Hablar de los hermanos Fanjul en Estados Unidos es hablar de azúcar, dinero y poder. Los tres, en grandes dosis. Alfonso, Pepe, Alexander y Andrés Fanjul son propietarios de un enorme conglomerado que se sustenta en las vastas plantaciones de azúcar que poseen en el Estado de Florida y en la República Dominicana, aunque con el tiempo han diversificado sus actividades con inversiones en el sector inmobiliario o en el turístico. Sus raíces, sin embargo, son las que son. Y es en el negocio del azúcar donde se mueven como pez en el agua tras más de siglo y medio de tradición familiar.
Como tantos miles de cubanos, los Fanjul son descendientes de españoles que emigraron a la isla a finales del siglo XIX. Sus antepasados hicieron fortuna con la caña de azúcar y se convirtieron en una de las familias más pudientes de la isla. Los hermanos nacieron en Cuba y se criaron en un ambiente privilegiado, una burbuja que explotó cuando triunfó la revolución de Fidel Castro en 1959. En alguna de las escasísimas entrevistas que ha concedido, el ahora patriarca, Alfonso, conocido como Alfy, ha contado que tras la caída del dictador Fulgencio Batista un guerrillero desplegó en la vivienda familiar un mapa con las extensas propiedades de los Fanjul y dijo: “Todo esto ahora es nuestro. ¡Todo!”Tras la confiscación, la familia Fanjul se exilió en EE UU, donde de inmediato compró extensiones de tierra para cultivar caña de azúcar. Lo hizo en Florida, un Estado próximo a Cuba y bendecido por el clima caribeño. Fundaron en 1960 Florida Crystals, con sede en Palm Beach, que prosperó a ritmo vertiginoso y permitió que la fortuna familiar se disparase. Y con ella, su poder.
Los dos referentes de la corporación, Alfy y Pepe, desempeñan papeles diferentes que les permiten estar siempre a bien con el Gobierno de EE UU, del que dependen buena parte de las subvenciones y la protección que recibe la industria azucarera en este país. Alfy es amigo de los Clinton y ha hecho importantes donaciones a las campañas demócratas. Pepe simpatiza con los republicanos y mantiene buenas relaciones con uno de los candidatos presidenciales, el senador por Florida Marco Rubio. “El poder que tienen en ambos partidos es inmenso. Han hecho donaciones millonarias, por lo que nunca se ven afectados por los cambios de Gobierno. En Washington hacen lobby para proteger sus negocios”, afirma un antiguo político demócrata de Florida.
El abanico de amistades que tienen los Fanjul es abrumador, casi tanto como su fortuna, e incluye no solo a expresidentes y candidatos presidenciales de Estados Unidos, sino también a personalidades como el rey Juan Carlos, que visita con frecuencia a los hermanos Fanjul, lo ha hecho en Palm Beach y en el lujoso complejo turístico que tienen en la República Dominicana, conocido como Casa de Campo. Allí estuvo la última vez hace una semana, y en mayo del año pasado para inaugurar una calle que lleva su nombre. “La Casa de Campo es un mundo aparte. Es un mundo de fiestas, de lujo, de dinero…”, afirma el expolítico de Florida.
“Si no te dicen quiénes son, pasarían desapercibidos en una fiesta porque no hacen ostentación”, dice otra persona que conoce su trayectoria. Pero han estado envueltos en varias polémicas por su negocio azucarero. Los ecologistas denunciaron que los fertilizantes que usan en sus plantaciones dañan el parque de los Everglades de Florida, uno de los principales acuíferos del mundo. Además hace una década fueron denunciados por las condiciones laborales precarias de sus trabajadores. El asunto, como si fuera un azucarillo, se diluyó. La actriz Jodie Foster planeó una película, Sugarland, que no se llegó a filmar, en la que ella ejercería de abogada de los derechos de los trabajadores y Robert de Niro haría el papel de magnate del azúcar, inspirado de forma indubitada en los Fanjul.
Recientemente, la familia ha dado una vez más pruebas de su astucia, de su adaptación a los tiempos políticos. Mientras Pepe sigue fiel al exilio cubano contrario a cualquier acercamiento al régimen de los Castro, Alfy apoya la decisión de Barack Obama de reanudar las relaciones diplomáticas con el Gobierno de la isla. Alfy, de 77 años y con nacionalidad española, ha viajado a Cuba y ha mostrado su disposición a invertir en la tierra que vio nacer una saga familiar que con la caña de azúcar ha alcanzado una combinación perfecta de dinero y poder. Los Fanjul
No hay comentarios:
Publicar un comentario