Gustavo Volmar.
En la reunión del Foro Económico Mundial, que concluye hoy en la opulenta localidad turística suiza de Davos, la lucha contra la pobreza ocupó un lugar secundario, detrás de temas como la inteligencia artificial, el futuro de Europa, la incertidumbre de la economía china, el cambio climático y la crisis migratoria. A la sombra de las actuales fluctuaciones en los mercados financieros, una sucesión de líderes políticos, empresariales y técnicos agotaron turnos en el evento, como parte de la agenda sobre la cuarta revolución industrial que se presume está en proceso.
Pero detrás de los discursos y las discusiones en los seminarios, los tópicos más importantes se trataron en encuentros personales, en pequeñas salas, discusiones de sobremesa y otros ambientes propicios.
Uno de esos tópicos fue la reelección de la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, y parece ser que su cabildeo por apoyos tuvo éxito. También se discutió la aparente poca sofisticación de la política monetaria y cambiaria china, a cuyas autoridades se atribuye un manejo deficiente de los mercados y de las señales que emiten. Y la promoción de inversiones fue otro de esos tópicos, siendo múltiples los encuentros para presentar proyectos y estructurar esquemas de financiamiento.
Es curioso que en los comentarios de pasillo, y en las más relajadas conversaciones entre los participantes, una figura inusual, mezcla de empresario y político, haya sido objeto de gran atención. Donald Trump, de quien se esperaba sería un espejismo fugaz en la campaña interna del partido republicano en los EE.UU., parece haber tenido la potestad de despertar posiciones extremas, en contra y a favor, interpretándose su sorpresiva persistencia en las encuestas como un reflejo de polarización y hastío en la opinión pública estadounidense, cuyas potenciales consecuencias van más allá que el auge coyuntural de ese personaje tan controversial.
gvolmar@diariolibre.com
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