el de Danilo Medina, cuando literalmente este pelirrojo “se ha bañado en oro”.
Pero no se llame a engaño, con todo y su incalculable fortuna, que le da para ser vecino del canciller Miguel Vargas en la exclusiva torre Caney de la avenida Anacaona, este habilidoso, que vino del campo “con una mano alante y otra atrás”, que trabajó como “burro” cargando sacos en la cementera y en Molinos Dominicanos, no es el principal eslabón en la larga cadena de la corrupción.
Tampoco olvidemos que los US$92 millones repartidos entre presidentes, funcionarios, diputados y senadores, salieron y saldrán de las costillas de todos nosotros, como también saldrán de nuestros bolsillos los US$163 millones que dice Odebrechtganó en las 18 obras que construyó durante los gobiernos de Hipólito, Leonel y Danilo. Ni hablar de las plantas de carbón de Punta Catalina, que saldrán por más de US$2,000 millones.
Contrario a lo que está pasando en otros países, aquí las autoridades han actuado más como cómplices de Odebrecht y sus socios locales que como perseguidores de corruptos.
No obstante, estamos ante un punto de inflexión, el pueblo se cansó de tantos robos y tanta impunidad. Creo que por primera vez se convoca a una manifestación contra la corrupción.
El próximo domingo, los dominicanos tenemos una buena oportunidad para demostrar cívicamente nuestro rechazo a los corruptos.
Es un buen comienzo para poner fin a un viejo mal.
¡Nos vemos el domingo en la Máximo Gómez con 27 de Febrero!
¡Nos vemos el domingo en la Máximo Gómez con 27 de Febrero!
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