Horacio Vásquez fue electo en marzo del año 1924, amparado en la Constitución de 1908 que establecía un ejercicio de seis años en la Presidencia. Pero cuando se juramentó, el 12 de julio, lo hizo bajo la nueva constitución votada el 13 de junio del 24, que consignaba un mandato de cuatro años sin reelección. La fecha de juramentación del mandatario coincidió con el inicio de la salida de las tropas de ocupación.
Cinco meses después de la posesión de Horacio, es decir, a fines de diciembre del indicado año, se suscribió una nueva convención dominico-americana que sustituyó la de 1908, que decidió que las recaudaciones aduaneras permanecieran bajo control americano, pero el gobierno quedó en condiciones de concertar un nuevo préstamo de 10 millones de dólares. Este empréstito creó un ambiente de bienestar artificial, concepto que fue atribuido por los aúlicos de Horacio a la “obra genial” de este “hombre providencial”. Los programas oficiales que se ejecutaron con los fondos resultaron perjudiciales para los intereses nacionales, ya que la labor realizada no correspondió a las inversiones dispuestas para tales fines.
La población comenzó a crecer de manera significativa, pero ningunas medidas sociales fueron tomadas y el gobierno siguió dentro la francachela y la boatería. El Presidente era dominado por la llamada “camarilla palaciega” que se ocupaba de halagarlo y en celebrar como “bueno y valido” todo lo que el mandatario hacia. Vásquez era una especie de rey Midas. Los agasajos y los honores estaban a la orden del día. Las comodidades, el lujo, el automóvil nuevo, el “chalet” y las segundas bases (queridas) entraron a formar parte de la vida dominicana. La honradez, la ética y la pulcritud, que eran de las virtudes más exaltadas por nuestros funcionarios, pasaron de moda, y en cambio, se fue entronizando el peculado y la ambición personal, a costa de los fondos públicos.
Una reforma constitucional aprobada en 1927 dispuso la “prolongación” del presidente, el vicepresidente y los miembros del congreso, hasta el 16 de agosto del 30, bajo el alegato de que estos funcionarios habían sido electos estando en vigencia la constitución de 1908, (mandato de 6 años), en vez de la modificación de 1924 (4 años), lo que fue rechazado por el vicepresidente Federico Velázquez, que renunció al cargo y decretó la ruptura de la Alianza Nacional-Progresista. En sustitución de Velázquez la Asamblea Nacional escogió al Dr. José Dolores Alfonseca, pupilo de Horacio y archienemigo del general Trujillo.
Además de obtener su prolongación el Presidente manifestó deseos de reelegirse para lo que fue estimulado por los adulones y corifeos que le rodeaban. Esta decisión produjo una inquietud general en el país que se acentuó con la crisis económica de 1929. El descontento general se hizo más evidente y la oposición al gobierno alcanzó proporciones gigantescas. Enfermo de un riñón, Horacio viajó a los Estados Unidos para someterse a una cirugía. Así las cosas, el general Trujillo, que era el jefe máximo del ejercito, acompañado de sus amigos comenzaron a planear secretamente una “revolución” para derribar a Vásquez, acción con la que contó con el respaldo del Partido Republicano y su líder Rafael Estrella Ureña, a quien correspondió la dirección del llamado movimiento cívico que en realidad fue un golpe de estado. La insurrección se inicio en Santiago, el 23 de febrero de 1930, y el poderoso ejército con que contaba el presidente “no pudo vencer” a los grupos que salieron del Cibao con destino a la capital. Trujillo, en un alarde hipocresía fingió “cumplir con sus deberes de soldado”, respaldando al Gobierno, pero en el fondo lo que hacía era tomar todas las medidas pertinentes para que avanzara la “revolución”. Horacio, para evitar “derramamiento de sangre” y siempre creyendo en la “obediencia” de Trujillo, renunció al igual que el vicepresidente Alfonseca. Buscando la consabida “fórmula legal” se designó al “jefe” de los rebeldes, Estrella Ureña, como secretario de Estado de Interior y Policía, después que Trujillo rechazara la propuesta de que se escogiera para el cargo al Lic. Angel Morales, fiel seguidor de Vásquez. En ese concepto el “jefe” del movimiento asumió la Presidencia de la República, ya que en caso de renuncia del presidente y del vice la nueva constitución establecía que el titular de esa cartera (Interior y Policía) pasaba a la primera magistratura del Estado. El juramento se efectuó el dos de marzo de 1930 y el gabinete quedó formado por miembros de los Partidos Liberal, Coalición Patriótica de Ciudadanos, Nacionalista y Republicano, y por algunos miembros del derrocado Partido Nacional, de Vásquez.
En las elecciones de mayo de 1930 Trujillo fue electo presidente y tomó posesión el 16 de agosto del mismo año. Como vice fue escogido Estrella Ureña, que además dirigía el Ministerio de Relaciones Exteriores, y quien, un año después, rompió con el nuevo gobernante y se fue al exilio. Luego regresó al país y fue nombrado Juez de la Suprema Corte de Justicia.))
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