Para Nicolás Juárez Campos, murieron Videla y Martínez de Hoz pero los sobrevive la alianza macrista- radical.
Antes de fallecer (el 17/5/2013), y desde una celda de la Unidad Penitenciaria de Marcos Paz en donde purgaba dos condenas a prisión perpetua y otras, a 50 años de encierro y aguardaba la definición de juicios pendientes que le seguían por delitos de lesa humanidad, el genocida Jorge Rafael Videla habló con la revista española “Cambio 16”.
Desde esas páginas, Videla insistió con su teoría de que en la Argentina hubo una “guerra interna” y arengó “a sus compañeros de armas que sufren presidio“ a “impedir” la continuidad del “unicato totalitario”, como calificaba a los gobiernos de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y de Néstor Kirchner.
Convencido de su “patriótico” accionar en aquellos infaustos años, Videla se explayó sobre la necesidad de evitar la “perpetuidad” del gobierno kirchnerista, posibilidad que atribuía “…ya sea merced a una reforma constitucional o por la fuerza, en la estólida senda de trocar nuestro sistema representativo, republicano y federal por un fracasado comunismo a la cubana…”.
El entrevistador le solicitó al represor, con un explícito guiño:”¿Qué mensajes les daría a las futuras generaciones de argentinos que están confusos y desilusionados? Videla respondió que “…se ha producido una clara tergiversación mediante una “visión hemipléjica” de la verdad que logró sembrar el odio y el resentimiento en muchos corazones argentinos, postergando la tan ansiada unión nacional…La República ha desaparecido…”. El genocida responsable de las desaparición de miles de argentinos, preocupado por la “desaparición” de la República.
Jorge Rafael Videla comenzó a agonizar el día que Néstor Kirchner descolgó su cuadro del Colegio Militar. En oposición a la amnistía que proponían Eduardo Duhalde, la Iglesia, el establishment económico y José Claudio Escribano- jefe editorial del diario La Nación- como vocero apremiante, Kirchner decidió impulsar los juicios y castigos a los responsables militares y “civiles cuarteleros”, dándoles el carácter de políticas de Estado, definitivas y concluyentes. La amnistía hubiera implicado garantizarles impunidad, ratificar lo que nos enseñó Hannah Arendt, que decir que “todos son culpables es una manera de decir que no hay culpables..”(Hannah Arendt).
Tal vez en 34 años de democracia los argentinos no hayamos conseguido una imagen más clara del significado de la palabra justicia para mostrarles a las nuevas generaciones, que esa donde puede verse a Videla, que años atrás decidía sobre la vida y la muerte de los argentinos, detrás de las rejas hasta que partió a bordo de un inodoro.
Como afirma el periodista Roberto Caballero ¿que será del libro Nunca Más sin las políticas de Memoria, Verdad y Justicia? ¿Cómo se les explicará a las nuevas generaciones que los crímenes y vejaciones que allí se relatan no tendrán condena? El Nunca Más sin los represores y cómplices civiles presos, solo servirá para perpetuar la sensación paralizante del horror a través del tiempo.
Lo que hizo el Partido Militar al cederle la economía a Martínez de Hoz y sus socios civiles, fue mucho más que una adaptación libre del predominio del capital financiero sobre el quehacer industrial. La más rancia civilidad volvió por sus fueros a reconstruir el capitalismo argentino en los términos más retrógrados, logrando una caída de la participación de los asalariados en el PBI del 48 al 29 % en 1976/77 y un desapoderamiento extorsivo de empresas para dejarlas en manos de quienes habían asaltado el Estado, como lo demostraron los casos Gutheim, Papel Prensa, Greco, etc. Los grupos civiles y sus esbirros de la dictadura son racistas, clasistas, con una desconsideración inmisericorde de la necesidad y el dolor ajeno. Para la derecha neoliberal (hoy macrista/radical) gobernar es bajar salarios y para que ello suceda se destruye empleo.
Contemporáneamente a la declaración de Videla, el economista de “los años de plomo” Domingo Cavallo publicó en su blog un texto titulado “Un consejo sincero para Cristina”, donde le aconsejaba que convoque “a los economistas profesionales” y proponía a Mario Blejer, Javier González Fraga, Melconian, Alfonso Prat-Gay, Sturzenegger, etc, intentando reposicionar la noción de que existe un saber económico “objetivo”, algo muy usual en la década de los ´90. Esa “objetividad” actualmente la sufrimos con la alianza macrista- radical y se denomina liberalismo económico.
