La opinion de Carlos Sánchez Berzaín
Haciendo gala del aniquilamiento de la democracia que ha perpetrado contra el pueblo de Bolivia, Evo Morales festejó el 22 de enero sus 11 años en el poder, convirtiendo el día que tomó el Gobierno en feriado nacional con la pretensión de imponerlo como fecha histórica. El dirigente cocalero y jefe de Estado del expansionismo castrochavista, ha querido presentar como exitosa su gestión que es -en verdad- el mayor de los retrocesos y desgracias de la historia de Bolivia, que supera todo récord de impostura, crímenes, corrupción y narcotráfico.
Impostura es el “fingimiento o engaño con apariencia de verdad”. Esta es naturaleza esencial de Evo Morales presentado como indígena siendo un mestizo que no habla ni quecha ni aymara; como campesino cuando en verdad es el dirigente cocalero del primer eslabón del narcotráfico; como demócrata siendo un dictador del socialismo del siglo XXI; que se jacta del mayor crecimiento económico del país cuando es el responsable de su postración y crisis; como víctima cuando es el autor de los mayores crímenes y violaciones a los derechos humanos; auto proclamado nacionalizador cuando ha enajenado e hipotecado los recursos nacionales por varias generaciones.
El acceso al poder de Evo Morales está precedido por más de 15 años de violencia defendiendo la coca-narco con financiamiento del circuito coca-cocaína, el apoyo de dictadores como Gadafi, hasta acciones directas de Castro y Chávez que convirtieron en movimiento político a sindicatos cocaleros similares al modelo de las FARC. Punto importante del iter criminis es la conspiración, sedición y derrocamiento del Gobierno constitucional de Sánchez de Lozada que culminó el 17 de octubre de 2003 y que Morales reivindica públicamente, confesando los delitos cometidos como el triunfo sobre el neoliberalismo. Estas acciones criminales están temporalmente impunes por la “amnistía” con que Evo Morales y sus cómplices se protegen y con la que persiguen, han convertido en presos y exiliados políticos a sus víctimas.
Evo Morales no hubiera llegado nunca al poder y ni permanecido en él sin la intervención política, económica y de fuerza de Hugo Chávez y Fidel Castro (a quien llamaba papá). El Gobierno de Morales es un satélite del Alba o bolivariano, ahora SSXXI. Han construido para Morales un estado destinado a “terminar con la Nación Boliviana” y para eso han suplantado la Constitución Política y la República de Bolivia con su estado plurinacional: es el jefe del estado plurinacional no es el Presidente de la República de Bolivia; gobierna un engendro nacido del fraude y de la violencia, diseñado para su permanencia indefinida en el poder sirviendo los intereses transnacionales del SSXXI. Antes de ser Gobierno Evo cometió innumerables crímenes como de los esposos Andrade, Villa 14, masacre de Sacaba y de Octubre de 2003; pero para llegar a 11 años de Gobierno perpetró 20 masacres sangrientas, tiene miles de perseguidos políticos con la “judicialización de la represión política”, presos políticos y más de 1.200 exiliados. Se mantiene en el poder en base al miedo, aplicando el modelo castrista de control social que incluye asesinato de reputaciones, liquidación de la libertad de prensa y reclutamiento de empresarios privados.
Morales ha construido un “narco estado” basado en los sindicatos cocaleros, cuyos dueños además de no pagar impuestos, están integrados en la producción de droga. Los sindicatos de la coca-narco son base principal de la estructura política de Morales, quien para protegerlos expulsó de Bolivia a la DEA, a USAID, al Embajador de los EEUU, disfrazando la expansión del narcotráfico como antiimperialismo. Así logró el control absoluto de la lucha antinarcóticos, convirtiéndola en otra impostura y en apología del delito, con leyes infames y propuestas como la despenalización de la coca. La producción de cocaína así incrementada, sumada a la de las FARC configura hoy el mapa de crimen y política. Con la expansión de su base político-cocalera Evo ha inundado de cocaína Argentina, Brasil, Chile y ha determinado que Bolivia -además de batir récord de consumo interno de droga- sea aislada y estigmatizada.
El “jefazo” ha concentrado todo el poder en un modelo centralista, estatista y personalista. En Bolivia no existe “estado de derecho” ni institucionalidad, no hay “división e independencia de los poderes públicos”, no hay “libertad de prensa”, los procesos electorales son simulaciones con “fraude”. La corrupción es política de estado, solo superada el sistema de impunidad imprescindible para proteger a Evo Morales y su régimen de nuevos ricos (casos Zapata, Fondioc, Lamia, cartel de la mentira y decenas más). Trata de evitar que el “lava jato” se destape en Bolivia. Ha superado el récord de deuda externa e interna públicas que son de cuantía indeterminada por la liquidación del sistema independiente de contraloría. Transparencia Internacional ubica a Bolivia entre los países más corruptos en aumento cada año.
Morales aprovechó mostrando como propios los éxitos de la democracia boliviana (1982-2003) a la que llama neoliberal, pero su fracaso económico es estrepitoso: redujo la producción de gas por falta de inversión, paga más que nunca a transnacionales y pierde mercados. De la negación de crisis económica ha pasado a “proyectos para superar la crisis”. La manipulación de cifras y encuestas es la regla. La economía del narcotráfico aún sostiene la impostura. Tiene “crisis de agua”. Los créditos, compras y obras chinas son cuentos chinos de corruptela y deudas secretas. Las FFAA son del régimen y están plagadas de corrupción. Los niños son manipulados para recibir prebendas. El tráfico de personas se ha disparado. Evo ha volado más de 11.000 horas con un costo de más de 40 millones de dólares……y tiene más logros, éxitos y records, pero son de impostura crímenes y corrupción.
*Abogado y Politólogo. Director del Interamerican Institute for Democracy
www.carlossanchezberzain.com
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