En la Enciclopedia del Holocausto se afirma que: “La educación en el Tercer Reich sirvió para inculcar a los alumnos la visión nacionalsocialista del mundo.
Los educadores e intelectuales nazis exaltaban las razas nórdicas y otras razas arias y denigraban a los judíos y a otros pueblos considerados inferiores llamándolos razas bastardas parasitarias, incapaces de crear una cultura o civilización.
Después de 1933, el régimen nazi purgó el sistema escolar público de maestros judíos o considerados políticamente poco confiables”.
Los textos escolares fueron revisados, se construyó una versión de la historia basada en el mito de la superioridad racial de los arios, y toda referencia a la cultura judía fue eliminada.
Los maestros por ventajas laborales se enrolaron mayoritariamente al nacionalsocialismo, especialmente al Hítler asumir la Cancillería.
Afirma también la Enciclopedia que “Tanto en el aula como en la Juventud Hitleriana, la enseñanza tenía el propósito de producir ciudadanos alemanes conscientes de su raza, obedientes y capaces de sacrificarse, dispuestos a morir por el Führer y por la Patria”.
Al menos una generación en las aulas fueron convertidos en tontos tanatofílicos.
¿Cómo es posible que un pueblo con cierto grado de educación siguiera a un estúpido, a un cretino, como Hítler? Primero el miedo, generado por discursos nacionalistas y violentos. Segundo el apoyo de intelectuales que le brindaron argumentos falsos, pero atractivos.
Tercero, la indiferencia de quienes creían que semejantes tonterías no se impondrían y al final se impusieron. La mentira y la perversión a veces triunfa.
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