Cavallo y Machinea , estatizaron la deuda externa privada, régimen mediante el cual se licuó la deuda, cargando esa cuenta sobre el Estado y formando parte, además, de un proceso de fuga de capitales al exterior por parte de residentes locales. Él primero fue mentor de la convertibilidad y fiel administrador de su derrumbe, lo que lo transforma en uno de los responsables principales de la más profunda crisis económica y social del pasado cercano.
El endeudamiento privado no correspondía a empresas que enfrentaban dificultades financieras, sino más bien a aquellas poderosas que incrementaron sus ganancias transfiriendo su deuda externa al sector público, entre ellas, algunas de propiedad del presidente Macri.
La nueva etapa
Con la Alianza macrista-radical ha comenzado nuevamente un tiempo de desprecio por el pueblo argentino. Bajo la cobertura que brindan distorsiones estadísticas, él Gobierno y la ofensiva cínica de la prensa hegemónica- que la actual administración estadounidense definió como “un partido político”-, reduce al desprecio avances económicos y sociales importantes de la década pasada.
Cuando hoy se confronta con las corporaciones mediáticas se confronta con el poder real. Este poder construyó la patrañera idea de la “grieta” que habría provocado el gobierno anterior y cuya contrapartida la constituye la palabra “juntos”, a la que se refiere en forma constante el macrismo.
Sin dudas, existe un paralelismo del “Libro Negro de la Segunda Tiranía” editado por la Revolución Fusiladora de 1955 y la campaña mediática actual, de lugares comunes para denostar al gobierno anterior. Son los mismos ejes intolerantes y persecutorios, aunque con 62 años de diferencia. Aquel libelo, que sólo sirvió para justificar el decreto 4161 que proscribió a la mayoría política del país durante 18 años, forma parte de la historia trágica de los argentinos. El liberalismo oligárquico jamás pide perdón por sus crímenes y difamaciones.
José Hernández Arregui decía que ese libro era el fiel reflejo del odio incubado por aquellos que habían visto afectados sus privilegios económicos, sociales y culturales durante los dos primeros gobiernos peronistas. Afirma Jauretche:”…ignoran que la multitud no odia, odian las minorías, porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor..”.
Los dueños del poder y del dinero siguen odiando con la misma intensidad a los gobiernos que pretenden un patrón de distribución más igualitario e instrumentan las mismas campañas agraviantes para hacer retroceder la historia. El Papa Francisco nos dice:”…El problema es que Latinoamérica está sufriendo los efectos de un sistema económico en cuyo centro está el dios dinero, y entonces se cae en las políticas de exclusión…Esta economía mata… Los sistemas liberales no dan posibilidades de trabajo…”.
La “grieta” es la lucha de clases y si algo disgusta al capitalismo es hablar de clases y de lucha. El aparato de legitimación del orden económico intenta desde siempre negar esa idea. Sin embargo, a pesar del gran invento de la clase media, amortiguadora y también promesa, el conflicto continúa siendo inherente a la política general. No hay dudas del carácter notablemente clasista del gobierno de la Alianza Cambiemos.
El “gobierno de los ricos” está empeñado en la redistribución, pero REGRESIVA y en favor del capital. Lo importante es saber que lo que se redistribuye es “el ingreso”, un flujo, el valor agregado en el momento de la producción, la parte que se lleva el capital y la que corresponde al trabajo; la ganancia y el salario. En 2016, lo que perdió la clase trabajadora, quedó en manos del capital. El mecanismo que utilizan es el ajuste de paritarias por debajo de la inflación. Si los ingresos de los trabajadores continúan cayendo, también lo hará el PIB.
Lo más preocupante del actual gobierno nacional, es que va reforzando los rasgos estructurales más negativos de las economías latinoamericanas: desigualdad distributiva, primarización productiva y dependencia financiera externa. La desigualdad, medida como la brecha entre el 10% de la población de más altos ingresos y el 10% de menores percepciones, se incrementó un 37%, entre el último trimestre de 2015 y fines de 2016. Estamos nuevamente bailando en la cubierta del Titanic. Los poderosos no hacen beneficencia.
Este modelo agroexportador/ rentístico-financiero, como en los años 1976/83 y los 90, sólo podrá subsistir temporalmente con un mayor grado aún de endeudamiento externo. Su límite nuevamente dependerá de la amplitud de ese ciclo y de hasta qué punto la conflictividad social que implica afectará la gobernabilidad. “La pobreza es violencia”, afirma Mahatma Gandhi.
En síntesis: murieron Videla y Martínez de Hoz pero los sobrevive la alianza macrista- radical.
Por: Nicolás R. Juárez Campos
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