Juan Tomas Taveras.
Coincido con el compromiso de código deontológico que reclama la uruguaya Cristina Peri Rossi: “El abogado debe buscar la justicia y no proteger al delincuente, por más dinero que esté en juego, así como, el periodista debe estar al servicio de la verdad y del lector, no de la empresa que paga los anuncios del periódico o de los intereses de los poderosos.”
Cuando no hay justicia reina la corrupción con impunidad. Consecuentemente, la violencia y la inseguridad se imponen a la paz y la tranquilidad. La población exige revertir este derrotero. La Marcha por el Fin de la Impunidad, este domingo 22 de enero a las 10 de la mañana, partiendo de la Avenida 27 de Febrero con Máximo Gómez, es un derecho, igual que un deber cívico, cada ciudadano debe involucrarse, pues estos temas nos conciernen a todos.
En una discusión, Voltaire, François Marie Arouet, escritor, historiador, filósofo y abogado francés, dijo una frase famosa: “No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo.”
Invito a los muchos que se muestran cómplices, serviles, arrogantes, ilusos, ignorantes, confundidos o lambones en cuanto a la realidad de vinculación con la corrupción y la impunidad por parte de nuestros políticos, de las autoridades y de la mayoría de representantes de los poderes fácticos, para que realicen su propia marcha a favor de la corrupción y de los beneficios espurios que esta le representa o creen le toca.
En esta putrefacción de la administración pública y la politiquería dominicana, no hay que detenerse a buscar quien es el más corrupto o el más grande caso de corrupción, lo correcto y más saludable para que nuestro país pueda desarrollarse integralmente en un Estado Social y Democrático de Derechos, es exigir justicia ética, régimen de consecuencias con sanciones drásticas sin contemplación alguna para nadie.
Nuestra Constitución establece claramente cuales son nuestros derechos, pero además, nuestros deberes cívicos. También estamos obligados a cumplir y respetar las leyes. De igual manera nos rigen los acuerdos internacionales que firmamos como Estado.
Dentro de esas prerrogativas que contempla el sistema jurídico de todo Estado, la justicia es un derecho, la seguridad es un derecho, la salud es un derecho entre muchos otros. Pero debemos entender que sin justicia ni seguridad no es posible la salud del Estado dominicano en su conjunto ni de los habitantes de manera individual.
Cuando la justicia no funciona y la seguridad es vulnerada, impera el miedo colectivo y no hay espacio para el desarrollo integral sostenible de la sociedad y de las personas individualmente.
Alguien dijo: “Quiero renegociar mi contrato social, ese mismo que nunca firmé”. Me sumo a dicho reclamo. Pues en República Dominicana, los partidos, las autoridades públicas y los poderes fácticos en su gran mayoría son una asociación de malhechores, deciden y negocian todos los recursos públicos y naturales, socializan los problemas excluyéndose de los mismos, y lo peor de todo, individualizan como cosa privada para si, los beneficios, ingeniándosela de una manera magistral para usufructuar el erario sin darle participación al pueblo común, que encima de todo, debe pagar los impuestos que lo sustentan sin recibir los resultados que estos deben generar.
Nelson Mandela dijo una reflexión que nos aplica: “Si no hay comida cuando se tiene hambre, Si no hay medicamentos cuando se está enfermo, Si hay ignorancia y no se respetan los derechos fundamentales de las personas, la democracia es un cascarón vacío, aunque los ciudadanos voten y tengan parlamento.”
El Estado dominicano reivindica a Platón cuando decía: “No hay peor justicia, que la justicia simulada”. De igual manera está la libertad de expresión, peor aún está en prisión, presa de la oferta y la demanda, manipulando la opinión pública que está infestada de desinformación y mentiras; convirtiendo a la mayoría de medios y comunicadores en empresas de mercenarios y sicarios de la comunicación.
Cuando conoces tus derechos estarás consciente de que el Estado recibe sus ingresos para devolverlos, en servicios básicos de calidad, no para dilapidarlos y robarlos. Súmate a la lucha por una Justicia Ética y el Fin De La Impunidad.
Dios les bendiga hoy y siempre.
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