lun, 31 ago 2015 20:59
Buenos Aires. Con una emocionada frase: “bienvenida, nieta número 117. Y por muchos nietos más”, anunció este lunes la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, la recuperación de la identidad de la hija de Walter Hernán Domínguez y Gladys Castro, ambos detenidos desaparecidos en 1977 durante la pasada dictadura militar (1976-1983), en la provincia de Mendoza.
Esta gran noticia contrastó con otra muy dolorosa para los organismos de derechos humanos: falleció a los 94 años la madre de Plaza de Mayo, Pepa de Noia, una de las fundadoras, la primera que llegó a la plaza, como recuerdan sus compañeras, que caminaron desde un principio en esa ronda de mujeres con pañuelos blancos, frente a los dictadores desde 1977.
Su hija María Lourdes -de 29 años- fue secuestrada el 13 de octubre de 1976, junto con su marido en Constitución en esta capital. “Pepa fue una de las catorce mujeres que se reunieron el sábado 30 de abril de 1977 a las cuatro y media de la tarde en la Plaza de Mayo para reclamar por sus hijos desaparecidos y murió sin saber el destino de sus seres queridos”, recordaron las Madres Fundadoras.
En tanto, aún no trascendió el nombre de la nieta número 117 recuperada por las Abuelas, en una tarea heroica, por la que se busca a alrededor de unos 400 niños, la mayoría nacidos en cautiverio y arrebatados a sus madres, para luego desaparecerlas.
De Carlotto anunció la restitución de la identidad de la hija de Walter y Gladys secuestrados en Mendoza cuando ella estaba en el sexto mes de embarazo.
En la sede del organismo que las agrupa, De Carlotto, relató que la nieta “sabía que no era hija biológica” del matrimonio que la crió y que “accedió inmediatamente” a la invitación a realizarse el estudio de ADN.
Destacó el trabajo realizado por la organización, con la colaboración del Estado y solicitó a la prensa “el máximo respeto por los datos privados de la víctima, quien hace apenas dos días confirmó que es hija de desaparecidos”.
Gladys y Walter militaban en el Partido Comunista Marxista Leninista y se casaron en noviembre de 1976. Vivían en la localidad de Godoy Cruz, Mendoza, donde trabajaban de acuerdo a lo que sostiene la querella del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos sobre las desapariciones de ambos.
El 9 de diciembre de 1977, cuatro encapuchados y uno a cara descubierta, armados y vestidos de civil, derribaron la puerta de entrada de la casa de Gladys y Walter y nada pudieron hacer los vecinos desesperados ante el operativo policial. Se llevaron al matrimonio del que nunca más se supo.
“Hoy nos acompañan las dos abuelas, María Assof de Domínguez y Angelina Catterino, y el tío paterno Osiris Rodolfo Domínguez, que viajaron desde Guaymallén, Mendoza, para compartir la felicidad de este encuentro”, dijo De Carlotto al leer el comunicado oficial.
Relató que en 1994 el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos de Mendoza envió a Abuelas una denuncia anónima sobre una joven nacida en marzo de 1978 “que apareció en el hogar de una pareja mayor, de un día para otro… La joven, a pesar de haber sido inscrita como hija propia, sabía que no era hija biológica de quienes la criaron, pero nunca pensó en acercarse a Abuelas”, contó la titular del organismo.
Recordó que “la dificultad para reconstruir las huellas que el terrorismo de Estado borró impiadosamente, hicieron que el hallazgo de la hija de Gladys y Walter se demorara 21 años más”, y señaló que a mediados de 2009 la denuncia llegó, junto a información compartida por las Abuelas con el Estado, a manos de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi).
Por decisión de la Secretaría de Derechos Humanos en 2014 se creó dentro de Conadi un “equipo de aproximación” a posibles hijos de desaparecidos, como el que ya venía funcionando desde 2006 en Abuelas.
Este equipo comenzó a investigar casos de jóvenes denunciados como posibles hijos de desaparecidos, que aún no han tomado la decisión de acercarse voluntariamente para realizar el ADN. En febrero de este año llamaron a una persona para informarle de que de acuerdo a los datos de la Conadi, podía ser hija de desaparecidos. Y la invitaron a realizarse la prueba del ADN. La mujer aceptó, el estudio se efectuó el pasado 16 de julio y la semana pasada (27 de agosto) el Banco Nacional de Datos Genéticos informó a la Conadi que era hija de Walter y Gladys y nieta de María Assof de Domínguez y Angelina Catterin.
“Lo mejor es tratar de mantener el anonimato. Es importante que esa persona se encuentre con su familia en los tiempos que pueda…Los nietos no son noticia, son gente que se está encontrando con una verdad que no conocía y eso es traumático”, dijo Ignacio Guido Montoya Carlotto, nieto recuperado 114 y destacó que “cada encuentro es el premio al trabajo de mucha gente”. Alegría y dolor en un mismo día.
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