Abuso de dictadores

Editorial del Heraldo Con cierta frecuencia cae en los pueblos la plaga de las dictaduras, que trae consecuencias negativas en la vida de las gentes, con inminentes riesgos para la convivencia pacífica del conglomerado social, de las familias y de las personas en particular. Los dictadores son producto de golpes de Estado, de golpistas inescrupulosos, por lo general audaces e ignorantes que acceden al poder político sin mérito personal alguno. Se mantienen en las alturas del poder por la imposición de la fuerza, rodeados de áulicos y serviles que aplauden todos los desafueros del dictador. Para mantenerse en el poder acaparan todas las funciones públicas y, sin el menor rubor, atropellan los derechos fundamentales de las personas y de las instituciones. Adoptan el eslogan de que “El Estado soy YO”, lo que equivale a hacer lo que le dictan sus caprichos y sus nefastos intereses de vanidad y de atraco a los dineros públicos. Lo que acontece en la hermana república de Venezuela es la confirmación de lo expuesto. Una nación rica en recursos naturales y con un pueblo inteligente y trabajador que atraviesa momentos difíciles en la política y en la economía, con el tirano -igual que su inmediato antecesor- que ni siquiera ha podido administrar la riqueza petrolera, por ello el pueblo no puede adquirir alimentos básicos para su subsistencia. La condena al dirigente político Leopoldo López es la más estúpida actuación del dictador Maduro, imponer 13 años de prisión por haber reclamado el respeto a los elementales derechos humanos sólo cabe en la mente de un ignorante y prepotente. El rechazo a esta sentencia ya se escucha a nivel internacional. El dictador venezolano debe considerar cómo han terminado los dictadores de su misma estirpe. Le puede llegar igual medicina. Las dictaduras no son eternas.